La COVID-19 ya está llegando a las áreas rurales de EE. UU.

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MARTES, 12 de mayo de 2020 (HealthDay News) -- Hasta ahora, ciudades como Nueva York, Seattle, Los Ángeles y Nueva Orleáns han sido los focos de los brotes de COVID-19 en Estados Unidos.

Pero la amenaza del coronavirus está aumentando en las áreas rurales de EE. UU., y de muchas formas, el riesgo en esos lugares es incluso mayor que en las grandes ciudades, señalan los expertos.

Esto se debe a que, en las áreas rurales, las personas tienden a ser mayores y a estar más enfermas, y tienen mucho menos acceso a los servicios de atención de salud necesarios para ayudarlas a mejorar y a prevenir la propagación de la COVID-19 en toda la comunidad, comentó Alan Morgan, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Salud Rural (National Rural Health Association).

"Las áreas rurales de EE. UU. son un área geográfica que sigue enfrentándose a una escasez significativa en la fuerza laboral de la atención de la salud, en un momento en que la población tiene una edad avanzada, con un porcentaje más alto de problemas de salud crónicos", dijo Morgan. "Se tiene a una población con el mayor riesgo de la COVID-19 en un lugar donde también hay una falta de acceso a la atención de la salud. Lamentablemente, es la tormenta perfecta".

El riesgo que plantea el coronavirus en las áreas rurales quizá no sea tan remoto como se podría pensar.

Cuatro de los 10 condados con las tasas más altas de mortalidad por la COVID-19 están en la parte rural del Sur, según estadísticas recopiladas por el Washington Post. Tres están en la parte rural de Georgia, y uno en la Parroquia de San Juan Bautista, en Luisiana.

"Hasta la semana pasada, un 86 por ciento de los condados rurales tenían al menos un caso de COVID-19, y un tercio de los condados rurales tenían al menos una muerte por la COVID-19", apuntó Carrie Henning-Smith, profesora asistente de políticas y gestión de la salud de la Universidad de Minnesota.

Unos nuevos datos muestran que el coronavirus se ceba en los pueblos más pequeños

Y las cosas están empeorando. Unos datos que el grupo de trabajo del coronavirus de la Casa Blanca usa muestran que las tasas de infección alcanzan nuevos picos en las comunidades más pequeñas de todo el país, reportó el jueves NBC News.

Las 10 áreas principales reportaron aumentos de un 72.4 por ciento o más en un periodo de siete días, muestra un grupo de tablas producidas por el grupo de trabajo. Incluyen a Des Moines, Iowa; Amarillo, Texas; y Central City, Kentucky, que experimentó un increíble aumento de un 650 por ciento en los casos, reportó NBC News.

El aumento en las tasas de infección sugiere que el coronavirus se está propagando con rapidez fuera de las grandes ciudades costeras que fueron los focos iniciales.

Morgan anotó que la COVID-19 ha invadido la parte rural de EE. UU. en una serie de olas.

La primera ola llegó a las comunidades rurales que dependen del turismo, por ejemplo las estaciones de esquí en Colorado, Utah y Idaho, apuntaron los expertos.

"Había personas que no vivían permanentemente en el pueblo, pero que venían a visitar con fines recreativos y que propagaron la COVID-19, que de repente abrumó a los sistemas de atención de la salud, los supermercados y otros recursos en esos lugares", comentó Henning-Smith.

La siguiente ola implicó a las áreas rurales ubicadas al lado de las grandes áreas metropolitanas, dijo Morgan, citando como ejemplo a la Parroquia de San Jaime, en Luisiana.

"Las personas de San Jaime se desplazan a Baton Rouge o a Nueva Orleáns, y lo llevaron de vuelta a la comunidad", explicó Morgan.

Después de esto, la COVID-19 comenzó a aparecer en comunidades rurales con autopistas interestatales, donde grandes paradas de camiones sirven como puertas giratorias para camioneros de todas partes del país, apuntó Morgan. Batesville, Indiana, es un pueblo pequeño que experimentó un inmenso aumento en las infecciones de coronavirus debido a los viajes por autopista.

Las plantas de envasado de carne y las cárceles son focos de infección

Ahora, los brotes de COVID-19 comienzan a ocurrir en los lugares de trabajo rurales, como los centros de envasado de carne, además de las cárceles que están en los campos, dijo Morgan.

Los habitantes del campo no viven hacinados, como sus primos de la ciudad, pero se congregan en lugares donde pueden transmitirse el virus con facilidad de una persona a otra, advirtió Morgan.

"Al hablar de la parte rural de EE. UU., todo el mundo piensa en los granjeros y rancheros de Wyoming y Montana. Esa gente es la pionera del concepto del distanciamiento social. Están acostumbrados", señaló Morgan. "En realidad estamos hablando de cientos de pequeños pueblos de EE. UU. con dos o cuatro semáforos".

