¿Los 'pasaportes de inmunidad' a la COVID no están listos para el protagonismo?

John F Kennedy Airport, New York City
John F Kennedy Airport, New York City

LUNES, 1 de junio de 2020 (HealthDay News) -- Un viudo en luto, interpretado por Matt Damon, muestra una brillante pulsera con un código a los guardias de seguridad en la película "Contagion" de 2011.

Tras un rápido pitido y una luz verde, se permite a Damon que entre en una tienda a comprar un vestido para el baile de fin de año de su hija.

Esa pulsera era un "pasaporte de inmunidad", es decir, un certificado de la inmunidad de su personaje al letal virus de la película.

La ficción se está convirtiendo rápidamente en realidad, y ahora los pasaportes de inmunidad se están promoviendo como un medio de reabrir al mundo tras los cierres por la COVID-19. Pero a los expertos les preocupa que una variedad de problemas prácticos y éticos pudieran hacer que el concepto no funcione, y que sea potencialmente peligroso para la privacidad y la libertad.

Los gobiernos y los negocios privados están desarrollando ahora programas similares que permitirían a las personas que tengan una inmunidad probada contra la COVID-19 moverse libremente, sin tener que cumplir las directrices de distanciamiento social ni las medidas de salud pública.

Por ejemplo, Chile está emitiendo unos "certificados de alta médica" con tres meses de validez a las personas que se han recuperado de la COVID-19, y Gran Bretaña ha anunciado planes para emitir "certificados de anticuerpos"

El sector privado está procediendo incluso con mayor rapidez para la adopción de pasaportes de inmunidad, señaló Natalie Kofler, profesora del Centro de Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.

"Hay compañías privadas que están desarrollando aplicaciones de pasaportes de inmunidad", apuntó Kofler. "Se están asociando con otros negocios privados para ayudarlos a usar esos pasaportes de inmunidad como formas de limitar el acceso a los clientes o a los empleados".

Pero estos pasaportes de inmunidad tienen problemas fundamentales, en términos de cómo funcionarían y cómo se usarían, apuntan Kofler y otros expertos.

¿Tener anticuerpos equivale a la inmunidad?

En este momento, la ciencia médica ni puede decir si una persona que se ha recuperado de la COVID-19 de hecho es inmune a la enfermedad, o si la presencia de anticuerpos contra el coronavirus en el torrente sanguíneo ofrece algún tipo de inmunidad, apuntó Gigi Kwik Gronvall, experta sénior del Centro de Seguridad de la Salud Johns Hopkins, en Baltimore.

Por ejemplo, las personas podrían necesitar un nivel determinado de anticuerpos contra el coronavirus en la sangre para ser inmunes, planteó Gronvall. La inmunidad quizá ni siquiera dependa de los anticuerpos. En vez de ello, otros factores, como la memoria innata del sistema inmunitario, podría ser lo único que prevenga la reinfección.

Y lo que es peor aún, el nivel de precisión de las pruebas de anticuerpos es tan bajo que una persona sin inmunidad podría en realidad obtener un resultado falso positivo, obtener un pasaporte que no debería tener, y aumentar su riesgo de contraer y propagar el virus, advirtió Kofler.

Las directrices emitidas la semana pasada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. afirman que dada su falta de precisión, los resultados de las pruebas de anticuerpos "no se deben usar para tomar decisiones respecto a la reagrupación de las personas que residan en o que sean admitidas a ambientes grupales, como las escuelas, los dormitorios o los centros correccionales", ni para "tomar decisiones sobre la vuelta de las personas al lugar de trabajo".

"Aunque sí creo que los individuos que se han recuperado de la COVID poseen cierto grado de inmunidad, será muy difícil operacionalizar un pasaporte de inmunidad", concurrió el Dr. Amesh Adalja, experto sénior del Centro de Seguridad de la Salud Johns Hopkins.

"Hay muchas preguntas sobre la inmunidad, que incluyen a su duración, su durabilidad, y cómo medirla, que hacen que depender completamente de ella resulte difícil. Dicho esto, sí creo que las personas que tengan anticuerpos (según se mida mediante una prueba altamente específica) sí tienen cierta protección contra la reinfección durante cierto periodo", apuntó Adalja.

Aunque las pruebas de antivirus digan algo significativo, no hay de ninguna manera suficiente acceso a las pruebas para realizar un programa de pasaportes de seguridad de forma justa, comentó Françoise Baylis, profesora de ética de la Universidad de Dalhousie en Nueva Escocia, Canadá.

