Aumentan las lesiones de las porristas

Las jóvenes porristas, en su mayoría niñas, están haciéndose daño a medida que este deporte se vuelve más serio

MARTES 3 de enero (HealthDay News/HispaniCare) -- La actividad de las porristas ha pasado de una práctica marginal a un deporte sofisticado, lo que ha causado un aumento marcado en las lesiones, sobre todo entre las chicas.

Las lesiones relacionadas con las porras aumentaron más del doble entre las personas entre los 5 y los 18 años entre 1990 y 2002, según concluye un artículo publicado en la edición de enero de Pediatrics.

"Las porras de antes consistían en pararse en la parte lateral del campo para agitar pompones y dirigir al público para animar a los deportistas, pero ahora han incorporados habilidades gimnásticas de alta técnica, como pirámides y lanzarse las unas a las otras al aire", aseguró Brenda Shields. Ella es la principal autora del estudio y coordinadora de investigación del Centro para la investigación y políticas sobre lesiones del Instituto de investigación infantil de Columbus del Hospital infantil de la misma ciudad en Ohio. "Todo esto está llevando, por lo menos esa es nuestra hipótesis, a mayores índices de lesiones".

"Los atletas son más grandes, más fuertes y más rápidos en casi cualquier deporte de lo que lo eran hace 10 ó 20 años. Existen maniobras más agresivas y los chicos están comenzando a edades cada vez más tempranas, lo que lleva a más lesiones", agregó el Dr. Todd Schlifstein, profesor asistente de medicina de rehabilitación de la facultad de medicina de la Universidad de Nueva York. "¿Realmente tiene la habilidad para hacer lo que intentan hacer? Están haciendo tantas cosas tan pronto y desde tan pequeños, ¿realmente son físicamente capaces?"

La American Association of Cheerleading Coaches and Advisors calcula que hasta 3.5 millones de personas (incluidos adultos) participaron en actividades de porristas en 2002. Esto está muy lejos de los orígenes de las porras en el invierno de 1898, cuando Johnny Campbell dirigió las porras de un partido de fútbol americano de la Universidad de Minnesota.

Las preocupaciones recientes acerca de las lesiones, en particular las catastróficas, han llevado al intento de hacer algunas reformas.

En 2002, el departamento de atletas de la Universidad de Nebraska en Lincoln (UNL) anunció que se prohibirían las acrobacias y volteretas de las porras, teniendo en cuenta que éstas eran responsables por una porción desproporcionada de las lesiones catastróficas sufridas por atletas de sexo femenino de universidades y escuelas secundarias. En el anunció se mencionó a una porrista de la UNL que se había fracturado el cuello al realizar un salto mortal durante un ensayo en 1996. La decisión, sin embargo, fue revocada por el nuevo director del departamento en 2003.

Shields y el coautor analizaron datos del Sistema nacional electrónico de lesiones de la U.S. Consumer Product Safety Commission sobre niños entre los 5 y los 18 desde 1990 a 2002.

Cerca de 209,000 niños recibieron tratamiento en los departamentos de emergencia de los hospitales por lesiones relacionadas con las porras durante el periodo de tiempo que cubrió el estudio. Eso resulta en unas 16,100 lesiones reportadas cada año. Según los investigadores, la cantidad de lesiones aumentó en 110 por ciento durante ese periodo.

Casi todos los niños lesionados (el 97 por ciento) eran de sexo femenino y el 85 por ciento de las lesiones ocurrió en niños entre los 12 y los 17 años de edad. La edad promedio de los niños lesionados era de 14 años.

La mayoría de las lesiones (el 37 por ciento) afectó las extremidades inferiores, mientras que el 26 por ciento las extremidades superiores, el 18 por ciento la cabeza y el cuello, y el 16 por ciento el tronco.

"Los chicos entre los 12 y los 18 sufrieron principalmente lesiones de las extremidades inferiores, como esguinces o torceduras", sostuvo Shields. "Los chicos más pequeños sufrieron lesiones en la cabeza y en las extremidades superiores, es decir, el brazo, la muñeca y la mano".

Un poco más de la mitad (el 52 por ciento) de las lesiones fueron esguinces y torceduras, el 18 por ciento lesiones de los tejidos blandos, como moretones, el 16 por ciento fracturas y dislocaciones, el 3 por ciento laceraciones y otro 3 por ciento contusiones y de lesiones de cabeza cerrada.

La mayoría de los pacientes fueron tratados y dados de alta el mismo día, mientras que aquéllos con fracturas y dislocaciones, fueron más propensos a ser ingresados al hospital.

"La mayoría fueron lesiones menores y el 98 por ciento de ellos fueron dados de alta el mismo día, pero es preocupante que el 3 por ciento de las lesiones sean contusiones o lesiones de cabeza", agregó Schlifstein.

Los autores presentaron tres recomendaciones para ayudar a controlar el problema.

La primera se trata de implementar una serie de reglas y regulaciones que se hagan cumplir universalmente dirigidas a incrementar la seguridad de las porristas. "Actualmente, muchas esuelas y entrenadores cuentan con sus propias reglas de seguridad, pero no son las mismas que las de otras escuelas y podrían no ser igual de estrictas", advirtió Shields.

Dichas reglas podrían incluir exigir que se realicen todas las rutinas, bien sea en ensayos o durante los partidos, sobre superficies de alta absorción a los impactos, como colchonetas de gimnasia, y que un entrenador certificado esté presente durante el entrenamiento.

La segunda recomendación sería que todos los entrenadores de porras completen de forma obligatoria un programa de entrenamiento y certificación en seguridad. "Actualmente, muchos entrenadores no están verdaderamente entrenados en el entrenamiento de las porras", explicó Shields. "Se trata simplemente de profesores que asumen la responsabilidad y no saben lo que están haciendo".

La segunda recomendación es crear una base de datos nacional para hacer seguimiento de las lesiones relacionadas con las porras para que se puedan evaluar con más cuidado estrategias de intervención.

Más información

Para mayor información acerca de la seguridad en las porras, visite la American Association of Cheerleading Coaches and Advisors.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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