Acusan al médico responsable del estudio que relacionó las vacunas con el autismo de 'fraude deliberado'

Informe británico en una revista médica alega que distorsionó los hechos sobre los casos de doce niños

MIÉRCOLES, 5 de enero (HealthDay News/HolaDoctor) -- Una investigación exhaustiva recién publicada en una importante revista médica sostiene que un esfuerzo de una década de duración por relacionar las vacunas infantiles con el autismo en realidad se trataba de un sofisticado fraude perpetuado por un médico británico a quien ahora se ha prohibido practicar la medicina en ese país.

La investigación original del médico, publicada por primera vez en 1998, convenció a muchos padres de no vacunar a sus hijos, lo que algunos expertos relacionan ahora con brotes recientes de enfermedades que ya estaban firmemente bajo control.

"El susto con la vacuna SPR [contra el sarampión, las paperas y la rubéola] se basó no en un procedimiento científico insuficiente, también fue un fraude deliberado", aseguró en un comunicado la Dra. Fiona Godlee, editora jefa de la BMJ, que publicó detalles sobre la nueva investigación el 5 de enero. "Evidencia tan clara de la falsificación de los datos debería cerrar la puerta de una vez por toda en este perjudicial susto sobre las vacunas".

La historia comenzó con la publicación en 1988 de un estudio liderado por el Dr. Andrew Wakefield. El informe, que apareció en la prestigiosa revista británica The Lancet, conectó la vacuna SPR al autismo y los problemas estomacales en doce niños, un supuesto nuevo "síndrome" de intestinos y cerebro.

Esto provocó furor mundial y muchos investigadores condenaron los hallazgos como un estudio de pacotilla. Pero los padres de los niños autistas se pusieron de parte del investigador principal. El resultado: los índices de inmunización tanto en EE. UU. como en el Reino Unido se redujeron, mientras que los nuevos casos de sarampión (una de las infecciones que la vacuna SPR está diseñada para combatir) aumentaron.

Tras reexaminar los datos de cerca, The Lancet editó una retracción formal de la investigación de Wakefield el año pasado. En mayo de 2010, el Consejo Médico General del Reino Unido prohibió a Wakefield practicar la medicina en ese país.

Según el nuevo informe de la BMJ, Wakefield, un gastroenterólogo, y no pediatra ni neurólogo, identificó el nuevo "síndrome" incluso antes de comenzar a recolectar los datos. Según su versión, la vacuna SPR causaba tanto problemas intestinales como autismo regresivo en los niños.

La investigación de la BMJ sostiene que esa hipótesis surgió solamente después de que Wakefield fue contratado, con compensación, para trabajar en una demanda contra el fabricante de la vacuna.

En el estudio de la Lancet, Wakefield describió las experiencias de doce niños que supuestamente tenían autismo regresivo, en que un niño parece estarse desarrollando con normalidad, pero luego sufre una regresión.

Sin embargo, según el informe de la BMJ, apenas un niño de la muestra había sido diagnosticado con esta forma de autismo y tres de los doce no tenían ningún tipo de diagnóstico de autismo.

Los niños tampoco provinieron de una muestra al azar, como Wakefield había afirmado. Según el artículo de la BMJ, todos los participantes fueron seleccionados si presentaban síntomas que coincidieran con el "síndrome" y algunos parecían haber sido reclutados por activistas contra las vacunas.

El informe también asegura que cuando los síntomas de los niños no encajaban con la hipótesis, se confundió la cronología para que pareciera como si los síntomas de autismo se habían desarrollado poco después de la vacuna SPR, incluso cuando los padres y otros habían dicho que los niños mostraban señales de autismo antes de la aplicación de la vacuna.

En algunos casos en que Wakefield afirmó que los problemas surgieron después de la vacuna, acortó el cronograma para que pareciera como si hubieran surgido en un plazo de unos cuantos días, en lugar de meses después, según el informe de la BMJ. Y también se hizo que los síntomas gastrointestinales parecieran más significativos de lo que fueron.

Resultó que una chica que parecía tener un retraso en el desarrollo tenía una coartación de la aorta, una afección genética en que la aorta que sale del corazón se estrecha, según el informe, y una vez eso se arregló su habla y conducta continuaron desarrollándose a un paso normal.

"Esto es lo menos ético que se puede ser", lamentó el Dr. Max Wiznitzer, neurólogo infantil del Hospital Infantil y para Bebés Rainbow del Centro Médico Case de los Hospitales Universitarios de Cleveland.

"Es una historia muy triste. Es suficientemente triste que los datos de este artículo se publicaron e influyeron sobre científicos, gobiernos y familias para tomar decisiones que simplemente no eran adecuadas. Y ahora descubrimos que los datos en realidad fueron falsificados, lo que es aún peor", añadió Keith A. Young, vicepresidente de investigación del departamento de psiquiatría y ciencias conductuales del Colegio de Medicina del Centro de Ciencias de la Salud Texas A&M.

"Esto realmente es una de las peores situaciones de mala conducta científica", comentó.

Y además de dañar a los niños que se enfermaron tras no recibir la vacuna, el supuesto fraude incluso podría haber retrasado la investigación sobre el autismo, señalaron los expertos.

"Tuvimos una epidemia de sarampión en el Reino Unido y una reducción de los índices de vacunación en [los Estados Unidos]. Personalmente, conozco niños que sufrieron daño cerebral como consecuencia de que sus padres retrasaran la vacuna como resultado de esta preocupación", señaló Wiznitzer. Al mismo tiempo, dijo, "el dinero para la investigación [sobre el autismo] se desvió para probar la falsedad de una hipótesis que en realidad nunca se probó [en primer lugar], en lugar de invertirse en explorar temas que beneficiarían al público y a los niños que sufren de la afección".

Cuando los investigadores de la BMJ mostraron los datos del estudio a los padres que participaron en el estudio de Wakefield, dijeron que muchos padres se mostraron sorprendidos e insistieron en que sus versiones de los casos de sus hijos estaban totalmente equivocados. Por ejemplo, a veces Wakefield afirmó que el desarrollo del niño era normal antes de la vacuna, cuando en algunos casos no lo había sido.

"Afirman que alteró los datos y, desde un punto de vista científico, no se puede hacer nada peor que cambiar los datos con deliberación y conocimiento para que encajen con la idea preconcebida", señaló Wiznitzer.

Aunque el autor del artículo de la BMJ, el periodista investigativo británico Brian Deer, parece sugerir que la ambición motivó a Wakefield a actuar como lo hizo, Wiznitzer dijo que tal vez esa no sea toda la historia.

"Pienso que realmente cree en lo que hace", aseguró Wiznitzer.

En cuanto a Wakefield, su sitio web muestra que actualmente vive en Austin, Texas, promueve un libro que publicó el año pasado, llamado Callous Disregard: Autism and Vaccines, The Truth Behind the Tragedy, y está disctando conferencias.

En declaraciones en el programa Today de la NBC en mayo, poco después de que las autoridades le quitaran el derecho a ejercer la medicina, Wakefield llamó que dicha prohibición era "un pequeño obstáculo en su camino" y que su investigación continuaría. "Ciertamente no desapareceré", afirmó.

Más información

Lea sobre los hechos del autismo en los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor

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