Pacientes exhortan a panel de la FDA a que no prohíba los analgésicos

Audiencia gubernamental adquiere un matiz personal con muchos testimonios individuales de alivio del dolor a través de los inhibidores de la cox-2

JUEVES 17 de febrero (HealthDay News/HispaniCare) -- Dimitra Poulos sabe lo que es experimentar un dolor tan intenso que una vez le fue imposible levantarse del inodoro.

"Mi esposo me encontró llorando", recordó.

De hecho, su esposo tuvo que asumir muchas labores, entre ellas vestir a Poulos tras haber sido diagnosticada con artritis reumatoide en 1998. Su condición llegó a un punto de deterioro tan drástico que no podía permanecer sentada en una sala de cine, tomar un paseo caminando o hacer un viaje en automóvil para visitar a su familia.

Sin embargo, Vioxx cambió su vida.

"Me devolvió mi vida. No he tenido efectos secundarios. Los riesgos conocidos pueden ser tratados", dijo.

Poulos narró su historia durante el segundo de los tres días de audiencias llevadas a cabo por dos comités de asesoría de la Food and Drug Adminsitration (FDA) de EE.UU. sobre seguridad del Vioxx y otros analgésicos de la cox-2. El Vioxx fue retirado del mercado el pasado septiembre tras estudios que revelaron que los usuarios de largo plazo estaban a un mayor riesgo de ataque de cardiaco y apoplejía. Preocupaciones similares rodean a toda la familia de medicamentos.

"Me quedan 40 pastillas, 40 días antes de que mi vida y capacidad se vean severamente alteradas", declaró Poulos. "Yo asumiré toda responsabilidad y firmaré cualquier cláusula de derogación de responsabilidad. Pero por favor denme esa opción".

Poulos fue una de casi una docena de personas que acudió al podio en Washington, D.C. en la tarde del jueves, casi todos abogaban por la permanencia en el mercado de los inhibidores de la cox-2, incluyendo el Celebrex y el Bextra. En total, cerca de 50 integrantes del público, incluyendo médicos y defensores del consumidor, aprovecharon los minutos que se le otorgaron para expresar sus opiniones.

Amye Leong, oradora motivacional, describió la artritis reumatoide que se apoderó de su vida de adolescente hace 25 años. "A los ocho años del diagnóstico, terminé en una silla de ruedas imposibilitada de alimentarme por mí misma", dijo de pie frente al micrófono.

Leong contó que se había sometido a 16 cirugías y que había tomado más de 135 medicaciones diferentes para la artritis incluyendo "cada AINE y celecoxib". Al sopesar los riesgos y beneficios, solicitó a los integrantes del comité a que consideraran el "beneficio de que estuviera de pie".

"Es mi elección trabajar en coordinación con mi médico para determinar cuál es el mayor riesgo para mi", mencionó.

El tema sobre la elección personal y responsabilidad personal fue común durante los testimonios.

Betsy Chaney se ha fracturado las vértebras de su cuello y, sin Celebrex, empieza a perder la sensibilidad en su mano, reportó. "Estoy preocupada de que todos ustedes me quiten la capacidad de tomar una decisión con mi médico, mi familia y mis amigos", dijo al comité. "Por favor no retiren esta medicación que resulta tan eficaz para mi. Lo importante es conservar el derecho a tomar una decisión con mi doctor y mi familia para seguir con esta medicación incluso a pesar de los riesgos. Estoy dispuesta a correr con dichos riesgos por mi calidad de vida".

Los profesionales también hicieron eco de dicho estribillo. "Consideramos que los pacientes deben ser capaces de elegir por sí mismos si los beneficios superan los riesgos", dijo el Dr. John Klippel, presidente de la Arthritis Foundation.

En ocasiones, el testimonio provenía de fuentes inesperadas. El comandante y médico Christopher Grubb, especialista para el Departamento de Defensa, declaró que los inhibidores de la cox-2 son "esenciales para la guerra mundial contra el terrorismo", y que el personal militar que sufre de lesiones necesita estos medicamentos.

"Los soldados toman los inhibidores de la cox-2 durante la batalla", indicó. "Abogamos para que no se nos incluya a todos en el mismo saco cuando se hable de riesgos".

Del otro lado del debate se tuvieron menos argumentos de índole personal.

Eileen Lacijan, una enfermera de 57 años y directora ejecutiva de un programa de hospicio en Arnold, Maryland, dio uno de estos argumentos. Recetada primero con Vioxx en 2000 para combatir el dolor de la artritis en sus manos, luego cambió a Celebrex, y cuatro años más tarde a Bextra. El 12 de agosto de 2004 al anochecer, sobrevivió un ataque cardiaco que inicialmente resultó en una "gran cantidad de daño cardiaco moderado".

"Nunca he fumado, no bebo alcohol, no padezco diabetes ni tengo historial familiar de enfermedad cardiaca, no tengo hipertensión arterial, hago ejercicio y no tengo sobrepeso", aclaró. "Y aún tengo muchas preguntas sin responder sobre la causa de mi ataque cardiaco".

Mientras Lacijan no llegó al grado de adjudicar directamente su ataque cardiaco a los medicamentos que había tomado, el Dr. Sidney Wolfe, director del Public Citizen's Health Research Group fue menos reticente. En una declaración, hizo un llamado por una prohibición absoluta del Celebrex y Bextra, "dado que [éstos] están teniendo una contribución importante sobre las 100,000 muertes calculadas y 2.1 millones de lesiones serias por año a raíz de reacciones de los medicamentos".

"Las limitaciones de etiquetas para un uso a corto plazo fracasará, justo como sucedió con el AINE Duract, ahora ya prohibido", añadió.

Las audiencias de tres días finalizan el viernes. Ese será el tiempo más temprano posible para que el comité haga públicas sus recomendaciones finales.

Más información

Para más información sobre los medicamentos inhibidores de la cox-2, visite la FDA.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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