¿Podría la COVID provocar 'ceguera facial'?

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Investigadores han identificado el primer caso de "ceguera facial" relacionado con COVID persistente

Semanas después de su infección, el paciente de 28 años no pudo reconocer a su padre ni a otros familiares, tampoco lugares cercanos, familiares

La condición, llamada prosopagnosia, se deriva del daño a la red de procesamiento de rostros del cerebro

JUEVES, 16 de marzo de 2023 (HealthDay News) -- La lista de los síntomas que pueden afectar a las personas que sufren de COVID prolongada acaba de hacerse un poco más larga... y misteriosa: los investigadores informan sobre un caso de "ceguera facial" relacionado con el síndrome.

La afección, que médicamente se conoce como prosopagnosia, provoca una discapacidad muy específica: problemas para distinguir un rostro de otro. Incluso el rostro de un ser querido, que antes era bien conocido, podría ser el de un desconocido.

Generalmente, la ceguera facial surge del daño en la red de procesamiento de rostros del cerebro, tras una lesión en la cabeza o un accidente cerebrovascular, por ejemplo, apuntó Marie-Luise Kieseler, una investigadora del Laboratorio de Percepción Social del Colegio Dartmouth en Hanover, Nuevo Hampshire.

Ahora, ella y su colega Brad Duchaine han identificado el primer caso de ceguera facial vinculado con la COVID a largo plazo.

En un informe publicado en la revista Cortex, describen el caso de Annie, una mujer de 28 años que contrajo COVID en marzo de 2020. La pasó bastante mal: tuvo fiebre alta, falta de aliento, diarrea y ataques de tos que a veces eran tan intensos que se desmayaba por la falta de oxígeno.

Tras tres semanas, Annie por fin se sintió lo suficientemente bien como para volver a trabajar (desde casa). Pero varias semanas más tarde, comenzó a notar sensaciones de desorientación, y que "le pasaba algo" a su capacidad de percibir los rostros.

La situación llegó a su punto crítico cuando, en junio de 2020, se reunió para una cena familiar por primera vez desde que había enfermado. Al llegar al restaurante, pasó frente a ellos y siguió caminando, porque no los reconoció.

Annie contó que cuando su padre la llamó, se dio la vuelta porque reconoció su voz, solo para ver un rostro que no conocía.

Como lo describió Annie, "era como si la voz de mi papá saliera del rostro de un desconocido".

Más adelante, Annie fue evaluada por el equipo del Dartmouth, que hizo que realizara una serie de pruebas estándar para llegar hasta el fondo del tema.

Resultó que Annie tuvo un rendimiento "impecable" en ciertas pruebas, entre ellas en las que se le pidió que aprendiera y recordara imágenes de coches y paisajes, además de grabaciones de voz. Pero tenía problemas para reconocer los rostros.

Una prueba, por ejemplo, presenta a las personas las imágenes de seis rostros masculinos, para que los memoricen. Entonces, tienen que discriminar entre los rostros que se han aprendido e imágenes de desconocidos. En promedio, las personas que hacen la prueba aciertan alrededor de un 80 por ciento de las veces. Pero Annie acertó un 56 por ciento de las veces.

Todo apuntaba a un déficit particular en el procesamiento de la memoria de los rostros, comentó Kieseler.

Sin embargo, las dificultades de Annie no se limitaban a los rostros. También tenía dificultades para orientarse por lugares que antes conocía bien. Por ejemplo, se confundía en el supermercado y no tenía ni idea de dónde había dejado el coche. (Ahora depende de la función de mapas de Google para no perder su coche).

Se sabe que los problemas de orientación con frecuencia ocurren a la vez que la ceguera facial, observó Kieseler, probablemente debido a que ciertas áreas que son esenciales para procesar los rostros y los "paisajes" están cerca entre sí. (Los investigadores apuntaron que los problemas de orientación de Annie no parecen ser visuales. Más bien, parecen ser un problema de acceso a su "mapa cognitivo", que ayuda a las personas a determinar dónde está otro lugar, en relación con el lugar en el que están).

El Dr. William Schaffner es un profesor del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, y vocero de la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas (Infectious Diseases Society of America).

Apuntó que el caso amplía la lista de síntomas neurológicos que se sabe que afectan a muchas personas con COVID prolongada, que abarcan desde la pérdida del gusto y el olfato hasta los problemas con la memoria y la atención, y el dolor crónico.

Pero una pregunta importante es por qué una infección respiratoria se convierte en un problema neurológico persistente en algunas personas, incluso en personas jóvenes que tuvieron una COVID leve.

En términos generales, muchos investigadores creen que se relaciona con una activación aberrante del sistema inmunitario. Por motivos que no están claros, apuntó Schaffner, "parece haber una repuesta inflamatoria crónica latente" que persiste mucho más allá de la infección inicial.

En cuanto a la ceguera facial, no está claro qué tan común (o rara) sería. Los investigadores del Dartmouth realizaron una encuesta de 86 personas que habían contraído COVID, de las cuales 32 se habían recuperado del todo, y 54 habían tenido síntomas de COVID prolongada durante al menos 12 semanas.

Ninguna de las del grupo de COVID prolongada reportó síntomas de ceguera facial, dijo Kieseler. Pero los problemas de orientación fueron comunes: un tercio afirmaron que a veces se perdían cuando viajaban, y casi la mitad dijeron que calles que antes conocían bien ahora les parecían desconocidas. Pocos comentaron que habían tenido estos problemas antes de la COVID.

"Esto de verdad puede interferir en la vida diaria", advirtió Kieseler. "Si uno se pierde cuando va al supermercado, es un problema importante".

Otra pregunta importante es con qué frecuencia estos problemas neurológicos mejoran o se resuelven.

Kieseler apuntó que, en este momento, la ceguera facial no tiene cura. En su lugar, las personas aprenden a compensar. Por ejemplo, Annie confía en las voces para identificar a las personas que conoce.

Según Schaffner, otras manifestaciones de la COVID prolongada, como la pérdida del gusto y del olfato, con frecuencia parecen mejorar. Recomendó que las personas con síntomas persistentes en las semanas o meses tras una infección con la COVID hablen con su médico de atención primaria.

Las que tengan síntomas graves, como una fatiga debilitante y problemas persistentes de memoria y pensamiento, quizá puedan acudir a una clínica de COVID prolongada, que ahora ofrecen muchos de los centros médicos más grandes de EE. UU., recomendó Schaffner.

Kieseler añadió que las personas que crean que tienen ceguera facial, u otras discapacidades de la percepción, relacionadas con la COVID prolongada pueden ponerse en contacto con el equipo de la investigación a través de su sitio web, faceblind.org.

Más información

El Colegio Dartmouth ofrece más información sobre la prosopagnosia o ceguera facial.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTES: Marie-Luise Kieseler, MSc, PhD student, psychological and brain sciences, member, Social Perception Lab, Dartmouth College, Hanover, N.H.; William Schaffner, MD, professor, medicine and preventive medicine, Vanderbilt University Medical Center, Nashville, Tenn.; Cortex, March 9, 2023, online

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Si tiene problemas para reconocer caras y lugares familiares después de tener COVID, hable con su médico al respecto. Puede ser un signo de prosopagnosia

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