Escalar el Everest, vencer la diabetes

Will Cross es el primer diabético estadounidense que llega a la cima del mundo

LUNES 29 de mayo (HealthDay News/HispaniCare) -- Will Cross llegó al campamento 4 del Everest, la última parada antes de la cima, en la tarde del 22 de mayo, respirando oxígeno y tratando de mantenerse hidratado.

Habían fallado dos intentos anteriores de alcanzar la cima de la montaña más alta del mundo en años anteriores y esta expedición ya había durado seis semanas. En media hora, Cross y su equipo planeaban salir de nuevo e intentar alcanzar la cumbre.

Entonces, ocurrió lo inesperado, algo que no tenía nada que ver con la temperatura ni el clima.

El azúcar de la sangre de Cross comenzó a descender de manera alarmante.

"Eran los típicos síntomas de hipoglucemia. Tenía náuseas, me sentía mareado y débil, cosas que uno no quiere sentir cuando se pretende alcanzar la cima del mundo", recordó Cross, un ex director de escuela de 39 años y padre de seis proveniente de Pittsburgh, quien habló con HealthDay desde Katmandú, Nepal. "La diabetes no siempre es tan predecible como a uno le gustaría".

Cross, que sufre de diabetes tipo 1, inmediatamente apagó su bomba de insulina e ingirió suficientes carbohidratos para salir del peligro.

Al día siguiente, el 23 de mayo a las 5:10 a.m. de la hora local, Cross se convirtió en el primer estadounidense con diabetes en escalar 29,035 pies (unos 8,850 metros) y pararse en el techo del mundo.

"Me sentía como un niño en una tienda de dulces", bromeó. Cross, que tiene diabetes tipo 1 desde los 9 años de edad, tiene tantas probabilidades de estar en una tienda de dulces como la mayoría de personas de estar en el Everest.

Cross tenía la esperanza de ser la primera persona con diabetes tipo 1 en escalar la montaña más alta del mundo, pero ese honor se lo llevó un austriaco de 49 años, Geri Winkler, al principio de este mes.

Este tipo de escalada a gran altura presenta brutales desafíos para el escalador "ordinario", como temperaturas frígidas, vientos huracanados y avalanchas de hielo.

La escalada representa desafíos aún más difíciles para una persona con diabetes, particularmente diabetes tipo 1, cuando el cuerpo ya no produce insulina. Las personas con diabetes tipo 1 tienen que tomar insulina todos los días, pues su vida depende de ello. Afortunadamente, los métodos de administración de insulina han progresado desde las primitivas inyecciones de insulina hasta las bombas. La insulina también ha mejorado y Cross usó NovoLog, una insulina de funcionamiento rápido. El laboratorio Novo Nordisk, fabricante de NovoLog, patrocinó la expedición.

Esta tecnología desempeñó un importante papel en el reciente logro de Cross.

"Hace cincuenta años, esto hubiera sido inconcebible", afirmó Cathy Nonas, directora de los programas de diabetes y obesidad del Hospital North General de la ciudad de Nueva York, educadora certificada de diabetes. "La medicina ha mejorado, así como las maneras de monitorear el azúcar en la sangre y el sistema de administración de insulina", añadió.

En un buen día, las personas que tienen diabetes tipo 1 se enfrentan a peligros considerables, como hipoglucemia o episodios de azúcar baja en la sangre que pueden ponerlos en coma. También son susceptibles a la congelación, a las bacterias y a la deshidratación, y todos estos riesgos están presentes en el Everest.

Incluso para los que no tienen diabetes, la montaña puede resultar mortal. Sólo durante este mes, le quitó la vida a cuatro escaladores. El 15 de mayo, el escalador británico de 24 años David Sharp murió de deficiencia de oxígeno mientras descendía de una escalada individual, reportó el miércoles la The Associated Press. Su muerte ha causado controversia, pues hay informes de que 40 escaladores más pasaron por el lado de Sharp mientras agonizaba y la mayoría no le ofreció ayuda.

Y la semana pasada, tres escaladores de Brasil, Rusia y Francia murieron mientras descendían la cima en expediciones separadas.

Sin embargo, dado que había tratado de ascender la montaña dos veces anteriores, Cross estaba mejor preparado que nunca.

"Sabía que en la noche que alcanzara la cima necesitaría entre tres y cuatro litros de agua, y me di cuenta de que cada vez que cambiaba los tanques de oxígeno debía beber medio litro", explicó. "La última vez que lo hice, sólo usé un litro. No era suficiente. Me deshidraté tanto que no podía hablar y mis pulmones estaban tan secos que tosía".

Cross llevó además de la bomba de insulina un Flexpen, un aparato de inyección previamente llenado, para tener el máximo control sobre su insulina.

"En cualquier momento en el campamento cuando me hacía la prueba y sabía que mi azúcar en la sangre estaba más alta de lo debido, podía usar inmediatamente mi Flexpen porque eso controlaría el azúcar más rápido que la bomba", explicó.

Una sorpresa fue toda la insulina que Cross necesitaba. "No se puede saber de antemano", aseguró. "Ninguna otra montaña es tan alta, así que sólo se puede saber mientras se escala". Cross pensaba que necesitaría más insulina mientras más alto subiera, pero resultó ser lo opuesto.

"La razón es que mientras más se sube, el cuerpo hace más esfuerzo y reacciona exactamente como en un día en que uno está enfermo, algo que uno no espera", relató Cross. "Esperaría que mientras a mayor altura esté en la montaña, más duramente estaría trabajando y menos comería (es difícil comer porque uno siente náuseas), entonces, necesitaría menos insulina. Ese no resultó ser el caso a más de 8,000 metros".

Más información

La American Diabetes Association tiene mucha información más sobre la diabetes.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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