Amargo o sabroso: los genes del sabor podrían influir en su dieta

Girl eating burger in the restaurant
Girl eating burger in the restaurant

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MARTES, 14 de junio de 2022 (HealthDay News) -- Las personas que nunca han superado con la edad la aversión al brócoli, o una adicción a las papitas fritas, pueden culpar en parte a sus genes, sugiere una investigación preliminar.

El estudio, de más de 6,200 adultos, arrojó correlaciones entre ciertos genes relacionados con el sabor y las preferencias de las personas de grupos de alimentos particulares.

Los que portaban con genes que los hacían sensibles a los sabores amargos, por ejemplo, tendían a comer menos granos integrales. Por otra parte, las personas con una capacidad particularmente aguda de percibir los sabores sabrosos eran menos propensas a comer verduras.

Pero nada de esto significa que los genes determinen las preferencias alimentarias, señalaron los expertos.

La dieta es compleja, y se ve influida por muchas cosas, desde la cultura hasta la economía, comentó la investigadora Julie Gervis, candidata doctoral del Centro de Investigación sobre la Nutrición Humana Jean Mayer del USDA, en la Universidad de Tufts.

Pero, dijo, los hallazgos sí respaldan el rol de los genes relacionados con la comida en la elección de los alimentos.

Con frecuencia, las personas no saben por qué les resulta difícil comer cosas que saben que son buenas para ellas, como las verduras verdes, anotó Gervis. Comprender la influencia de los genes puede arrojar cierta luz sobre el tema.

En algún momento, observó Gervis, los dietistas quizá puedan usar la información genética para ofrecer a las personas una consejería más precisa sobre la dieta.

"Estamos en un cambio de paradigma, en que nos alejamos de los consejos nutricionales generales y nos acercamos a un método más personalizado", aseguró Gervis.

Pero añadió que todavía falta mucho para cualquier uso de la genética en el mundo real.

Gervis presentará los hallazgos el martes en la reunión anual de la Sociedad Americana de Nutrición (American Society for Nutrition), que se celebrará en línea. Los estudios presentados en reuniones se consideran preliminares hasta que se publican en una revista revisada por profesionales.

La idea de que los genes ayudan a determinar los hábitos alimenticios no es nueva. Los estudios han encontrado vínculos entre las variantes genéticas y las preferencias de las personas por ciertos alimentos, con frecuencia enfocándose en genes relacionados con los receptores del sabor.

En el nuevo estudio, Gervis y sus colaboradores usaron datos de estudios genéticos anteriores para encontrar variantes genéticas que se han vinculado con cada uno de los cinco sabores básicos: amargo, salado, sabroso, agrio y dulce. Entonces, desarrollaron un sistema de puntuación "poligenética", que estima el efecto cumulativo de muchas variantes genéticas distintas en la sensibilidad de una persona a un sabor en particular.

Por ejemplo, alguien que tuviera una puntuación alta para el sabor amargo tenía una sensibilidad particular para detectar los sabores amargos.

Luego, los investigadores aplicaron ese sistema de puntuación genética a más de 6,200 adultos de un estudio de la salud cardiaca a largo plazo, que incluyó unos detallados cuestionarios sobre la dieta.

En general, los investigadores encontraron que las personas con unas puntuaciones altas de "amargo" mayormente comían menos granos integrales que las que tenían unas puntuaciones bajas. De forma similar, las personas con una sensibilidad genética a los sabores sabrosos comían menos verduras, sobre todo de la variedad roja y naranja.

El motivo no está claro, según Gervis. Anotó que las puntuaciones quizá no reflejen lo que les gusta y no les gusta a las personas, así que no hay una certeza sobre si una sensibilidad genética a los sabores amargos hace que se rechacen los granos integrales.

Gervis apuntó que algo sorprendente fue que unas puntuaciones altas en la percepción del sabor dulce no se vincularon con ningún grupo de alimentos. Una vez más, los motivos no están claros. Pero las personas con esa puntuación de dulce sí mostraron un patrón positivo: unos triglicéridos (un tipo de grasa en la sangre que puede aumentar con una dieta rica en carbohidratos) más bajos.

Todo esto subraya la complejidad de las elecciones dietéticas de las personas, según una dietista registrada que no participó en el estudio.

"Sí parece que la genética afecta a nuestro paladar", comentó Connie Diekman, asesora nutricional de St. Louis, y expresidenta de la Academia de Nutrición y Dietética (Academy of Nutrition and Dietetics).

Pero, añadió, cierto conocimiento sobre la preparación de la comida puede con frecuencia ayudar a las personas a superar sus genes.

Si no le gusta el amargo de las verduras crucíferas, como el brócoli o la coliflor, planteó Diekman, tan solo asarlos para resaltar un sabor más dulce puede hacerlos apetitosos.

Incluso sin la ayuda de la información genética, los dietistas ya intentan averiguar los motivos de las aversiones alimentarias de sus clientes, hablando con ellos.

"Una vez se conocen los factores, es cuestión de hablar sobre los distintos métodos de preparación, los distintos sazones o incluso prepararlos en combinación con alimentos de los que disfrutan", dijo Diekman.

En última instancia, apuntó, si a pesar de todos sus esfuerzos no puede comer brócoli, no pasa nada.

"No hay nada que diga que todos disfrutaremos de los mismos alimentos, o que debamos hacerlo", añadió Diekman. "Siempre y cuando consumamos una variedad de frutas, verduras, granos integrales, lácteos bajos en grasa y proteína magra, satisfaremos todas nuestras necesidades nutricionales".

Más información

La Academia de Nutrición y Dietética presenta 20 maneras de disfrutar de las frutas y verduras.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Julie Gervis, MS, PhD candidate, Jean Mayer USDA Human Nutrition Research Center on Aging, Tufts University, Boston; Connie Diekman, RD, MEd, food and nutrition consultant, St. Louis, and former president, Academy of Nutrition and Dietetics, Chicago; American Society for Nutrition annual meeting, online, June 14-16, 2022

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