Los opioides podrían ayudar con el dolor crónico, pero no mucho

opioid crisis
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MARTES, 18 de diciembre de 2018 (HealthDay News) -- Los analgésicos opioides, que son potencialmente adictivos, con frecuencia se recetan para el dolor crónico, pero en realidad solo funcionan ligeramente mejor que las pastillas de placebo, muestra una nueva revisión.

El análisis de 96 ensayos clínicos encontró que, en promedio, los opioides solo hicieron una diferencia pequeña en personas con afecciones como la osteoartritis, la fibromialgia y la ciática.

Y el modesto alivio del dolor a veces conllevó efectos secundarios como las náuseas, los vómitos, el estreñimiento y la somnolencia.

Los investigadores dijeron que los hallazgos amplían las evidencias de que, para la mayoría de personas con un dolor crónico, los opioides deben ser un último recurso, si es que se recetan en lo absoluto.

"Los opioides no deben ser una terapia de primera línea para el dolor crónico no relacionado con el cáncer", señaló el investigador principal, Jason Busse, del Instituto de Investigación y Atención del Dolor de la Universidad de McMaster, en Canadá.

El Dr. Michael Ashburn, especialista en medicina del dolor en la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia, se mostró de acuerdo.

"Esta es una confirmación del rol limitado que los opioides tienen en el tratamiento del dolor crónico no relacionado con el cáncer", dijo Ashburn.

La mayoría de las noticias diarias sobre los opioides se centran en la epidemia nacional de abuso y adicción, a los opioides recetados y a las formas ilegales, como la heroína.

Pero Ashburn enfatizó que los riesgos van más allá de la adicción: los pacientes pueden sufrir efectos secundarios incluso cuando toman diligentemente los medicamentos según las indicaciones.

"Los opioides en realidad solo proveen unos efectos modestos a largo plazo", aseguró. "Y tomarlos por periodos más largos aumenta de forma significativa el riesgo de daños".

Ashburn fue el coautor de un editorial publicado junto con los hallazgos de la revisión en la edición del 18 de diciembre de la revista Journal of the American Medical Association.

Ya hay directrices médicas, de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. y otros grupos, que desaconsejan a los médicos recetar opioides en la mayoría de casos de dolor crónico.

Los nuevos hallazgos respaldan esas recomendaciones, dijo Busse.

Los opioides recetados incluyen a fármacos como Vicodin, OxyContin, codeína y morfina. Son analgésicos potentes, anotó Busse, y pueden aliviar el dolor relacionado con el cáncer o el dolor grave a corto plazo tras una cirugía o una lesión.

"Pero el dolor crónico no relacionado con el cáncer parece ser distinto", afirmó Busse.

En todos los ensayos analizados por su equipo, los opioides funcionaron mejor que las pastillas de placebo, pero no por mucho. En general, dijo Busse, un 12 por ciento más pacientes observaron una diferencia "notable" en su dolor tras iniciar los opioides, en comparación con las pastillas de placebo.

Los beneficios fueron incluso más pequeños cuando se trató del funcionamiento físico y la calidad del sueño de los pacientes.

El dolor crónico es complejo, y tiene unos orígenes distintos, apuntó Busse. Pero no hay evidencias de que los opioides funcionen bien en ninguna forma en particular, dijo.

Según Busse, algunos ensayos incluían a personas con dolor generado por los nervios, por afecciones como la ciática o el daño nervioso relacionado con la diabetes. Otros se enfocaron en el dolor "nociceptivo", una amplia categoría que incluye a afecciones como la osteoartritis o el dolor tras una fractura ósea u otra lesión. Algunos estudios incluyeron a personas con dolor relacionado con la "sensibilización" del sistema nervioso central, como la fibromialgia.

En general, los opioides superaron a las pastillas de placebo por muy poco, en promedio.

Entonces, ¿cuáles son las alternativas?

Solo unos pocos ensayos evaluaron los opioides en comparación con un tratamiento "activo", anotó Busse.

En general, encontró su equipo, los opioides no fueron mejores que los antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el ibuprofeno. También fueron más o menos iguales que los antidepresivos, los anticonvulsivos (que a veces se usan para el dolor nervioso) y los cannabinoides sintéticos.

Dado que esas alternativas son en general más seguras que los opioides, dijo Busse, probarlos primero tiene sentido.

Pero, enfatizó, también hay opciones no farmacológicas, entre ellas la fisioterapia, el ejercicio, la acupuntura y la terapia cognitivo conductual.

Ninguno de esos métodos se evaluaron en estos ensayos, pero otros estudios han sugerido que pueden ayudar en el dolor crónico, aseguró Busse.

En el "mundo real", dijo Ashburn, los pacientes con frecuencia necesitan una combinación de terapias. Añadió que las directrices de tratamiento "indican con claridad" que incluso si se recetan opioides, se deben usar en combinación con otros tratamientos.

Ashburn enfatizó otro punto: cualquier receta de un opioide se debe considerar una "prueba"; si el fármaco no ayuda, se debe descontinuar.

Pero en la práctica, anotó Ashburn, cuando un opioide no ayuda, es común que los médicos aumenten la dosis.

"Debemos mejorar respecto a saber cuándo parar estos medicamentos", dijo.

Un estudio reciente de los CDC encontró que 50 millones de adultos de EE. UU. reportaban un dolor crónico, que se define como un dolor en la mayoría de los días en los últimos seis meses. Eso equivale a un 20 por ciento de la población adulta.

Más información

El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integral de EE. UU. tiene más información sobre la gestión del dolor crónico.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2018, HealthDay

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