El abuso de opiáceos se multiplica por 6 entre los adolescentes de EE. UU., pero demasiados pocos son tratados, según un estudio

Muchos no reciben los medicamentos recomendados para vencer esas dependencias, señalan unos investigadores
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LUNES, 19 de junio de 2017 (HealthDay News) -- La tasa de adicción a los opiáceos entre los estadounidenses de hasta 25 años de edad y menores se multiplicó caso por seis entre 2001 y 2014. Pero pocos jóvenes adictos reciben el tratamiento médico que podría prevenir una sobredosis o una recaída, encuentra un nuevo estudio.

Solo alrededor de un 27 por ciento de los jóvenes tratados por adicción a los analgésicos recetados o a la heroína recibieron buprenorfina o naltrexona, dos medicamentos anti adictivos recomendados, reportaron los investigadores.

"La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) considera a esos fármacos el estándar de atención basado en las evidencias para la adicción a los opiáceos", señaló el investigador líder, el Dr. Scott Hadland, profesor asistente de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston.

Se ha demostrado que la buprenorfina (Buprenex, Suboxone) reduce las ansias, mientras que la naltrexona (Revia, Vivitrol) bloquea la intoxicación de los opiáceos, dijo.

El tratamiento más efectivo incluye fármacos más consejería para llegar a la raíz psicológica de la adicción, dijo Hadland.

En gran parte debido a la adicción a la heroína y a los analgésicos recetados como OxyContin (oxicodona) y Vicoprofen (hidrocodona), las muertes por sobredosis de drogas y medicamentos se han triplicado en Estados Unidos desde 2000, comentaron los autores en las notas de respaldo.

En el estudio, los investigadores revisaron los datos de las reclamaciones del seguro privado para identificar a los adolescentes y a los adultos jóvenes, de 13 a 25 años de edad, diagnosticados con una adicción a un opiáceo entre 2001 y junio de 2014.

De casi 10 millones de pacientes en total, encontraron que casi 21,000 recibieron un diagnóstico de adicción, a una edad promedio de 21 años. Esa tasa se multiplicó casi por seis entre 2001 y 2014, dijo Hadland.

De los casi 5,600 que recibieron buprenorfina o naltrexona en un plazo de seis meses tras el diagnóstico, 9 de cada 10 recibieron buprenorfina. La naltrexona quedó en un distante segundo lugar.

Pero muy pocos de los adictos más jóvenes recibieron alguno de los fármacos. Entre los de 16 y 17 años, solo 1 de cada 10 los recibió. Entre los de 15 años o menos, solo un 1.4 por ciento los recibieron, dijo Hadland.

El informe aparece en la edición en línea del 19 de junio de la revista JAMA Pediatrics.

Hadland también sospecha que muy pocos adolescentes y adultos jóvenes reciben consejería. "En todo EE. UU., apenas más o menos 1 de cada 12 adolescentes y adultos jóvenes que tienen una adicción recibe algún tratamiento para la misma", lamentó.

Un motivo es que hay muy pocos pediatras y médicos de familia que estén familiarizados con la adicción a los opiáceos o entrenados para tratarla, dijo.

"En vista de la crisis nacional de opiáceos, de verdad ahora es más importante que nunca garantizar que los proveedores reciban el entrenamiento", planteó Hadland.

Otros especialistas se mostraron de acuerdo.

"El problema de la adicción a los opiáceos está empeorando, y debemos ponernos al día en términos del acceso a la atención", comentó el Dr. Metee Comkornruecha, especialista en medicina adolescente en el Hospital Pediátrico Nicklaus, en Miami.

De ese punto también se hizo eco Noa Krawczyk, del programa de entrenamiento en epidemiología de la dependencia a las drogas y a los medicamentos del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EE. UU. en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.

"El tratamiento asistido por medicamentos no se está manteniendo al día con la necesidad creciente de esos tratamientos entre los jóvenes", dijo Krawczyk, coautora de un editorial que acompaña al estudio.

"Ampliar el tratamiento asistido con medicamentos para los jóvenes puede prevenir la pérdida de vidas, la discapacidad, el encarcelamiento y el desempleo innecesarios", enfatizó.

Varios factores limitan el acceso a esos medicamentos, anotó Krawczyk. Incluyen límites en la cobertura del seguro y restricciones para inscribir a los jóvenes en programas de tratamiento que ofrecen dichos medicamentos.

También existe un estigma de que el tratamiento con medicamentos "solo sustituye una droga por otra", apuntó.

"Los cambios en las políticas y la práctica clínica podrían ayudar a aumentar la utilización del tratamiento asistido con medicamentos para los jóvenes que tienen problemas con los trastornos de uso de opiáceos, y se les debe dar prioridad", dijo Krawczyk.

Aunque la cantidad de pacientes tratados con buprenorfina o naltrexona aumentó de forma significativa de 2002 a 2009, se redujo en 2014, a pesar de la creciente epidemia de analgésicos opiáceos, encontraron los investigadores.

Además, los pacientes más jóvenes, los de sexo femenino, los negros y los hispanos eran menos propensos a recibir uno de los fármacos que otros adictos, apuntó Hadland.

Una limitación del estudio es que los datos provinieron solo de registros del seguro privado. No fue posible determinar si los pacientes con Medicaid o sin seguro recibían los medicamentos para la adicción.

Hadland dijo que los padres deben aprender a detectar las señales de abuso.

"Los padres deben estar atentos a cambios en la conducta de sus hijos", aconsejó. "Pueden parecer cansados, sedados o distantes de los amigos y la familia".

Pero "también es posible estar enganchado a los analgésicos y no tener muchas señales fácilmente visibles", añadió Hadland.

Más información

Para más información sobre la epidemia de opiáceos, visite los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2017, HealthDay

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