La razón por la que dejar un hábito de opiáceos puede ser tan difícil

La abstinencia y el miedo al regreso del dolor crónico hacen que algunas personas sigan siendo dependientes durante años, según expertos en la adicción
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MIÉRCOLES, 20 de julio de 2016 (HealthDay News) -- Tenía 26 años, era especialista de quinta clase en el ejército de EE. UU., y estaba destinado en el extranjero, cuando un accidente en una autopista alemana hizo que saliera disparado por el parabrisas de su coche.

Ahora el veterano de 60 años de edad refiere no revelar su nombre, pero sí su historia, que supone una lucha durante décadas contra el dolor de espalda crónico y una adicción a los analgésicos opiáceos que esperaba que le ayudarían.

"Al principio, tomaba 50 miligramos [mg] de Percocet", recordaba el residente en Colorado. "Cada día me despertaba con dolor. Y cada día me tomaba automáticamente una pastilla enseguida y volvía a trabajar. No pensaba nada en ello. Solamente tomaba Percocet junto con hidrocodona [Vicodin], y funcionaba".

Pero "al final ya no funcionaba", dijo. "Me sentía como si estuviera poniendo una tirita en una herida de bala, y ya no podía soportar el dolor".

Luego, con el tiempo, hubo un "descenso gradual", dijo, a más pastillas y en dosis más altas.

Es una historia que comparten cada vez más estadounidenses. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. han calificado al uso inadecuado y a la adicción de opiáceos recetados como una "epidemia" en toda regla.

Aproximadamente 2 millones de estadounidenses están ahora enganchados a un abuso o una dependencia de opiáceos recetados, estima la agencia, y más de 165,000 hombres y mujeres fallecieron de una sobredosis de opiáceos recetados entre 1999 y 2014.

"Estaba llegando a un callejón sin salida", recordó el veterano. "Afectaba a mi estado de ánimo, afectaba a mi actitud, pero no podía funcionar sin ellos. Cuando llevaba 10 años en ello yo tomaba 3 o 4 pastillas al día".

Después de un intento de suicidio, seguido de un mes en un centro de salud mental, decidió que ya había sido suficiente. "Quería dejarlos. Quería dar un vuelco a mi vida. Así que dejé de tomar opiáceos", comentó. "Lo dejé de golpe".

Pero ahí es cuando las cosas fueron todavía a peor, recordó. Sin la orientación médica adecuada o el respaldo social, ese intento inicial de dejarlo fracasó.

Nada de esto sorprende a la especialista en adicciones Kelly Dunn, que investiga sobre este problema en la Facultad de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore.

"Cuando se deja de tomar los opiáceos se necesita un tiempo para que el cuerpo regenere su propio sistema de 'analgésicos'", explicó. "Generalmente, entre 4 y 5 días. La gravedad depende del paciente, y no se puede predecir quién reaccionará de qué modo, pero la abstinencia es real".

La abstinencia de los opiáceos es una experiencia muy perturbadora, añadió otro especialista, el Dr. Joseph Frank, profesor de medicina en la Universidad de Colorado. Dijo que la abstinencia normalmente implica un malestar general profundo, un dolor severo, náuseas, vómitos, diarrea y calambres abdominales.

"Los pacientes a menudo no se lo dicen a nadie, porque, en primer lugar, les preocupa que los estigmaticen por ser adictos", añadió Dunn. "Incluso en el caso de que el problema proceda de la dependencia a un medicamento que han tomado tal y como les han recetado. Algunos lo afrontarán y lo superarán, pero otros no pueden soportarlo. Así que vuelven a tomar los medicamentos, para evitar la abstinencia".

El veterano recordó: "me acurrucaba en una esquina y lloraba. No comía, no iba a trabajar, perdí mi apartamento y perdí el trabajo. Era lo que había escuchado que sufren los adictos a la heroína cuando intentan dejarlo de golpe. Sería algo así. Simplemente lo dejas, y entonces empiezan los problemas mentales. Crees que a nadie le importa; piensas: 'estaría mejor muerto'".

Esa historia se repitió muchas veces en un estudio que Frank dirigió recientemente y que contó con 24 pacientes con dolor que residían en Denver y a los que se entrevistó entre 2014 y 2015.

La mayoría de los pacientes, que tenían de 31 a 73 años, dijeron que su miedo a que el dolor regresara normalmente superaba a cualquier temor a la adicción.

A muchos todavía les preocupa que unos analgésicos menos adictivos y no opiáceos simplemente no funcionarían. Y para las personas que habían intentado dejar los opiáceos sin éxito, la abstinencia era tan horrorosa que a menudo hacía que no lo volvieran a intentar.

Aun así, sí había historias de éxito. El equipo de Frank, que reportó el estudio en una edición reciente de la revista Pain Medicine, dijo que una cuarta parte de los encuestados ya habían dejado de tomar opiáceos, y la mitad estaban en el proceso de dejarlos gradualmente. Pero una cuarta parte seguían tomando opiáceos para el dolor crónico.

Habitualmente, las personas que habían dejado su adicción con éxito apuntaban al respaldo de su familia y sus amigos como algo clave. La ayuda de otros adictos (personas que pasaban por la misma situación) fue útil también, al igual que la orientación de un médico de confianza.

Hoy en día, el veterano de Colorado afirma que finalmente se ha liberado de su adicción a los analgésicos opiáceos, pero no se ha liberado del dolor. "Ahora solamente tomo 500 mg de aspirina, pero solamente controla un 10 por ciento del dolor", dijo. "Así que he aprendido a vivir con eso. Pero gané esa batalla".

Dunn se mostró de acuerdo en que el dolor crónico es tremendo, así que comprende hasta qué punto las personas se sienten desamparadas.

"Si alguna vez ha conocido a alguien con un dolor crónico, haría cualquier cosa por ayudarle", dijo. "Así que hay un lugar para los opiáceos. Pero se han recetado en exceso, y no se ha pensado en las consecuencias. Y ahora personas de todas las edades, razas y ambientes socioeconómicos están en riesgo de dependencia o de abuso".

"La desintoxicación, que es el método que se usa más habitualmente, no es el único, ni incluso el más efectivo, modo de abordar la abstinencia", añadió. "Pero la verdad es que las personas a menudo no buscan tratamiento hasta que han tocado fondo, cuando están combatiendo contra un hábito (una necesidad de consumir) que con frecuencia hace años que se tiene".

"Estas personas necesitan asesoramiento, estas personas necesitan ayuda", dijo Dunn. "No pueden hacerlo solas".

Más información

Para más información sobre los peligros de la adicción a las drogas, visite el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EE. UU.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2016, HealthDay

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