El 'microbioma' podría ser clave para los síntomas del autismo

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MIÉRCOLES, 1 de mayo de 2019 (HealthDay News) -- La conexión entre el sistema digestivo y el cerebro está ganando terreno en la investigación sobre el autismo. Y un nuevo estudio sugiere que las bacterias intestinales podrían tener un rol en el trastorno o en algunos de sus síntomas.

Aunque esta investigación está en una etapa muy temprana, se espera que algún día los científicos puedan modificar a las bacterias intestinales para aliviar los síntomas digestivos de los trastornos del espectro autista.

El paso más reciente en esa dirección lo han dado en el Hospital Pediátrico de Texas, en Houston. Investigadores del hospital compararon a niños con autismo, sus hermanos no afectados y niños con un desarrollo típico de las mismas edades. Encontraron que surgieron diferencias claras en el microbioma (la colección de microbios que vive normalmente en los intestinos humanos) de los niños.

"Observamos las mayores diferencias en el grupo con autismo que tenía síntomas gastrointestinales", señaló la autora principal del estudio, Ruth Ann Luna, directora de metagenómica médica en el hospital y profesora asistente en el Colegio de Medicina Baylor.

Lo que los investigadores no encontraron, dijo Luna, es un solo patrón definitivo del microbioma en el autismo. Comentó que las personas con trastornos del espectro autista son un grupo diverso y variado, así que no le sorprendió ver que hubiera patrones variados en el microbioma.

Según la organización de defensoría del autismo Autism Speaks, los problemas digestivos son ocho veces más comunes en los jóvenes con autismo que en los niños que tienen un desarrollo típico. Esos problemas pueden incluir estreñimiento crónico, reflujo gastroesofágico (ERGE) y dolor abdominal.

Los investigadores también anotaron que los cambios en la conformación del microbioma se han implicado en los problemas digestivos de las personas con trastornos del neurodesarrollo. Y otro estudio, publicado a principios de abril en la revista Scientific Reports, encontró que los trasplantes fecales ayudaban a aliviar los problemas gastrointestinales y mejoraban la conducta en los niños con autismo. Esos trasplantes alteraron la microbiota de los niños.

Luna dijo que estudios como ese son lo que inspiraron su investigación. "La meta final era aprender más sobre para qué tipos de personas esos tratamientos podrían ser más útiles", explicó.

El nuevo estudio incluyó a 145 niños con un trastorno del espectro autista, a 48 hermanos sin autismo (algunos con problemas digestivos) y a 219 niños que tenían un desarrollo típico. Los niños tenían de 2 a 17 años de edad, y el grupo del autismo representaba a niños en todas las partes del espectro, es decir, con síntomas que iban de leves a graves, apuntó Luna.

Los investigadores obtuvieron información de la salud, y un diario de dos semanas con información sobre la dieta, el dolor digestivo y los patrones de defecación. Además, se analizaron muestras de heces de los niños para evaluar los patrones del microbioma.

Los investigadores encontraron diferencias significativas entre los grupos en las bacterias que conformaban el microbioma, además de la diversidad de esas bacterias. Los niños con dolor digestivo presentaban las mayores diferencias. El grupo de niños con autismo y dolor digestivo tuvieron las mayores variaciones.

También se observaron patrones únicos en el microbioma de los niños con ciertas conductas, como las autolesiones y las conductas repetitivas, señaló Luna. Los investigadores también notaron una diferencia significativa en los microbiomas de los niños que comían muchos alimentos altamente procesados, pero esos patrones no se relacionaron con los síntomas de autismo.

Aunque quizá tenga sentido que un intestino lleno de bacterias menos beneficiosas pudiera provocar síntomas digestivos, la conexión con el autismo no es igual de obvia, anotaron los autores del estudio.

Luna dijo que el eje intestino-cerebro es un vínculo que está recibiendo más atención. Comentó que el sistema digestivo produce más de un 90 por ciento del neurotransmisor cerebral conocido como serotonina. Entonces, una falta de diversidad en el microbioma podría provocar una respuesta inflamatoria incluso en el cerebro. Pero se necesita más investigación para definir mejor la conexión, añadió Luna.

El Dr. Andrew Adesman, jefe de pediatría del desarrollo y conductual en el Centro Médico Pediátrico Cohen en New Hyde Park, Nueva York, concurrió en que se necesita más investigación para establecer un vínculo entre los intestinos y el autismo.

"Aunque este estudio ha demostrado que de hecho hay diferencias en el microbioma intestinal de los niños con trastornos del espectro autista, aún no comprendemos el motivo de esas diferencias", dijo Adesman, que no participó en el estudio.

"Desde un punto de vista del neurodesarrollo, nuestra comprensión sobre el microbioma intestinal y sus asociaciones e implicaciones clínicas es bastante primitiva", advirtió. "Se necesita investigación adicional para comprender mejor si analizar (y quizá cambiar) el microbioma intestinal en los niños con trastornos del espectro autista puede ayudar a aliviar algunos de los síntomas gastrointestinales que esos niños experimentan".

Luna presentó los hallazgos el miércoles en la reunión de la Sociedad Internacional para la Investigación del Autismo (International Society for Autism Research), en Montreal. Los hallazgos presentados en reuniones generalmente se consideran preliminares hasta que se publiquen en una revista revisada por profesionales.

Más información

Para más información sobre las afecciones vinculadas con el autismo, visite Autism Speaks.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2019, HealthDay

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