Una intervención en la infancia podría ayudar a prevenir algunos casos de autismo, según un estudio

baby with a pacifier
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MIÉRCOLES, 21 de septiembre de 2021 (HealthDay News) -- Los bebés pueden mostrar señales tempranas de autismo, pero en general no se realiza un diagnóstico hasta que tienen 3 años. Ahora, un nuevo estudio sugiere que iniciar pronto la terapia podría evitar el diagnóstico del todo.

Los investigadores afirman que su intervención preventiva, dirigida por los padres, podría tener un impacto significativo en el desarrollo social y las discapacidades a más largo plazo de los niños.

"Lo que encontramos es que los bebés que recibieron nuestra terapia tuvieron una reducción en las conductas que utilizamos para diagnosticar el autismo. Y, de hecho, la terapia fue tan efectiva para respaldar su desarrollo que los bebés que recibieron la terapia fueron menos propensos a cumplir los criterios clínicos del autismo", señaló el autor del estudio, Andrew Whitehouse, profesor de investigación en autismo del Instituto Telethon Kids y de la Universidad de Australia Occidental.

El ensayo aleatorio de cuatro años, supervisado por Telethon Kids, incluyó a 104 bebés en Australia, que tenían una edad de 9 a 14 meses. Se dio seguimiento a la mayoría hasta los 3 años. Todos habían mostrado señales conductuales de autismo, que pueden incluir un contacto visual reducido y menos gesticulación durante la comunicación.

La mitad de los participantes recibieron las terapias típicas para el autismo. La otra mitad recibió una intervención de 10 sesiones que utilizaba retroalimentación con video, en que se graba a los padres con los bebés, de forma que los padres pueden verlo más tarde y observar cómo se comunica su bebé. Ambos grupos recibieron las sesiones a lo largo de cinco meses.

Cuando los niños tenían 3 años y se realizó el diagnóstico, los investigadores encontraron que los niños que recibieron la nueva terapia tenían un tercio de las probabilidades de ser diagnosticados con autismo: un 7 por ciento cumplieron los criterios de un diagnóstico de autismo en el grupo de la intervención, en comparación con un 21 por ciento en el otro grupo.

Esos niños de cualquier forma tenían dificultades del desarrollo, pero la terapia respaldó su desarrollo al trabajar con, en lugar de intentar contrarrestar, su desarrollo único, según los autores del estudio.

Mediante este método "redujimos el nivel de discapacidad hasta el punto en que no reciben un diagnóstico. Lo que sin ninguna duda podemos prever o esperar es que estas reducciones en la discapacidad se traduzcan en resultados en la vida real, en el mundo real, a largo plazo, en términos de lo que pueden lograr en su educación, su empleo y sus vidas diarias" aseguró Whitehouse.

No hay ninguna forma de curar el autismo, y tampoco es una meta en la que creen, señaló Whitehouse.

Muchas terapias intentan reemplazar las diferencias del desarrollo con conductas más "típicas". En vez de esto, la nueva terapia intentó trabajar con las diferencias exclusivas de cada niño para crear un ambiente social que le funcionara a ese niño, apuntaron los investigadores.

Los padres desarrollaron una mayor sensibilidad a la forma de comunicación única de sus bebés. Los investigadores también observaron un aumento en el desarrollo del lenguaje reportado por los padres.

"El objetivo de la terapia es ayudar a los padres a observar, reflejar y cambiar la forma en que interactúan con sus hijos", indicó Whitehouse.

El autismo es un trastorno del neurodesarrollo. El trastorno del espectro autista (TEA) puede incluir discapacidades en la interacción social y la comunicación, así como conductas repetitivas, según el estudio. En Estados Unidos, alrededor de 1 de cada 54 niños tiene autismo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.

Los niños con frecuencia nacen con pequeñas diferencias en la forma en que procesan el mundo, pero esas pequeñas diferencias pueden crear unas discapacidades más grandes más adelante, explicó Whitehouse.

"Las interacciones entre padres e hijos de ninguna forma provocan autismo. Rotundamente, no", afirmó Whitehouse. "Lo que estamos diciendo es que los padres son las personas más prominentes e importantes en las vidas de sus hijos, y que pueden jugar un rol muy poderoso para ayudar a respaldar su desarrollo".

Los investigadores planifican dar seguimiento a esos niños hasta los 6 o 7 años, para obtener más confirmación de los hallazgos, que se publicaron en la edición del 20 de septiembre de la revista JAMA Pediatrics.

El estudio es emocionante por varios motivo, aseguró la Dra. Victoria Chen, pediatra del desarrollo conductual del Centro Médico Pediátrico Cohen, en Nueva York.

"Es impresionantes que esta intervención de baja intensidad mostrara una reducción en el número de niños con diagnósticos clínicos de un TEA a los 3 años en el grupo de intervención, en comparación con el grupo de control, aunque el impacto en múltiples resultados del desarrollo y parentales no fue igual de significativo", dijo Chen. "Es algo impresionante que estos diferencias en los síntomas de los TEA se sostuvieran a lo largo del periodo de dos años del estudio".

Chen, que no participó en el estudio, aseguró que encontró interesante que las familias del grupo de control participaran en más programas terapéuticos comunitarios que las familias del grupo de la intervención, pero a los del grupo de la intervención de cualquier forma les fuera mejor en general.

Para confirmar la investigación, Chen comentó que le gustaría ver un estudio más grande con una muestra más diversa de participantes.

"Es difícil realizar el estudio perfecto en un estudio inicial", señaló Chen. "No quiero restarle a este estudio porque es un estudio muy bueno, y tiene muchos puntos fuertes".

Más información

El sitio web Baby Navigator ofrece más información sobre los hitos del desarrollo de los niños.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Andrew Whitehouse, PhD, Angela Wright Bennett Professor of Autism Research, Telethon Kids and University of Western Australia and director, CliniKids, Nedlands, Western Australia; Victoria Chen, MD, developmental behavioral pediatrician, Cohen Children's Medical Center and assistant professor, Zucker School of Medicine at Hofstra/Northwell, Uniondale, N.Y.; JAMA Pediatrics, Sept. 20, 2021

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