Cómo la COVID-19 cambia al cerebro

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LUNES, de marzo de 2022 (HealthDay News) -- Unos científicos han descubierto que incluso un caso leve de COVID-19 podría provocar daños en el cerebro.

En promedio, los adultos de mediana edad y mayores que enfermaron de COVID mostraban señales de encogimiento del tejido en áreas del cerebro relacionadas con el sentido del olfato, reportaron los investigadores. También tendían a tener más problemas para completar tareas mentales complejas, en comparación con las personas sin un historial de COVID-19, un efecto que fue más llamativo entre los adultos más ancianos.

Los expertos señalaron que los hallazgos fortalecen a las evidencias de que incluso una COVID-19 leve podría provocar déficits detectables en el cerebro.

Esto se debe a que los investigadores tenían acceso a escáneres cerebrales realizados en personas tanto antes como después de su infección. Esto ayuda a distinguir los cambios cerebrales asociados con la COVID-19 de cualquier anomalía que pudiera haber existido antes.

"Todavía no podemos afirmar con una certeza de un 100 por ciento que haya un efecto causal de la infección", comentó la investigadora principal, Gwenaelle Douaud, profesora de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.

"Pero podemos desenredar los efectos que observamos de diferencias que tal vez fueran preexistentes en el cerebro de los participantes antes de infectarse con el SARS-CoV-2", añadió.

Pero quedan preguntas clave. ¿Qué provocó los cambios en el cerebro? ¿Y precisamente qué significan?

Una investigación reciente estimó que hasta un 30 por ciento de las personas con COVID-19 desarrollan síntomas "a largo plazo", que les provocan molestias mucho después de haber superado la infección. La lista incluye fatiga, dolor de cabeza, falta de aliento, una reducción en el sentido del olfato y del gusto, y problemas con la memoria y la concentración que se han denominado "lagunas mentales".

Los expertos todavía no saben cuáles son las causas de la "COVID prolongada", ni por qué puede aparecer tras una infección leve. Una teoría culpa a la reacción exagerada del sistema inmunitario, que conduce a una inflamación generalizada por todo el cuerpo.

La Dra. Joanna Hellmuth es una neuróloga de la Universidad de California, en San Francisco, que estudia los síntomas posteriores a la COVID. Dijo que no está claro qué podría haber provocado los cambios cerebrales observados en el estudio.

Pero Hellmuth apuntó que el hecho de que el encogimiento del tejido ocurriera en las áreas relacionadas con el olfato apunta a una posibilidad: la falta de entrada sensorial. En particular durante las primeras olas de la pandemia, fue frecuente que la COVID-19 hiciera que las personas perdieran su sentido del olfato.

Hellmuth advirtió que los hallazgos no deben provocar alarma. Anotó que los cambios promedio en el cerebro fueron "pequeños", y que no significan que las personas con COVID-19 se enfrenten a la posibilidad de una "degeneración" cerebral.

El estudio, que se publicó en la edición en línea del 7 de marzo de la revista Nature, incluyó a 785 adultos británicos de 51 a 81 años. Todos se sometieron a escáneres cerebrales antes de la pandemia, como parte de un proyecto de investigación llamado UK Biobank. Volvieron a hacerse un segundo escáner durante la pandemia.

En ese grupo, 401 contrajeron la COVID-19 en algún momento entre los dos escáneres cerebrales, mientras que 384 no la contrajeron. Casi todos los que enfermaron (un 96 por ciento) tuvieron un caso leve. El segundo escáner se realizó en promedio 4.5 meses tras su enfermedad.

El equipo de Douaud indicó que, en promedio, el grupo de COVID mostró una mayor pérdida de tejido en áreas específicas del cerebro relacionadas con el olfato, además de una mayor reducción en el tamaño total del cerebro.

El efecto equivalió a una pérdida de tejido entre un 0.2 y un 2 por ciento adicional, encontraron los investigadores.

Douaud se mostró de acuerdo en que una falta de entrada sensorial podría explicar los cambios en las áreas del cerebro relacionadas con el olfato. Pero, apuntó, su equipo no sabía si los participantes, de hecho, habían perdido su sentido del olfato. Entonces, no pudieron buscar correlaciones entre estos síntomas y los cambios en el cerebro.

Los investigadores pudieron observar el desempeño de los participantes en algunas pruebas estándar de la agudeza mental. Y, de nuevo, el grupo que tuvo COVID-19 mostró un mayor declive, en promedio.

La división más clara se observó entre los adultos más ancianos, apuntó Douaud. Las personas de 70 y algo de años que habían tenido COVID tuvieron un empeoramiento promedio de un 30 por ciento. Esto es en comparación con un 5 por ciento entre sus pares sin COVID.

Hubo ciertas evidencias de que la reducción en el desempeño se correlacionaba con el encogimiento en una estructura cerebral implicada en el pensamiento y otras habilidades mentales.

Douaud dijo que es posible que los cambios cerebrales asociados con la COVID-19 se resuelvan con el tiempo.

"La mejor forma de averiguarlo sería hacer escáneres a estos participantes de nuevo en uno o dos años", planteó.

Otra pregunta es si los resultados aplican a las personas que han sufrido la COVID-19 más recientemente. Los participantes del estudio se infectaron en un momento anterior de la pandemia, antes de la aparición de las variantes delta y luego ómicron, anotaron los investigadores.

Además, añadió Hellmuth, ahora hay vacunas, y unos estudios recientes sugieren que la vacunación reduce las probabilidades de desarrollar la COVID prolongada. A partir de este estudio, no está claro cómo la vacunación podría influir en los cambios cerebrales.

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. ofrecen más información sobre la COVID prolongada.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Gwenaelle Douaud, PhD, associate professor, Nuffield Department of Clinical Neurosciences, University of Oxford, Oxford, U.K.; Joanna Hellmuth, MD, MHS, assistant professor, Weill Institute for Neurosciences, University of California, San Francisco; Nature, March 7, 2022, online

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