Negación y muerte en el Monte Everest

Un médico alpinista señala que la mayor amenaza es el mal de altura y no la inexperiencia

JUEVES 24 de agosto (HealthDay News/HispaniCare) -- Uno de cada 10 alpinistas muere mientras trata de escalar el Monte Everest que, con 29,035 pies (8,850 metros), es el pico más alto del mundo.

Las lesiones y el agotamiento son las principales causas de mortalidad. Pero el mal de altura es una amenaza significativa, y un factor cada vez más mortal por encima de los 27,000 pies (8,300 metros), porque demasiados alpinistas tardan demasiado en alcanzar la cima.

Ese es el argumento de un médico británico que formó parte de una expedición al Everest este verano.

Hasta ahora quince alpinistas han muerto en lo que va de año, una tasa que se ha mantenido bastante constante en el transcurso de los años. Pero incluso entre los que logran llegar a la cima, existe una probabilidad de que uno de cada 20 no regrese vivo a la base.

El Dr. Andrew Sutherland, un becario de capacitación en investigación Wellcome del Departamento Nuffield de Cirugía en Oxford, dijo que parece que muchos alpinistas no aceptan que sufren un mal de altura severo y siguen avanzando hacia la cima del Everest. Pero avanzan cada vez más despacio a medida que ascienden. Una vez que alcanzan la cima, su determinación mengua y sucumben al mal de altura, por lo que mueren durante el descenso, apuntó.

Los puntos de vistas de Sutherland aparecen en un artículo en la edición del 26 de agosto del British Medical Journal.

Sutherland dijo que existe la creencia popular errónea de que las muertes se limitan a alpinistas inexpertos que pagan $60,000 o más para ser guiados hasta la cima de la montaña. "De todas las personas que conozco que han muerto, la mayoría tenía experiencia previa en alpinismo a 8,000 metros (26,247 pies). Tiene que ver más con el hecho de que las personas exceden su habilidad para las alturas", señaló.

Enfatizó que las principales razones de las muertes en el Everest son las lesiones y el agotamiento. Sin embargo, una proporción significativa de alpinistas muere a causa de enfermedades relacionadas con el mal de altura, específicamente por edema cerebral de altitud (ECA) y edema pulmonar de altitud (EPA). Ambas dolencias son mortales si no se tratan mediante el descenso del individuo a una altitud menor, destacó.

"La única forma de saber si un alpinista sufre de ECA o EPA es si tarda mucho tiempo en llegar a la cima de la montaña", enfatizó Sutherland. "Cuando analizamos el número de muertes de este año y el tiempo que tardó un alpinista en llegar a la cima, observamos que fue demasiado".

Sutherland cree que cualquiera que ascienda menos de 1 a 1.5 horas por 100 metros (328 pies) verticales va demasiado lento y debería dar la vuelta.

La mayoría de las muertes ocurren en el descenso tras haber alcanzado la cima. "Básicamente, cuando vamos a la sima todos morimos poco a poco, y disponemos de una cantidad de tiempo limitada para estar en la zona de la muerte", explicó Sutherland. "Si no abandonamos la zona de la muerte en un tiempo prudente, moriremos ahí arriba".

"En nuestro intento de llegar a la cumbre pudimos ayudar con un ECA a 7,000 metros (22,966 pies), pero más arriba en la montaña encontramos cuatro cuerpos de alpinistas que habían sido menos afortunados", escribió. "El último cuerpo que encontramos era el de un francés que había llegado a la cumbre cuatro días antes pero que estaba demasiado cansado para descender. Su mejor amigo había tratado en vano de ayudarle a bajar la montaña, pero sólo lograron descender 50 metros (164 pies) en seis horas y tuvo que abandonarlo".

Sutherland dijo que muchas muertes no habrían ocurrido si los alpinistas hubieran establecido un límite de tiempo y se hubieran dado cuenta de que iban muy despacio. "Desafortunadamente, una vez que avistan la cumbre, creen que aún tienen la posibilidad de llegar hasta ella", apuntó. "Las personas se esfuerzan en llegar hasta la cima y sólo cuando lo consiguen se dan cuenta que no tienen suficiente fuerza para descender".

Aunque muchos alpinistas tienen experiencia con picos de más de 8,000 metros, "las cosas empiezan a ponerse muy duras por encima de los 8,300 metros y no hay muchos picos de esa altura que sean tan fáciles de escalar como el Everest", destacó Sutherland.

Un experto está de acuerdo en que escalar el Everest es muy diferente a escalar otras montañas.

"Aunque tengamos un buen manejo sobre cómo prevenir el mal de alturas en senderistas y alpinistas a altitudes superiores a los 6,000 metros (19,685 pies), la situación es menos clara en mayores altitudes, especialmente por encima de los 8,000 metros", señaló el Dr. Ken Zafren, director médico asociado de la Asociación Himalaya de Rescate y profesor asistente clínico de medicina de emergencia en el Centro Médico de la Universidad de Stanford.

Probablemente, la mayoría de los que han muerto en el Everest en años recientes eran muy experimentados, pero es difícil tener experiencia por encima de los 8,300 metros sin escalar el Everest, agregó Zafren.

Además, Zafren cree que muchos alpinistas toman el corticosteroide dexametasona. "El potencial de este medicamento para causar una alteración del sentido de la realidad es bien conocido, incluso a nivel del mar", dijo. "Un alpinista, que tomó dexametasona en el día del ascenso a la cumbre sintió que podía volar hacia la base, pero apartó esa idea de su mente. Nunca sabremos cuántos alpinistas han sucumbido en la parte alta del Everest debido a algún delirio parecido, pero más convincente", destacó.

Más información

La U.S. Library of Medicine tiene más información sobre el mal agudo de altura.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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