Cuando se trata de la cabeza, ningún golpe es normal

Luego de varios golpes en diversos lugares, un adolescente casi muere

VIERNES, 27 de agosto (HealthDay News/HolaDoctor) -- Tommy Mallon estaba avanzando con fuerza en el último juego de lacrosse de su secundaria en San Francisco por todo el campo en busca de la pelota.

Mallon, que entonces tenía 18, no vio al oponente que también iba detrás de la pelota. Los dos jóvenes chocaron con fuerza y el primero se cayó.

Para los espectadores, parecía un golpe normal, pero Mallon no se levantó después de un tiempo superior al habitual. Su madre, Beth Mallon, estaba del otro lado del campo fotografiando a otros jugadores y no vio el golpe. Cuando hizo un acercamiento con el lente de su cámara y vio que el adolescente que estaba en el suelo era su hijo, y que no se levantaba, temió lo peor.

"Mi reacción inicial fue de definitiva preocupación cuando no se paró porque es un muchacho fuerte y un competidor aguerrido", recordó.

Mallon comenzó a levantarse pero volvió a caer de rodillas. Sentía adormecida la parte de atrás de la cabeza. Se quitó el casco y lo tiró a un lado.

En ese momento, una entrenadora atlética certificada se acercó a Mallon y lo obligó a acostarse otra vez. "No lo dejó ponerse de pies a pesar de que quería hacerlo", relató Beth Mallon. "Quería pararse y seguir jugando".

Le atribuye a la entrenadora que le haya salvado su vida.

Mallon había sufrido una conmoción cerebral de consideración, la tercera de su carrera deportiva en la secundaria. La primera fue jugando fútbol americano cuando estaba en noveno y la segunda jugando básquet en undécimo. Además de la conmoción cerebral, que ocurrió en mayo de 2009, también se fracturó una de las vértebras del cuello y se disectó la arteria vertebral, una de las arterias que irriga sangre al cerebro.

"El golpe no parecía tan malo. Si se le hubiera permitido seguir jugando, se hubiera muerto o terminado con respirador", aseguró su madre.

Mallon fue colocado sobre una tabla de inmovilización espinal y transportado al hospital. "Debido a la conmoción cerebral, comenzó a vomitar inmediatamente cuando fue subido a la ambulancia", continuó su madre. "Tuvieron que volverlo a poner de lado continuamente sobre la tabla".

Luego de escáneres por IRM y TC, fue llevado a una unidad de cuidados intensivos. "Estaba muy adolorido, por la fractura de cuello y por el dolor de cabeza", agregó la madre. "Estaba confundido. Sobre todo, siguió vomitando. El vómito era arrollador. Estaban tratando de controlar el vómito".

De hecho, Mallon estuvo vomitando durante la mayor parte de su primera hospitalización, que duro más de dos semanas. A los médicos les preocupaba que los vómitos desprendieran un coágulo que se había formado alrededor de su arteria vertebral dañada o que incrementara el daño de su fractura de cuello.

Desde entonces, Tommy Mallon ha estado entrando y saliendo del hospital. Pasó tres meses con un cuello ortopédico y otros tres con un halo porque su cuello degeneró aún más.

Sin embargo, está con vida y bien y ya entró a la universidad. Había planeado jugar lacrosse en la Universidad Chapman, pero ahora va a asistir a la Universidad de San Diego para estar cerca de su equipo de neurocirujanos.

"No puede practicar deportes de contacto nunca más", asegura su madre. "Tiene suerte de estar con vida y de poner caminar".

Sin embargo, a Beth Marlon no deja de inquietarle el daño a largo plazo que su hijo hubiera podido sufrir debido a que las conmociones cerebrales ocurrieron una detrás de la otra. "No vamos a saber nada sobre daño neurológico durante un tiempo", dijo. "No ha necesitado retener ni organizar información hasta ahora, que está en la universidad. Aunque los aspectos físicos han sanado, no sabemos sobre los efectos cognitivos durante un tiempo".

"Asusta bastante pensar en lo que se avecina luego de tres golpes tan graves en su cerebro", dijo.

Beth Mallon ha fundado una organización sin fines de lucro conocida como Advocates for Injured Athletes (Defensores de atletas lesionados) para ofrecer una red de apoyo para las familias de atletas jóvenes lesionados durante un juego. También ha abogado por certificaciones más exigentes para entrenadores atléticos en California.

"Queremos que la gente sepa que nunca se puede suponer simplemente que porque un golpe no se vea mal no sea malo", dijo. "Mi hijo quería levantarse". Todos los que lo vieron pensaron que no era gran cosa. Se hubiera podido morir".


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor

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