El brote de sarampión del año pasado en la ciudad de Nueva York contiene lecciones para la crisis de la COVID

child with fever
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MARTES, 2 de junio de 2020 (HealthDay News) -- Una nueva investigación muestra que un brote de sarampión en la ciudad de Nueva York el año pasado podría haber sido mucho peor si la ciudad no hubiera lanzado una campaña de vacunación, un hallazgo que podría ayudar a orientar la respuesta a la pandemia del coronavirus.

El brote de sarampión, el mayor en Estados Unidos en casi tres décadas, al final enfermó a 649 personas. La mayoría fueron niños de una comunidad ortodoxa judía en Brooklyn.

Todo comenzó en otoño de 2018, cuando un niño sin vacunar volvió a casa de su viaje a Israel infectado con el virus del sarampión. Las bajas tasas de vacunación en la comunidad ortodoxa local permitió que la infección se propagara.

Las autoridades de la ciudad respondieron declarando una emergencia de salud pública en abril de 2019, que incluyó la administración obligatoria de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubeola (SPR) en los códigos postales afectados.

Si no se hubieran tomado esas medidas, estima el nuevo estudio, el brote habría sido al menos 10 veces peor.

Entre 6,500 y 8,100 personas habrían contraído el virus, sobre todo bebés y niños en edad preescolar, según la autora del estudio, Wan Yang.

"Es una enfermedad altamente infecciosa", señaló Yang, profesor asistente de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York.

Su análisis mostró que el retraso en la vacuna SPR entre los niños pequeños fue el motivo principal del brote, lo que no resultó sorprendente. Pero es probable que la propagación fuera acelerada por unas "fiestas del sarampión", en que los padres juntaban a sus hijos a propósito para exponerlos a la enfermedad, con la idea de darles una inmunidad "natural".

Yang anotó que, hoy en día, los padres en general no tienen mucha idea de cómo es el sarampión, gracias a las vacunas. Entonces, quizá no comprendan lo grave que la enfermedad puede ser, enfatizó.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., alrededor de un 20 por ciento de los estadounidenses que contraen el sarampión acaban en el hospital, mientras que entre 1 y 3 de cada 1,000 fallecen.

El brote de Nueva York fue el mayor que el país ha experimentado en décadas, pero durante años han ocurrido brotes más pequeños. Según los CDC, suceden cuando un viajero vuelve con el virus a Estados Unidos, y entonces se propaga en aglomeraciones de personas sin vacunar, con frecuencia fomentadas por el sentimiento "antivacunas" de algunos padres.

Después de que Nueva York activara su campaña de vacunación, más de 32,000 niños y adolescentes habían recibido la vacuna SPR en julio de 2019, según Yang. En septiembre, se declaró que el brote había acabado.

Pero hay muchas preocupaciones de un brote futuro. Desde que el nuevo coronavirus llegó a las costas de EE. UU., las vacunas de rutina se han reducido, porque los padres evitan llevar a sus hijos a los consultorios de los médicos.

Yang apuntó que, en la ciudad de Nueva York, las tasas de vacunación con la SPR se han reducido en un 63 por ciento, según los informes. En todo el país, un estudio de los CDC encontró que las vacunaciones infantiles de rutina se desplomaron a partir de finales de marzo.

Y eso es preocupante, afirmó el Dr. Paul Offit, director del Centro de Educación en Vacunas del Hospital Pediátrico de Filadelfia.

"Tenemos una población de niños que no han recibido suficientes vacunas que son vulnerables a enfermedades como el sarampión y la tos ferina", advirtió Offit, que no participó en el estudio.

Por ahora, anotó, las medidas de distanciamiento social y el uso de máscaras ofrecen cierta protección.

Pero Offit enfatizó que lo último que se necesita ante la llegada del otoño y el invierno es que haya un gran grupo de niños vulnerables a enfermedades prevenibles.

"Se prevé un invierno malo", dijo. "La gripe estacional y la SARS-CoV-2 estarán en circulación. Si también tenemos sarampión, los sistemas de atención de la salud podrían verse abrumados".

Su consejos para los padres es que "vacunen a sus hijos ahora".

Yang se mostró de acuerdo. "Debemos estar lo más preparados posible cuando llegue el invierno", planteó. "Hable con el médico de su hijo y póngase al día con las vacunas".

En su estudio, Yang creó un modelo computarizado para simular la transmisión del sarampión en la comunidad ortodoxa, basándose en datos de la ciudad de Nueva York. Los hallazgos, que se publicaron el 27 de mayo en la revista Science Advances, indican que los retrasos en las vacunas SPR de los niños de 1 a 4 años permitieron a la infección afianzarse.

Entonces, un aumento en el contacto entre los niños en edad preescolar (probablemente en fiestas del sarampión) avivó el fuego.

Los resultados también resaltan un problema más amplio respecto a la efectividad de las vacunas: mientras las personas se nieguen a recibirlas, la población sigue siendo vulnerable. Y unas encuestas recientes sugieren que si se desarrolla una vacuna contra la COVID-19, muchos estadounidenses podrían rehusarla.

Offit dijo que comprende la cautela, dada la prisa por desarrollar una vacuna. "Es razonable tener dudas respecto a algo que entrará en el cuerpo", dijo.

Pero en términos prácticos, añadió Offit, muchas personas no tendrán que tomar esa decisión de inmediato. Cualquier vacuna contra la COVID-19 no estará universalmente disponible al instante. Es probable que se distribuya de forma "escalonada", y que las primeras dosis se ofrezcan a las personas con un riesgo más alto de una enfermedad grave.

Anotó que los niños no encabezarán esa lista.

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. ofrecen más información sobre las vacunas infantiles.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2020, HealthDay

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