En esas comunidades, "todo el mundo va el mismo Walmart. Todos van al mismo supermercado. Todos van a la misma oficina de correos. Es una situación realmente mala", dijo Morgan.

Al mismo tiempo, en las áreas rurales las personas viven lo suficientemente apartadas como para que a las autoridades de salud pública puede resultarles difícil realizar el tipo de trabajo de investigación que se necesita para evitar los brotes, por ejemplo el rastreo de los contactos y las pruebas de virus, indicó Henning-Smith.

"Es muy difícil hacer un rastreo cuando hay que conducir entre 45 minutos y una hora para llegar al siguiente pueblo", comentó Henning-Smith. "Llegar a las personas en los lugares donde las personas no viven cerca las unas de las otras conlleva más tiempo y mucho más esfuerzo".

Las personas que viven en las áreas rurales también tienden a ser mayores y a padecer afecciones de salud crónicas, lo que las pone en un mayor riesgo de fallecer de la COVID-19, subrayó Henning-Smith.

Al mismo tiempo, los hospitales locales tienen dificultades

También tienen que desplazarse una mayor distancia para obtener atención de la salud, usualmente, y los hospitales y clínicas rurales con los que cuentan están teniendo dificultades para permanecer abiertos, añadieron los expertos.

En Estados Unidos hay unos 2,000 hospitales rurales, y dos tercios de ellos tienen 25 o menos camas disponibles para pacientes internos, dijo Morgan.

Más de la mitad de esos hospitales rurales tienen déficits presupuestarios cada año, añadió Henning-Smith.

"Desde 2010, 128 hospitales rurales han cerrado, ocho tan solo en 2020", lamentó Henning-Smith. "Al menos tres han cerrado desde el inicio de la pandemia".

Lamentablemente, los cierres que se requieren para evitar que la COVID-19 abrume al sistema de atención de la salud de EE. UU. también eliminan una fuente de ingresos clave de los hospitales.

Los hospitales tuvieron que cancelar los procedimientos electivos y dejar de tratar a los pacientes, lo que representaba hasta un 80 por ciento de los ingresos de los hospitales rurales, explicó Morgan.

"Los hospitales rurales ya tenían problemas, incluso antes de que todo esto sucediera", dijo Leighton Ku, director del Centro de Investigación en Políticas de Salud de la Universidad de George Washington, en Washington, D.C. "Quizá las pérdidas actuales son lo que les faltaba para llevarlos al precipicio. No me sorprendería enterarme de que esto provocara la bancarrota de algunos hospitales rurales o muy pequeños".

Conseguir suministros es difícil

Para empeorar las cosas, los hospitales rurales no están en una buena posición para gestionar un brote repentino de COVID-19.

Los hospitales y las clínicas de los pueblos pequeños tienen que esforzarse más para localizar y comprar el equipo que necesitan, comentó Henning-Smith.

"Hay muchas clínicas y hospitales muy pequeños, muchos de los cuales son independientes. Simplemente no tienen el poder adquisitivo para ubicarse a la cabeza de la fila o para negociar un precio razonable para el equipo adicional", dijo Henning-Smith.

Esos centros también tienden a ser operaciones muy austeras, y la pérdida de parte del personal debido a la infección con la COVID-19 durante un brote sin duda alguna los dejaría fuera de acción, advirtió Morgan.

"Hemos hecho un muy buen trabajo al construir hospitales eficientes en los pueblos pequeños. Al decir eficiente me refiero a que no tienen ninguna capacidad para un aumento en los casos", dijo Morgan. "En los centros que se han enfrentado a la pandemia, un tema común es que uno o dos profesionales clínicos se contagian de COVID-19. No hay espacio para los errores, y se comienza a perder personal clínico. Esto complica el problema, desde la perspectiva de un pueblo pequeño".

El gobierno federal está distribuyendo 10 mil millones de dólares de alivio de emergencia a los hospitales y clínicas rurales, y tanto Morgan como Henning-Smith tienen la esperanza de que el dinero ayude a mantener la atención de la salud rural abierta hasta que se aligeren los requerimientos de distanciamiento social.

"Muchos de nuestros miembros nos dicen que están retomando los procedimientos electivos y aceptando a pacientes ambulatorios", dijo Morgan. "En un mundo perfecto, esto funciona. Mientras utilizan estos fondos federales, comienzan a tener ingresos de nuevo. Con algo de suerte, esta es una vía para mantener a los hospitales rurales abiertos durante esta crisis".

"Los hospitales rurales también han tomado cartas en el asunto, al formar en algunos lugares consorcios de compradores para tener ciertas ventajas para obtener las pruebas, ventiladores, guantes, máscaras, batas y otros suministros necesarios", añadió Henning-Smith.

"Que las clínicas se asocien para hacer un pedido de gran tamaño puede ser muy útil en esta situación", aseguró. "De otra forma, los proveedores rurales simplemente no estarán a la cabeza de la fila".

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ofrecen más información sobre la COVID-19.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2020, HealthDay

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