La hora de comer es un desafío para algunos que sufren de autismo

Los que tienen el trastorno tienden a hábitos alimentarios restrictivos y obsesivos

MIÉRCOLES, 3 de febrero (HealthDay News/DrTango) -- Si cree que su hijo tiene caprichos para comer, piense en lo que los padres de Ryan Kemp tenían que hacer cuando era niño.

En lugar de comerse unas cuantas galletas saladas, Ryan, que es autista, devoraba una caja tras otra, y se mostraba inquieto si sus padres intentaban guardarlas. Si no lo observaban, se comía frascos enteros de salsa tártara.

En muchas ocasiones, Ryan se obsesionaba con un alimento en particular, como mantequilla de cacahuete o tocineta, entre otros. Si sus padres intentaban limitar su ingesta, Ryan se arrancaba el pelo compulsivamente y se pellizcaba los brazos hasta sangrar.

"Lo recuerdo de niño. Le encantaban los tomates cereza. Veía su cabeza en el jardín mientras los recogía y no entraba hasta comérselos todos", contó su padre, Pat, quien hace poco dejó su trabajo como ejecutivo de General Motors para convertirse en vicepresidente ejecutivo de concienciación y eventos de Autism Speaks, un grupo sin fines de lucro con sede en la ciudad de Nueva York.

Para los padres de los niños autistas, los problemas de la dieta, que incluyen comer obsesivamente o con muchos caprichos, son una faceta demasiado común del trastorno del neurodesarrollo. Aunque no hay estadísticas sólidas sobre la prevalencia de los problemas alimentarios entre los niños autistas, los expertos señalan que con frecuencia escuchan de padres que se enfrentan a dichos problemas, aseguró Geraldine Dawson, directora científica de Autism Speaks.

Algunas investigaciones han sugerido que los niños que sufren de autismo son más propensos a tener déficits nutricionales de ciertas vitaminas y minerales, que podrían ser causados por sus dietas restrictivas. En parte podría atribuirse a que los niños llevan una dieta libre de gluten y de caseína (sin trigo y sin leche) que algunos consideran ayuda en el autismo, apuntó Dawson.

"En los niños que se desarrollan de forma típica, los problemas de alimentación son relativamente comunes y afectan a entre veinte y cuarenta por ciento de los niños", dijo Dawson. "En los niños con autismo, los problemas de alimentación son incluso más comunes, pueden ser muy graves y tomar muchas distintas formas".

La batalla de Brenda Legge con las aversiones alimentarias de su hijo, y su deseo de llegar a otros padres que se enfrentan a un problema similar, la llevó a escribir el libro Ni puede ni quiere comer: las dificultades dietéticas y los trastornos del espectro autista.

Legge apuntó que los problemas alimentarios de su hijo eran aparentes incluso antes de que se diera cuenta de que era autista. Se negó a ser amamantado y apenas comía comidas para bebés, recordó Legge, una escritora que vive en Londres. A medida que las opciones alimentarias de otros niños aumentaban, las de él se reducían, comentó.

"La lista de alimentos que toleraba era minúscula comparada con la lista de alimentos que odiaba al instante", aseguró Legge. "Si algo tenía el color, forma o textura equivocada, lo rechazaba. Si se lo llegaba a poner en la boca y sabía raro, lo rechazaba. Si un fabricante cambiaba el aspecto del envase de un alimento, lo rechazaba. Si no le gustaba el olor de algo, lo rechazaba".

Dawson señaló que el autismo es un trastorno complejo, al igual que los motivos de los problemas en la dieta. Muchos niños autistas tienen una fuerte necesidad de una rutina constante o "igualdad", apuntó Dawson. "Quieren que las cosas sean exactamente iguales y eso incluye la comida que consumen", dijo Dawson. "Introducir una variedad de alimentos o cambiarlos puede causar estrés y ansiedad".

Los niños autistas también pueden tener sensibilidades sensoriales, lo que los hace ser reacios a ciertas texturas o sabores. Por ejemplo, algunos niños autistas sólo comen alimentos suaves o crujientes, o renuncian a grupos completos de alimentos, comentó Dawson.

Las dificultades motrices, como problemas para comer o tragar, pueden afectar a algunos niños. El autismo también se asocia con problemas gastrointestinales, como estreñimiento y diarrea, lo que lleva a algunos niños a evitar comer.

Sin embargo, esto no significa que solucionar dichos problemas sea imposible. Dawson recomienda hacer que los niños sean evaluados en un centro que se especialice en el tratamiento de niños con discapacidades del desarrollo. Dichos centros por lo general cuentan con un especialista en nutrición que evalúa la dieta de los niños para asegurarse de que obtienen una nutrición adecuada y pueden sugerir estrategias para manejar los problemas alimentarios.

Y a través de un proceso de ensayo y error, los niños autistas y sus familias han ideado sus propias maneras de hacer que la hora de comer sea más fácil.

Ryan Kemp, que ahora tiene 26 años, ha superado algunos de sus problemas con la comida, aunque todavía embadurna todo de salsa tártara, desde sándwiches hasta pancakes. Los padres de Ryan aprendieron a anticipar los momentos en que se sentía turbado e intentan distraer su atención. Afeitaron su cabeza y mantienen sus uñas cortas para evitar que se haga daño. Usar camisas de mangas largas bien ajustadas de spandex también ha disminuido su afán por pellizcarse.

"Es un desafío", comentó Pat Kemp. "Cada día y cada niño son distintos".

Harry, el hijo de Brenda Legge, tiene ahora 19 años y estudia psicología en la universidad. Sus hábitos alimentarios han mejorado mucho, aseguró Legge, en gran parte gracias a su determinación de probar nuevas cosas y de una mejor comprensión a medida que maduraba sobre los hábitos alimentarios sanos.

"Cuando un niño no come, esto afecta enormemente a la familia inmediata. Todo gira alrededor de la hora de comer, y encontrar nuevos e ingeniosos métodos de lograr que el niño coma", apuntó Legge.

Más información

Autism Speaks tiene más información sobre el autismo.


Artículo por HealthDay, traducido por DrTango

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