Un informe alega que el dinero fue lo que motivó a un médico a infundir miedo en torno a las vacunas y el autismo

Según la investigación, el desacreditado médico tenía varios planes para sacar beneficio a las repercusiones del estudio

MARTES, 11 de enero (HealthDay News/HolaDoctor) -- Según los investigadores, el médico en desgracia que publicó un estudio hace más de 10 años que decía que la vacuna común de la niñez, la vacunación contra el sarampión, la papera y la rubéola, causaba autismo pudo haber actuado más por dinero que por convicción.

De acuerdo con la segunda investigación de una serie de tres partes en la revista médica BMJ, El Dr. Andrew Wakefield fue contratado por un abogado para intentar obtener dinero de los fabricantes de vacunas cuando su investigación apenas comenzaba. También habría solicitado una patente para una vacuna alternativa, crear una empresa para beneficiarse de esa vacuna, así como equipos de diagnóstico y otros productos, y trabajó con la Royal Free Medical School de Londres para poner en marcha estos proyectos empresariales.

"Es horrible que hayan instituciones implicadas y que [haya sido] una acción planificada", señaló Keith A. Young, vicepresidente de investigación en el departamento de psiquiatría y ciencias conductuales del Colegio de medicina del Centro de Ciencias de la Salud Texas A&M y líder principal de neuroimagen y genética del Centro para la Excelencia en la Investigación sobre Veteranos de Guerra que Regresan de Temple. "Parece que el objetivo era ganar dinero".

La primera parte de la investigación, que se publicó la semana pasada en la revista, acusa a Wakefield de formular su hipótesis incluso antes de comenzar a recopilar datos, luego de manipular esos datos para ajustarlos a su teoría y de afirmar que los niños que participaron en el estudio tenían la forma regresiva de autismo cuando, de hecho, en la mayoría de los casos no fue así.

Esta presunta investigación fraudulenta se publicó en la prestigiosa investigación médica The Lancet en 1998. Los hallazgos generaron una enorme respuesta, sobre todo entre los padres afectados, muchos de los cuales se negaron a vacunar posteriormente a sus hijos.

En febrero de 2010, The Lancet publicó una retractación formal de la investigación de Wakefield, algo "inusual", según el Dr. Paul Offit, director de enfermedades infecciosas y del Centro de Educación para las Vacunas del Hospital Infantil de Filadelfia.

"Nunca se hacen retractaciones para muchas de las malas investigaciones que se publican", apuntó Offit. También destacó que, "como regla general, un estudio debe tener más participantes que autores, pero esta investigación de [1998] contó con 12 participantes y 13 autores".

En mayo pasado, el General Medical Council de Gran Bretaña prohibió la práctica de Wakefield en Reino Unido.

"El temor en torno a la vacuna contra el sarampión, la papera y la rubéola (MMR) no se basó en una mala investigación científica, sino en un fraude deliberado", señala la Dra. Fiona Godlee, redactora jefe de BMJ, en una declaración preparada. "Una evidencia tan clara de falsificación de datos debería cerrar la puerta de una vez por toda a este temor perjudicial en torno a esta vacuna".

Sin embargo, es posible que sea más fácil hablar que hacerlo, ya que parece que la percepción del público sobre esta cuestión se ha alterado de manera permanente.

"En la mente de la gente se ha fijado que existe una relación potencial entre las vacunas y el autismo, a pesar de que no hay signos reales que lo apoyen", apuntó el Dr. Max Wiznitzer, neurólogo infantil del Hospital Rainbow Babies & Children's, del Centro Médico Case del Hospital Universitario de Cleveland. "Esta investigación y el trabajo de [Wakefield] han contribuido al desarrollo de la desconfianza a las vacunas. Como consecuencia, [hemos tenido] enfermedades, infecciones y muertes innecesarias".

También se han desviado fondos de investigación "para refutar lo irrefutable", agregó Wiznitzer. "[Este dinero] se pudo haber invertido en otras áreas".

El nuevo informe de BMJ, llevado a cabo y escrito por el periodista de investigación británico Brian Deer, alega que el abogado que originalmente contrató a Wakefield fue contratado a su vez por una organización antivacunas llamada JABS.

También dice que la investigación que se publicó en última instancia en The Lancet fue financiada por la Comisión de Asistencia Jurídica Gratuita (Legal Aid Board) de Reino Unido, aunque esto no se divulgó hasta años después.

Justo después de la publicación del estudio en The Lancet, Wakefield consultó con empleados de la Royal Free Medical School sobre la posibilidad de crear una compañía para desarrollar productos basados en esta investigación. Esa empresa se creó y recibió fondos de la Comisión de Asistencia Jurídica Gratuita del Reino Unido para iniciar los ensayos en niños, según el artículo de BMJ.

El Hospital Royal Free y el Colegio Universitario de Londres (UCL), también implicados en la investigación de BMJ, se fusionaron en 1998.

Una declaración emitida por el Colegio Universitario de Londres en respuesta al primer artículo de BMJ señaló que la institución "toma cualquier denuncia de mala práctica en la investigación científica muy serio, y sin duda investigará las planteadas por BMJ. Sin embargo, en este punto no hemos tenido la oportunidad de revisar todos los artículos publicados en BMJ en relación con este tema. Por tanto, solo estamos en condiciones de dar una respuesta institucional general a las cuestiones planteadas hasta el momento".

La declaración señaló que cuando se llevó a cabo la investigación de Lancet, el Hospital Royal Free no formaba parte de UCL.

"Somos muy conscientes de la necesidad de estudiar de cerca la investigación que alguien alega [en un artículo de BMJ] de haber incurrido en mala práctica", señaló el comunicado. "Queremos aprender de los errores cometidos en relación con este caso".

Con respecto a este segundo artículo, UCL declaró: "En vista de que apenas lo hemos visto, todo lo que podemos decir hasta ahora es que estamos analizando con atención estas acusaciones".

En cuanto a Wakefield, su sitio web dice que vive actualmente en Austin, Texas, y que está promoviendo el libro que publicó el año pasado, Callous Disregard: Autism and Vaccines, The Truth Behind the Tragedy, y que sigue dictando conferencias.

En una declaración a CNN de la semana pasada, Wakefield calificó al periodista de investigación como "un asesino profesional, que fue contratado por la industria farmacéutica para arruinar mi carrera ya que están muy preocupados por las reacciones adversas que las vacunas producen en los niños".

Por su parte, Deer, señala que fue contratado por BMJ, que se mofó del planteamiento de Wakefield, y aseguró a CNNque las acusaciones de fraude no proceden de él, sino de "los editores de BMJ, una revista médica de gran prestigio".

Más información

Los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU. tienen más información sobre el autismo.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor

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