La estimulación cerebral profunda podría ofrecer alivio a largo plazo en el Parkinson

Un estudio de tres años halló beneficios similares al estimular dos áreas distintas

MIÉRCOLES, 20 de junio (HealthDay News) -- La estimulación cerebral profunda, un tratamiento que conlleva la implantación quirúrgica de cables que administran una corriente eléctrica en el cerebro, podría mejorar las funciones motoras durante al menos tres años en las personas que sufren de enfermedad de Parkinson avanzada, sugiere una investigación reciente.

El estudio es la comparación más duradera de los efectos de estimular las dos áreas distintas del cerebro que son los lugares más comunes de implantación.

Los investigadores asignaron al azar a 159 pacientes de enfermedad de Parkinson a recibir estimulación cerebral profunda en un área interior del cerebro llamada núcleo subtalámico (NST) o en un área exterior más grande del cerebro, menos estudiada, llamada globo pálido interno (GPI). Los dos grupos mostraron mejoras similares en los síntomas de Parkinson, como los temblores, la rigidez muscular y en el habla, y esas mejoras se sostenían 36 meses tras la cirugía.

El estudio aparece en la edición en línea del 20 de junio de la revista Neurology.

"Hemos demostrado que cualquiera de las dos [áreas] mejora la función motora", señaló la autora del estudio Frances Weaver, directora del Centro de Gestión de la Atención Crónica Compleja del Hospital de la VA de Hines, en Illinois,

"Hubo principalmente un enfoque en estimular el área NST porque hacerlo podía reducir la cantidad de fármacos que un individuo tomaba para el Parkinson", explicó Weaver.

Además, como escribieron los autores, hay más datos disponibles que respaldan los beneficios a largo plazo de la estimulación del NST que del GPI. Un estudio de 2010 reportó que las mejoras motoras asociadas con la estimulación del NST se sostenían durante hasta diez años en un pequeño grupo de pacientes.

"Nuestros datos realmente sugieren que los proveedores [de atención de salud] deben considerar ambos objetivos y las demás cosas que suceden, no solamente elegir uno de forma arbitraria", planteó Weaver. Por ejemplo, a un paciente de Parkinson que sufra de problemas mentales podría irle mejor con la estimulación del GPI, ya que se ha asociado con menos efectos secundarios cognitivos, explicó.

Alrededor de un millón de personas de EE. UU. sufren de enfermedad de Parkinson, y más o menos cinco por ciento de ellas son candidatas para la estimulación cerebral profunda, señaló el Dr. Mark Stacy, profesor de neurología del Centro Médico de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte.

En el Parkinson, la mejor utilización de la estimulación cerebral profunda, que se utiliza para tratar una variedad de afecciones que incluyen la depresión, el Alzheimer y los dolores de cabeza, es en pacientes que ya no se benefician de los fármacos para la enfermedad, señaló Stacy. Aunque cada caso de Parkinson es distinto, generalmente un paciente tarda de 5 a 25 años en progresar a ese punto, añadió.

Los efectos secundarios más comunes que Stacy discute con sus pacientes son el dolor asociado con el dispositivo, además de entumecimiento y hormigueo, que por lo general se pueden controlar al ajustar la corriente eléctrica. También hay un pequeño riesgo de accidente cerebrovascular y sangrado asociado con la cirugía, señaló Stacy.

En el estudio actual, se asignó al azar a 89 personas a recibir estimulación del GPI y a 70 personas a recibir estimulación del NST. Su edad promedio era de 60 años.

Casi todos los pacientes tomaban al menos un fármaco para el Parkinson, dijo Weaver, y el más común era levodopa.

Los investigadores incluyeron a los mismos participantes en un estudio anterior que realizaron, en que comparaban los efectos de la estimulación del GPI y del NST dos años tras el implante. La investigación anterior halló beneficios motores similares al dirigirse a los dos lugares.

Para el estudio actual, los investigadores determinaron la puntuación de la enfermedad (que se basa en la función motora, lo que incluye temblores, rigidez muscular, paso y habla, además del estado de ánimo y la capacidad de llevar a cabo las actividades cotidianas) de los dos grupos a los 36 meses. La puntuación se basa en una escala de 108 puntos. Mientras más alta es la puntuación, más grave es la enfermedad.

Primero, los investigadores midieron la puntuación de la enfermedad en pacientes que no habían tomado sus fármacos desde el día anterior. El grupo que recibió la estimulación del GPI tuvo una puntuación promedio de 27, frente a su puntuación de línea de base de 41, que se determinó antes de que recibieran el implante. En el grupo del NST, la puntuación descendió de 42 a 30. Los autores determinaron que las mejoras en esos grupos no eran estadísticamente distintas.

Los investigadores también evaluaron la enfermedad en pacientes que tomaban su medicamento normal además de recibir estimulación, a los 36 meses. Hallaron que los pacientes que recibieron la estimulación del GPI, a diferencia del grupo del NST, experimentaron una mejora frente a su puntuación de línea de base.

"Se esperaría cierto declive porque la enfermedad avanza con el tiempo, pero lo que vimos fue que eso no pareció suceder con el GPI", señaló Weaver.

"Al menos para mí fue una sorpresa que al grupo del GPI le fuera tan bien como al del NST", comentó Stacy, que generalmente se dirige a la ubicación del NST en su práctica. "Esto sugiere que hay aún más motivos de estudiar el sitio del GPI a largo plazo".

La tasa de efectos secundarios fue similar en ambos grupos, y la mayoría ocurrieron en un plazo de seis meses tras la cirugía, dijo Weaver.

Además, los investigadores hallaron que la estimulación del GPI se asociaba con mejoras en la capacidad mental, según medidas como el aprendizaje verbal, tras tres años, mientras que las puntuaciones mentales del grupo del NST fueron más bajas que en la línea de base.

La diferencia podría deberse a que dirigirse al GPI estimula un área más grande del cerebro que el NST, o a que tenga ciertos efectos fuera de esa área, planteó Weaver.

Sin embargo, los investigadores no observaron mejoras en aspectos como el bienestar emocional ni el respaldo social en ninguno de los dos grupos tras tres años.

Con frecuencia, la calidad de vida no mejora en este tipo de estudio, aclaró Stacy. "[Pero] creo que si se le pregunta al paciente, muchos afirmarían que sí, que su calidad de vida es mejor después de la cirugía", anotó.

Actualmente, Weaver y colegas les dan seguimiento a los pacientes de Parkinson durante siete o nueve años tras la cirugía de estimulación cerebral profunda. "Idealmente, deberían tener el estimulador durante el resto de sus vidas si continúa siéndoles útil, así que deseamos observar durante más tiempo para ver qué sucede", señaló.

Más información

Para más información sobre el Parkinson, visite la Parkinson's Disease Foundation.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2011, HealthDay

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