El estrés antes de una infección de COVID podría aumentar las probabilidades de COVID prolongada

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JUEVES, 8 de septiembre de 2022 (HealthDay News) -- Mientras los científicos de todo el mundo investigan por qué algunos pacientes sufren COVID prolongada y otros no, un nuevo estudio encuentra que sufrir angustia psicológica antes de la infección con COVID-19 podría aumentar las probabilidades de desarrollar la afección persistente.

Los investigadores de la Facultad de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard, en Boston, afirmaron que les sorprendió la potencia de la asociación entre la COVID prolongada y la depresión, la ansiedad, la preocupación, el estrés percibido y la soledad.

Pero la autora sénior del estudio, Andrea Roberts, científica sénior de investigación del departamento de salud ambiental de la universidad, afirmó que los casos de COVID prolongada le han recordado a otras afecciones de la salud física que se asocian con la salud mental, como la fibromialgia o la enfermedad de Lyme.

"Sabemos a partir de estudios de personas con depresión y este tipo de cosas que tienen patrones de desregulación inmunitaria, por ejemplo inflamación en la sangre", señaló Roberts. "Sabemos a partir de muchos estudios más que el sistema inmunitario no lucha muy bien contra las infecciones bacterianas o virales cuando hay estrés o depresión".

Para estudiar el impacto de la salud mental en la infección con la COVID-19, los investigadores inscribieron a casi 55,000 personas en abril de 2020, justo cuando la pandemia comenzaba, y les hicieron preguntas sobre sus niveles de angustia psicológica.

Unos 3,000 de los participantes se infectaron con la COVID-19 en el año posterior. Los investigadores les preguntaron sobre sus síntomas, y entonces compararon a los que sufrieron COVID prolongada y los que no.

El equipo encontró que la angustia psicológica se asoció con un aumento de un 32 a un 46 por ciento en el riesgo de desarrollar COVID prolongada, y con un riesgo de un 15 a un 51 por ciento más alto de discapacidad en la vida diaria.

Un estudio anterior en el que Roberts participó mostró que estos mismos factores psicológicos también se asociaban con el riesgo de ser hospitalizado por la COVID. La gravedad de la COVID-19 se asocia con la COVID prolongada, anotó.

Dos hipótesis sobre la COVID prolongada son que el sistema inmunitario no elimina el virus igual de bien que en las personas que no sufren de COVID prolongada, o que unos fragmentos del virus permanecen en el cuerpo de las personas y siguen activando al sistema inmunitario, señaló Roberts.

"Lo que todavía no sabemos es, si se reduce el estrés de las personas o se cura su depresión, o se trata su depresión de forma exitosa, si su riesgo volverá al que era antes", explicó.

Roberts comentó que le preocupan en particular los casos en que los síntomas provocan una discapacidad significativa.

Perder el sentido del olfato o tener una tos menor quizá no sea debilitante, dijo.

"Pero si está tan fatigado que no puede trabajar, se trata de un orden de magnitud del todo distinto", aseguró Roberts.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. estiman que un 20 por ciento de los adultos estadounidenses experimentan COVID prolongada.

El Dr. Amesh Adalja, experto sénior del Centro de Seguridad de la Salud Johns Hopkins, en Baltimore, dijo que los hallazgos concuerdan con investigaciones anteriores que han mostrado que sufrir un trastorno de ansiedad generalizada era un factor de riesgo del desarrollo de la COVID prolongada.

"Pienso que esta señal se está fortaleciendo, y que es probable que haya cierta interacción entre la enfermedad psiquiátrica preexistente y la COVID prolongada", planteó Adalja. "En estos momentos, es una asociación. Hay que realizar mucho más trabajo para determinar cuál sería la relación causal, cuál podría ser la fisiología de la forma en que podría ocurrir".

Quedan muchas pregunta sobre por qué, y en quiénes, ocurre la COVID prolongada", apuntó Adalja. Un problema es que existen "problemas de definición", es decir, algunos estudios han agrupado casos que quizá también podrían ser síndrome post-UCI o síndrome posthospitalización en lugar de solo COVID prolongada, anotó.

La COVID prolongada sí parece ser más común en las personas mayores, en las mujeres y en las que sufren afecciones preexistentes, lo que incluye a los problemas psiquiátricos, apuntó Adalja. También hay una posible asociación con una reactivación del virus de Epstein-Barr. La COVID prolongada parece ser menos común en las personas vacunadas, añadió.

Por otra parte, los análisis sanguíneos no encuentran inflamación en estos pacientes con COVID prolongada, que también podrían tener unos resultados normales en una ecocardiografía o en las pruebas de la función pulmonar, apuntó Adaja.

"En realidad, la cuestión más importante es comprender qué está sucediendo en los cuerpos de estos individuos, cuál es la etiología de estos síntomas y qué relación tienen con la infección anterior de COVID", planteó Adalja. "Ahora mismo, todo lo que tenemos son algunas asociaciones que podrían apuntar a una comprensión de las causas, pero que todavía no son suficiente para comprenderlas de verdad".

Los hallazgos se publicaron en la edición en línea del 7 de septiembre de la revista JAMA Psychiatry.

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ofrecen más información sobre la COVID prolongada.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com


FUENTES: Andrea Roberts, PhD, MPH, senior research scientist, department of environmental health, Harvard T.H. Chan School of Public Health, Boston; Amesh Adalja, MD, senior scholar, Johns Hopkins Center for Health Security and adjunct assistant professor, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health and affiliate, Johns Hopkins Center for Global Health, and expert, Infectious Diseases Society of America, Baltimore; JAMA Psychiatry, Sept. 7, 2022, online

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