Un estudio pone en duda la relación entre las vacunas y el autismo

Investigación añade a la creciente evidencia que no encuentra conexión entre ambos

LUNES 7 de enero (HealthDay News/Dr. Tango) -- Un estudio reciente no encontró pruebas de que las incidencias del trastorno bajaran después de que los fabricantes de la mayoría de vacunas infantiles dejaran de usar un conservante hecho de mercurio en sus productos complementa la creciente evidencia que rechaza la idea de que las vacunas aumentan los índices de autismo, .

Los investigadores encontraron que los índices de autismo en California siguieron aumentando durante los últimos años, a pesar de que el conservante, conocido como timerosal, fue prohibido en casi todas las vacunas para 2001.

El estudio clara que "el timerosal no puede ser la causa más importante del autismo en California", afirmó su principal autor, el Dr. Robert Schechter, funcionario médico de la Rama de inmunización del Departamento de salud pública de California.

Otro estudio afirmó que el estudio era limitado y dijo que no probaba que las vacunas no tuvieran conexión con el autismo.

Aún así, la investigación reciente "complementa la evidencia existente en donde no hay conexión causal que demuestre el timerosal como la causa principal" del autismo, señaló Andy Shih, vicepresidente de asuntos científicos de Autism Speaks, una organización de defensa.

El timerosal, un conservante que antes se usaba en las soluciones de lentes de contacto, con frecuencia formaba parte de las vacunas infantiles hasta alrededor de 2000. Hoy en día, sigue siendo usado en vacunas contra la gripe recomendadas para bebés, pero los investigadores aún piensan que los niños están expuestos a mucho menos timerosal que en el pasado.

En años recientes, algunos padres han culpado al conservante, que se deriva del mercurio, por el autismo de sus hijos. Otros han acusado a los padres de crear un pánico público y amenazar la salud de los niños al poner las inmunizaciones de rutina bajo una luz negativa.

Un estudio del gobierno publicado en 2007 afirmó que la exposición al timerosal durante los primeros siete meses de vida no parecía afectar la función cerebral de niños entre los siete y los diez años, aunque había cierta evidencia, tal vez resultado del azar, que conectaba el timerosal al desarrollo posterior de tics. Incluso antes, un informe del Institute of Medicine publicado en 2004 no encontró evidencia que apoyara una relación entre el timerosal y el autismo.

En el estudio reciente, que aparece en la edición de enero de Archives of General Psychiatry, los investigadores del Departamento de salud pública de California examinaron las estadísticas sobre niños en el estado entre 1995 y marzo de 2007.

La prevalencia del autismo entre los niños entre tres y doce años creció cada año, según descubrieron los investigadores tras evaluar las cifras recopiladas por la agencia estatal que ofrece servicios a los niños que sufren del trastorno.

Por ejemplo, la prevalencia entre los niños nacidos en 1993 fue de tres en 10,000 cuando eran evaluados en 1996, en comparación con trece por 10,000 entre los nacidos en 2003 y examinados en 2006.

El índice más alto, de 4.5 casos por 1,000 nacimientos, se observó entre niños de seis años en 2006 que habían nacido en 2000.

Los autores del estudio apuntaron que los índices de autismo entre los niños entre tres y cinco años siguieron aumentando por cada año de nacimiento tras 1999, aunque se había dejado de usar timerosal.

Shih apuntó que los métodos del estudio son "robustos" y añadió que los autores parecían abordar las limitaciones de estudios anteriores. Sin embargo, dijo, la investigación "no aborda la posibilidad de que podría haber una subpoblación que tal vez sea particularmente vulnerable a la vacuna con timerosal".

Si apenas el uno o el dos por ciento de los niños fueran especialmente sensibles al efecto del timerosal, el estudio no podría detectarlo, aseguró.

Schechter estuvo de acuerdo y dijo que era verdad que la investigación no abordó si el timerosal podría causar problemas en un pequeño número de casos.

En cuanto a una posible relación entre las vacunas y el autismo, Shih dijo que "todavía no se sabe por completo", sobre todo si se considera que los niños son expuestos a una gran cantidad de vacunas antes de los dos años.

Y añadió que "algunas personas piensan que podrían llevar a problemas inmunitarios que podrían exacerbar o conducir al autismo. Todo esto es puramente hipotético, pero es un área en que necesitamos seguir investigando".

Más información

Para más información sobre las vacunas, visite los U.S. Centers for Disease Control and Prevention.


Artículo por HealthDay, traducido por Dr. Tango

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