Los índices de supervivencia de paro cardiaco varían ampliamente

Existe una diferencia de cinco veces en diez lugares de América del Norte

MARTES, 23 de septiembre (HealthDay News/Dr. Tango) -- Un estudio reciente halla que, de ciudad a ciudad, hay una diferencia de más de cinco veces en las probabilidades de que una persona sobreviva a un paro cardiaco repentino. Las posibilidades se centran en el sistema de respuesta a las emergencias que esté instalado.

"Esperaba que hubiera algunas diferencias, pero fueron mayores a las esperadas, mayores que para el ataque cardiaco y el accidente cerebrovascular", aseguró el Dr. Graham Nichol, autor del estudio y director del Centro de atención de emergencia prehospitalaria de la Universidad de Washington en Seattle. Su informe aparece en la edición del 24 de septiembre de la Journal of the American Medical Association.

En el estudio se incluyó información sobre los 20,520 casos de paro cardiaco que tuvieron lugar en ocho centros canadienses y estadounidenses, de población total de 21.4 millones, entre mayo de 2006 y abril de 2007. No se hizo ningún esfuerzo por resucitar en casi la mitad de los casos. Entre el 58 por ciento de las personas que recibieron tratamiento de emergencia, el índice de supervivencia, de comunidad a comunidad, varió de 3 a 16.3 por ciento.

De las más de 20,000 personas que sufrieron un paro cardiaco, 954 (el 4.6 por ciento) vivieron y lograron ser dadas de alta de un hospital.

La incidencia de los casos de paro cardiaco sobre los que se informó que recibieron tratamiento de emergencia también varió ampliamente, de 40.3 por 100,000 en la comunidad que menos informó a 86.7 por 100,000 en la que más informó.

La gran diferencia en los índices de supervivencia se deben "pensamos que a la incidencia y el riesgo, así como a la respuesta de la comunidad a un paro cardiaco", señaló Nichol.

No existe un solo paso para todo el continente que se pueda dar para incrementar los índices de supervivencia, dijo. "Cada ciudad necesita saber qué tan bien lo está haciendo", advirtió Nichol. "El paro cardiaco es una afección tratable y las ciudades deberían esforzarse por tratarlo mejor, en lugar de determinar quién no debería recibir tratamiento".

La última parte de la declaración se refirió a otro informe en la misma edición de la revista, en el que los investigadores estudiaron los efectos de dos conjuntos de reglas para no ofrecer tratamiento desarrolladas en Canadá. Por ejemplo, un conjunto decía que no se debía intentar la resucitación si el paro cardiaco no había sido visto por personal de emergencia, si no se había administrado una descarga para reiniciar el corazón fuera del hospital y si la circulación de la sangre no se iniciaba de nuevo.

"La mejor manera de mejorar la supervivencia es estandarizar la atención de los pacientes fuera del hospital", señaló la Dra. Comilla Sasson, becaria clínica Robert Wood Johnson de la Universidad de Michigan. "Si pudiéramos enfocar los recursos sobre los pacientes que tienen las mejores probabilidades de supervivencia, podríamos afectar los resultados".

El Dr. Arthur B. Sanders, que escribió un editorial acompañante, expresó sus dudas acerca de esa afirmación. "No creo que eso afecte la supervivencia en caso de paro cardiaco", apuntó. "Podría ayudar un poco en cuanto al hacinamiento y a contar con instalaciones adecuadas en el momento apropiado".

Nichol, Sanders y Sasson están de acuerdo en un punto, que los paro cardiacos deberían convertirse en enfermedades sobre las que se deba informar, cosa que no se hace ahora, para que las estadísticas sobre la incidencia y la supervivencia estuvieran disponibles más fácilmente.

"Ahí es donde hay que comenzar", enfatizó Sanders. "Necesito conocer las cifras. Si tuviéramos cifras, digamos, sobre la fibrilación ventricular en presencia de trabajadores de emergencia, entonces podríamos usar los principios básicos que conocemos sobre cómo implementar cambios que pudieran mejorar potencialmente la supervivencia".

La fibrilación ventricular es una arritmia potencialmente fatal. El índice de supervivencia de quienes la han sufrido en el estudio varió de 7.7 a 39.9 por ciento.

La fibrilación ventricular se seleccionó porque "se puede tratar con éxito con un desfibrilador", que suministra una descarga para reactivar el ritmo cardiaco, explicó Nichol. "Pero no se trata simplemente de poner desfibriladores en ambientes comunitarios. Hace falta un sistema de respuesta que incluya reconocimiento y tratamiento por parte del público".

Este estudio es un primer paso importante hacia la mejora del tratamiento de emergencia para el paro cardiaco, señaló el Dr. Lance Becker, director del Centro de ciencias de la resucitación de la Universidad de Pensilvania y vocero de la American Heart Association.

"Si no se mide algo, no se sabe lo que se está haciendo y no se puede arreglar", señaló Becker. "Este es uno de los estudios más grandes jamás realizados, que comienza a hacer de las comunidades lugares mejores y más seguros para vivir en cuanto a la supervivencia de un paro cardiaco. Las comunidades que tienen índices de supervivencia más bajos tienen una oportunidad para esforzarse por mejorar esos índices y la cadena de supervivencia".

Más información

La American Heart Association describe los síntomas del paro cardiaco y qué hacer al respecto.


Artículo por HealthDay, traducido por Dr. Tango

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