Científicos sugieren una alternativa a los medicamentos cox-2

Investigación señala que un analgésico seguro para el estómago y que no implique riesgos para el corazón podría ser posible

JUEVES 13 de abril (HealthDay News/HispaniCare) -- Más de un años después de que dos analgésicos cox-2, Vioxx y Bextra, fueron sacados del mercado, investigadores estadounidenses aseguran que han establecido cómo estos medicamentos desencadenaron problemas cardiacos para algunos usuarios.

Según los investigadores, los hallazgos también señalan el camino hacia un nuevo tipo de medicamentos que podría ofrecer los beneficios de los cox-2 pero sin sus peligros.

"El desarrollo de un medicamento que nos permita una reducción comprobada del riesgo gastrointestinal de un inhibidor de la cox-2 y evitar consecuencias cardiovasculares adversas que hemos visto en los medicamentos cox-2 existentes sería una contribución sumamente importante a nuestro conjunto de herramientas terapéuticas", aseguró el Dr. Mark Fendrick, experto en analgésicos cox-2 y profesor de medicina interna de la Universidad de Michigan.

Fendrick no participó en el estudio, que fue dirigido por el Dr. Garret FitzGerald, profesor de medicina cardiovascular y farmacología, y presidente del departamento de farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania. Su equipo publicó sus hallazgos en la edición en línea del 13 de abril del Journal of Clinical Investigation.

Se han vendido cantidades de miles de millones de los inhibidores de la cox-2, como Vioxx, Bextra y Celebrex (el cual continúa estando disponible para los consumidores estadounidenses), principalmente porque su uso a largo plazo para afecciones como la artritis no aumenta el riesgo de úlceras estomacales, a diferencia de otros analgésicos.

Estos medicamentos hacen parte de la clase general de analgésicos conocidos como antiinflamatorios no esteroidales (AINES), entre los que también se encuentran medicamentos como la aspirina, el ibuprofeno y el naproxeno (Aleve). Los cox-2 funcionan suprimiendo una enzima clave llamada ciclooxeginasa-2 (cox-2), que a su vez reduce la producción de dos compuestos derivados de la cox-2, la prostaciclina (PGI2) y la prostaglandina 2 (PGE2).

El problema es que se piensa que tanto la PGI2 como la PGE2 ayudan a mantener la salud cardiovascular porque evitan que las plaquetas de los vasos sanguíneos se aglomeren. Por eso, los investigadores especularon que la supresión de la cox-2 podría evitar que la PGI2 y / o la PGE2 cumplieran su función, lo que aumentaría los riesgos de accidente cerebrovascular y ataque cardiaco.

Hace algunos meses, el equipo de FitzGerald descubrió que la reacción cardiovascular a los inhibidores de la cox-2 podría deberse, en parte, a la propia genética del paciente. En un estudio publicado en la edición de enero de Gastroenterology, el equipo halló "variabilidad sustancial" en qué tan bien inhibían Vioxx o Celebrex la enzima cox-2, lo que sugería que algunos pacientes podrían estar en mayor riesgo que otros.

En el nuevo estudio del JCI, los investigadores trataron de determinar cuál de los dos compuestos derivados de la cox-2, la PGI2 o la PGE2, era más importante en cuanto a los riesgos cardiacos relacionados con la supresión de la cox-2.

Para lograrlo, le hicieron seguimiento a la salud cardiovascular de ratones modificados genéticamente para que les hiciera falta la expresión de la cox-2 o los receptores celulares que responden a la PGI2 o a la PGE2.

Según FitzGerald, su equipo ha detectado que "la depresión de la PGI2 dependiente de la cox-2" es el responsable bioquímico que aumenta los riesgos para la salud. Los ratones cuya actividad PGI2 había sido suprimida mostraron evidencia de mayor riesgo de presión arterial y formación de coágulos, similar al observado en una minoría de usuarios humanos de cox-2, aseguró.

El equipo también suprimió el otro compuesto, la PGE2, al inhibir una enzima llamada sintasa microsomal PGE 1 (mPGES-1). Esta enzima funciona en conjunto con la cox-2 en la biosíntesis de la PGE2.

El equipo halló que inhibir la mPGES-1 suprimía la PGE2 (tal como lo hacen los medicamentos cos-2) a la vez que aumentaba la PGI2 a niveles saludables para el corazón. ¿El resultado? No hubo un efecto mesurable ni en la presión arterial ni en la formación de coágulos en los ratones tratados.

Según FitzGerald, esta es "la primera evidencia de que los inhibidores de la mPGES-1 podrían minimizar el riesgo de estos problemas cardiovasculares afectando la 'historia' de la PGI2 justamente de la manera opuesta".

De hecho, dijo, "los medicamentos que se dirigen a estas enzimas se encuentran en desarrollo acelerado. Básicamente, aumentan la PGI2 en los ratones y no parecen predisponerlos a la hipertensión ni a los coágulos de la manera en la que los medicamentos que inhiben la cox-2 lo hacen".

Fendrick estuvo de acuerdo en que el nuevo método parece promisorio. "Básicamente, queremos que la PGE2 sea deprimida en la cascada antiinflamatoria [del dolor] pero, al mismo tiempo, no queremos suprimir la cox-2 en el sistema cardiovascular", dijo.

También anotó que la investigación sobre la seguridad y eficacia de los medicamentos "inhibidores de la mPGES-1" está en sus inicios y pasarán muchos años antes de que los consumidores vean estos medicamentos en las farmacias, si es que llegan a estarlo.

Entretanto, dijo, existen terapias combinadas que pueden ofrecerle a los pacientes alivio seguro para el corazón y el estómago.

"Para el dolor, lo que tiendo a hacer es a recomendar un AINES más antiguo y tradicional. El panel asesor de la FDA recomendaría naproxeno [Aleve]", aseguró. Y para ayudar a reducir el riesgo gastrointestinal, Fendrick receta un medicamento inhibidor de la bomba de protones, como Nexium o Prilosec. Según el experto de Michigan, esta combinación "ofrecerá cantidades similares de alivio del dolor con un efecto antiinflamatorio, un perfil de riesgo GI básicamente similar al de los cox-2 y una menor preocupación sobre eventos cardiovasculares adversos".

Más información

Para saber más acerca de los inhibidores de la cox-2, diríjase a la U.S. Food and Drug Administration.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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