Los países tendrían que, como mínimo, tener disponibles el doble de kits de pruebas que el número de ciudadanos en su país, para conducir un programa equitativo, afirmó.

"En teoría, se hace una prueba una vez a todo el mundo, pero no todo el mundo tendrá los resultados de haberse expuesto al virus y haberse recuperado de la COVID-19", dijo Baylis. "Entonces, habría que ofrecer al menos una segunda oportunidad a las personas, ¿no? Esto hace que sean necesarias dos pruebas. Las personas también podrían fallar en el segundo intento, de forma que habrá que poder evaluar a la población de manera constante".

Hay 39 millones de personas en Canadá, pero ese país ha dicho que solo podrá realizar 1 millón de pruebas de anticuerpos en los próximos dos años, anotó Baylis.

"¿Qué sucede con los 37 millones restantes de canadienses?", preguntó.

Estados Unidos necesitaría incluso más pruebas, un mínimo de 660 millones para ofrecer al menos dos oportunidades a cada uno de los 330 millones de habitantes del país.

Apenas un pequeño porcentaje se ha infectado

Además, muy pocas personas se han infectado con la COVID-19 en este momento como para hacer que los pasaportes de inmunidad sean uno de los ejes para reabrir la economía de Estados Unidos u otros lugares.

Apenas de un 2 a un 3 por ciento se han recuperado del coronavirus, anotó Kofler.

"Un negocio no querrá que solo de un 1 a un 2 por ciento de sus clientes puedan entrar a su tienda", apuntó Kofler. "No se podrá operar un negocio si solo de un 1 a un 2 por ciento de los empleados pueden trabajar libremente".

Baylis anotó que incluso en los focos de la COVID-19, apenas de un 15 a un 30 por ciento de las personas se han recuperado de la infección.

"No se reabre una economía con un 30 por ciento de la población", observó Baylis.

Más allá de esos problemas prácticos, también hay impedimentos éticos para instituir un programa de pasaportes de inmunidad, afirmaron los expertos.

La privacidad es un problema

Un pasaporte físico usado por un receptor "facilitaría mucho saber desde el otro lado de la calle si alguien tiene una pulsera que signifique que es inmune o no inmune", apuntó Dakota Gruener, directora ejecutiva de la ID2020 Alliance, una alianza pública/privada enfocada en el desarrollo de programas de identificación digital.

Gruener dijo que muchas personas también se sienten incómodas con la idea de unas bases de datos centralizadas mantenidas por organizaciones gubernamentales que recibirían una "señal" cada vez que se pida a alguien que pruebe su inmunidad a la COVID-19.

Gruener favorece un sistema descentralizado, en que una persona llevaría su pasaporte de inmunidad en su teléfono inteligente.

"Los datos siguen siendo suyos, y están almacenados localmente en su dispositivo", dijo Gruener.

¿Pero qué pasa si una persona no tiene un teléfono inteligente porque no puede permitírselo? ¿Y si no puede ni permitirse la prueba en primer lugar? Los problemas económicos como estos pondrían a las personas que ganan menos dinero en desventaja, advirtió Baylis.

A los expertos les preocupa que las autoridades usen los pasaportes de inmunidad como otro medio de acosar a los negros y a otras minorías, promoviendo políticas de "detención y cacheo".

"Lo vemos como otro motivo de detener a alguien que esté caminando libremente en público y preguntarle si tiene la certificación correcta para estar en público", comentó Baylis.

Las compañías ansiosas por que las personas vuelvan a trabajar están haciendo caso omiso a esas preocupaciones, advirtió Gruener, y las autoridades y los éticos deben trabajar con las firmas privadas para asegurarse de que esos problemas sean resueltos.

Pero Baylis contraargumentó, y dijo que cualquier esfuerzo de las compañías privadas por desarrollar pasaportes de inmunidad debe ser detenido, en lugar de ser facilitado.

"Es incorrecto permitir al sector privado que responda a esa pregunta por nosotros, y que entonces piense que la sociedad, por su gobernanza, debe responder con parámetros que de alguna forma satisfagan ciertos tipos de problemas éticos o sociales", añadió Baylis.

"La primera pregunta es si debemos hacerlo". "Solo cuando esa pregunta se responda en afirmativo se pasa a la segunda serie de preguntas sobre cómo hacerlo de manera ética".

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ofrecen más información sobre la COVID-19.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2020, HealthDay

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