Ciertos adolescentes son más propensos a hacerse adictos a los opioides

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LUNES, 12 de marzo de 2018 (HealthDay News) -- Los adolescentes con cualquier problema de salud mental son más propensos a la dependencia a los analgésicos tras recibir una receta de un opioide, encuentra un estudio reciente.

Las probabilidades de progresar a una terapia de opioides a largo plazo pueden multiplicarse por dos, por tres o más, dependiendo del diagnóstico del joven y de los otros medicamentos recetados para tratar su trastorno, señalaron los investigadores.

Los hallazgos reflejan a otros estudios anteriores que mostraban que los adultos con afecciones de salud mental son más propensos a tomar opioides a largo plazo, comentó el autor del estudio, Patrick Quinn.

Los médicos que recetan fármacos como la oxicodona (OxyContin) o la hidrocodona (Vicodin) para el dolor crónico quizá deban evaluar los trastornos mentales, planteó Quinn, miembro postdoctoral en la Universidad de Indiana, en Bloomington. Si hay un problema psiquiátrico más profundo que impulsa al dolor, tal vez se pueda abordar sin recurrir a unos narcóticos adictivos.

Este estudio resalta que estos pacientes "quizá ya porten cierto riesgo de problemas [de adicción], incluso antes de comenzar a tomar opioides", añadió Quinn.

Frente a una epidemia de adicción a los opioides en Estados Unidos, los investigadores intentan determinar quién es más vulnerable. Quinn y sus colaboradores analizaron los registros de seguros de salud comerciales de más de 1.2 millones de adolescentes de 14 a 18 años de edad a quienes habían recetado un opioide.

Los investigadores observaron si el adolescente tenía un diagnóstico anterior de una afección mental, incluyendo ansiedad, trastornos del estado de ánimo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, psicosis, trastornos del sueño o problemas de abuso de sustancias.

Entonces, observaron la receta inicial anterior para ver si esos adolescentes eran más propensos a acabar tomando opioides a largo plazo.

En general, unos tres de cada 1,000 adolescentes a quienes recetaron opioides acabaron tomándolos a largo plazo, apuntó Quinn.

Pero esas cifras fueron constantemente más altas para los adolescentes que se enfrentaban a trastornos mentales:

  • 7 de cada 1,000 adolescentes con esquizofrenia.
  • 8 de cada 1,000 adolescentes con trastornos de ansiedad.
  • 9 de cada 1,000 adolescentes con depresión.
  • 10 de cada 1,000 adolescentes con trastorno bipolar.
  • 11 de cada 1,000 adolescentes con un trastorno del sueño.

Los jóvenes que ya tomaban un fármaco psicoactivo para su problema de salud mental eran incluso más propensos a acabar tomando opioides a largo plazo. Por ejemplo, las probabilidades aumentaron más entre los adolescentes con ansiedad que tomaban benzodiacepinas (como Xanax), entre los jóvenes con trastornos del estado de ánimo que tomaban un IRSN (como Cymbalta), y los que tomaban antipsicóticos para la esquizofrenia (como Abilify).

El estudio, publicado en línea el 12 de marzo en la revista JAMA Pediatrics, no examinó los motivos del aumento en las probabilidades de dependencia de los analgésicos.

Pero quizá su trastorno mental subyacente hace que sea más probable que sientan el dolor de forma más intensa o persistente, dijo Quinn.

Esos adolescentes también podrían llegar al consultorio del médico con una necesidad más obvia de atención inmediata, provocando que los médicos recurran a los opioides como tratamiento potente, añadió.

"Muestran más malestar y más necesidad de que les atiendan", planteó Quinn.

Basándose en este estudio, los médicos deben averiguar un poco más antes de recetar un opioide, dijo el Dr. Scott Krakower, jefe asistente de la unidad de psiquiatría en el Hospital Zucker Hillside en Gen Oaks, Nueva York.

"Debemos pasar más tiempo intentando averiguar cosas en lugar de simplemente recurrir enseguida a un medicamento para los pacientes que quizá ni necesiten ese agente opioide", apuntó Krakower. "Si va a emitir [la receta del] agente opioide, quizá sea buena idea asegurarse de que no le falten otras informaciones sobre el caso".

Tratar los problemas mentales de los adolescentes podría ayudar a aliviar su dolor, sugirió Krakower. Krakower no participó en el estudio.

Los médicos también podrían recurrir a analgésicos menos potentes y adictivos, dijeron Krakower y Quinn. Ambos anotaron que un estudio reciente en la revista Journal of the American Medical Association encontró que los remedios sin receta, como el acetaminofén (Tylenol) o el ibuprofeno (Motrin, Advil) son mejores que los opioides para aliviar la intensidad del dolor de espalda crónico.

Por otro lado, algunos adolescentes mentalmente perturbados tienen una necesidad legítima de un opioide para tratar el dolor, por ejemplo después de una cirugía, señaló Krakower.

En esos casos, los médicos deben asegurarse de que los pacientes y sus familias comprendan que este tratamiento no será para el largo plazo.

Aun así, Krakower añadió que hay que decirles a los pacientes que "habrá un suministro a corto plazo para superar las dificultades, y luego en algún momento se acabará".

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ofrecen más información sobre la terapia con opioides.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2018, HealthDay

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