En muchos niños, ser quisquilloso con la comida no es solo una fase, encuentra un estudio

school lunch
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MARTES, 26 de mayo de 2020 (HealthDay News) -- Un estudio podría tener malas noticias para los padres que esperan que su hijo que es "quisquilloso" con la comida lo supere con el tiempo.

Los investigadores encontraron que los niños de 4 años que eran quisquillosos seguían rechazando muchos alimentos a los 9 años, lo que sugiere que su forma de comer es más bien un rasgo que una fase.

El estudio, que dio seguimiento a más de 300 niños, encontró tres patrones: La mayoría se ubicaron consistentemente en el término medio cuando se trataba de ser quisquillosos con la comida: a veces rechazaban la comida extraña, pero estaban relativamente dispuestos a probar nuevos alimentos.

Una minoría considerable (un 29 por ciento) comían siempre cualquier cosa que sus padres les ofrecieran.

Y un 14 por ciento eran quisquillosos. De los 4 a los 9 años, rechazaban de manera rutinaria los nuevos alimentos y mantuvieron un repertorio culinario limitado.

Aun así, hay destellos positivos en los hallazgos de los investigadores, que se publicaron en la edición del 26 de mayo de la revista Pediatrics.

Uno es que no hubo señales de que los que eran quisquillosos con la comida estuvieran por debajo del peso apropiado. Y el hecho de que la quisquillosidad pareciera ser un rasgo (y no un fallo de parte de los padres) podría ofrecer cierto consuelo.

"Para los padres, encargarse de un niño quisquilloso con la comida puede ser muy estresante", anotó la investigadora sénior, la Dra. Megan Pesch, pediatra del Hospital Pediátrico C.S. Mott de la Universidad de Michigan, en Ann Arbor.

Pero si los padres creen que hicieron algo mal para provocarlo, estos hallazgos sugieren lo contrario.

"No es su culpa", aseguró Pesch. "Parece ser parte de las tendencias del niño".

Estos hallazgos tampoco significan que los padres no puedan hacer nada con un niño quisquilloso con la comida, enfatizó. El estudio solo siguió a las familias para ver qué ocurría de forma natural, y no evaluó ninguna intervención para cambiar los hábitos de alimentación de los niños.

Lo que sí parece claro es que los ultimátums a la hora de comer no ayudan.

En este estudio, las madres de los niños quisquillosos con la comida reportaron más esfuerzos por controlar lo que sus hijos consumían, incluyendo límites en los alimentos azucarados o grasos. (Cuando los niños tienen una puntuación alta en la escala de la quisquillosidad, anotó Pesch, con frecuencia eligen esos tipos de alimentos).

A pesar de esas batallas, la quisquillosidad de esos niños persistió.

De hecho, es probable que la coerción esté destinada al fracaso, según Nancy Zucker, directora del Centro Duke de Trastornos de la Alimentación de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.

Zucker, autora de un editorial publicado con el estudio, apuntó a uno de sus hallazgos clave. Basándose en las respuestas de las madres a un cuestionario estándar, los niños más quisquillosos con la comida también tendían a ser emocionalmente reactivos en general.

Y esos niños no respondían bien a las exigencias en la mesa. "No funciona", señaló Zucker. "Esos niños simplemente se cierran".

Se mostró de acuerdo en que los hallazgos sugieren que la quisquillosidad con la comida es un rasgo.

"Tal vez estos niños tengan una mayor tendencia a la evitación del daño", observó Zucker. "Y cuando se piensa al respecto, comer es romper una barrera, permitir que algo entre al cuerpo. Estos niños se frenan cuando todos los demás corren a comer".

¿Qué pueden hacer los padres?

Zucker dijo que hacer que las comidas sean unas experiencias agradables podría al menos mejorar el estado de ánimo de los niños respecto a la comida. Y esto podría, en algún momento, aliviar esas barreras.

Incluir a los niños en la compra y en la preparación de la comida, apuntó Zucker, es una forma de hacer que resulte más placentera para ellos.

Pesch se mostró de acuerdo, y añadió que la simple exposición también podría ayudar. Esto implica seguir haciendo comidas variadas para la familia, de forma que el niño quisquilloso con la comida se acostumbre a su aspecto y olor.

"Pero no lo presione", aconsejó Pesch. "No intente obligarlo a dejar el plato limpio ".

El estudio incluyó a 317 parejas de madres e hijos a quienes se dio seguimiento desde el momento en que el niño tenía unos 4 años hasta los 9 años. Las madres completaron unos cuestionarios sobre la "quisquillosidad con la comida", y un 14 por ciento de los niños tuvieron una puntuación suficientemente alta y consistente como para ser considerados quisquillosos con la comida.

¿Qué tiene de malo ser quisquilloso con la comida? El estudio no encontró consecuencias respecto al peso. Los niños quisquillosos tendían a pesar menos que aquellos a los que les gustaban muchos alimentos distintos, pero no tenían un peso insuficiente.

Pero existe una preocupación sobre la calidad nutricional de sus dietas, además de problemas como el estreñimiento crónico, dijo Zucker.

Pesch también apuntó que el estudio observó una quisquillosidad común con la comida, en que los niños se limitaban a sus platos infantiles favoritos, como los macarrones con queso, los perritos calientes y los cereales. Si el consumo de alimentos de los niños es muy limitado, añadió, los padres deben hablar con el pediatra.

Más información

La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) ofrece consejos a los padres de niños que son quisquillosos con la comida.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2020, HealthDay

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