Unos podrían sufrir más que otros con el desempleo

Un estudio encontró que a los que pueden encontrar trabajo entre periodos de desempleo les va mejor
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MARTES, 21 de junio (HealthDay News / www.HolaDoctor.com) -- En términos de autoestima, una nueva investigación británica sugiere que los periodos repetidos de desempleo no afectan a todas las personas de la misma forma.

Los autores del estudio hallaron que las personas que tienen éxito constante en encontrar un trabajo nuevo tras perder un empleo son en última instancia mucho más capaces de afrontar lo que se conoce como "desempleo en serie" que los que pierden un trabajo tras un periodo prolongado de ausencia de la fuerza laboral.

"Muchos trabajadores probablemente experimenten desempleo durante su vida laboral, y algunos podrían incluso estar desempleados varias veces", señaló la autora del estudio Cara L. Booker, subdirectora de estudios de postgrado del Instituto de Investigación Social y Económica de la Universidad de Essex, en Colchester. "La depresión y la ansiedad son comunes en los desempleados", señaló.

"Estos hallazgos sugieren que si las personas encuentran trabajo tras perder el empleo por primera vez, sienten más confianza en su capacidad de encontrar un trabajo si se ven desempleados por segunda o tercera vez", explicó Booker. "Los niveles de angustia parecen aumentar al máximo entre los que han estado fuera del mercado laboral por un tiempo, y luego han experimentado varios intentos fracasados de volver a trabajar".

Booker y la coautora del estudio Amanda Sacker informan sobre sus hallazgos en la edición en línea del 20 de junio de la revista Journal of Epidemiology and Community Health.

Para explorar el tema de cómo el desempleo recurrente afecta el bienestar psicológico, las autoras se enfocaron en datos recolectados por la Encuesta de panel de hogares británicos, que se inició en 1991 y en la que participaron más de 5,500 hogares y 10,000 participantes mayores de 16 años.

Booker y Sacker analizaron información sobre el estatus laboral, los niveles de ingresos e indicadores de bienestar (como las incidencias de estrés y/o ansiedad) en los participantes encuestados de 1991 a 2008.

Las autoras señalaron que doce por ciento habían experimentado desempleo al menos una vez en el periodo de 17 años. De éstos, 82 por ciento habían estado desempleados en una ocasión, mientras que 15 por ciento se habían enfrentado a una pérdida de trabajo dos veces, y tres por ciento reportaron haber tenido tres o más periodos sin trabajar.

Como se esperaba, los que tenían múltiples pérdidas de trabajo en el tiempo por lo general tendían a sentirse peor cada vez que perdían un empleo. Sin embargo, tras indagar más profundamente, las investigadoras encontraron que esta tendencia general no se daba en algunos casos, dependiendo de los antecedentes laborales del individuo.

Por un lado, estaban los que habían experimentado anteriormente periodos prolongados de "inactividad económica" por motivos tanto voluntarios como involuntarios. Entre éstos se encontraban los que habían tomado licencias de maternidad o por estudios; los que habían sido clasificados de redundantes; los que se enfrentaban a enfermedades a largo plazo o tenían que cuidar a otros; e incluso la jubilación. Durante esos periodos, no estaban "desempleados" en el sentido estricto de la palabra. Más bien, no buscaban trabajo de forma activa.

Eventualmente, esos trabajadores "inactivos" volvieron a ingresar en la fuerza laboral. Pero a su vez, una vez perdieron su trabajo recién encontrado y se convirtieron en "desempleados" activos, su experiencia emocional de desempleo subsiguiente pareció ser distinta de las de los trabajadores recién desempleados que nunca habían abandonado la fuerza laboral.

Por ejemplo, se encontró que perder un trabajo por primera o incluso por segunda vez afectaba más emocionalmente a los que tenían un historial laboral continuo que a los que habían estado económicamente inactivos antes de volver a ingresar en la fuerza laboral.

Pero los que siguieron buscando y encontrando nuevos trabajos sin estar desempleados en ningún momento parecieron desarrollar unas defensas emocionales más fuertes para la tercera vez que perdían el trabajo. Esto significaba que, para la tercera pérdida de empleo, los que tenían historiales laborales continuos en realidad sufrían menos dificultades emocionales que los que tenían un pasado inactivo, explicaron las autoras del estudio.

Booker y Sacker sugirieron que el motivo subyacente de estas reacciones divergentes y cambiantes podría ser que los hombres y mujeres que nunca salen por completo de la actividad económica ultimadamente llegan a sentirse menos ansiosos sobre las pérdidas repetidas de trabajo. En esencia, mantienen la confianza de que siempre podrán encontrar un nuevo empleo.

Al contrario, los que tienen antecedentes de salirse del mercado laboral del todo llegarán a sentir una ansiedad más fuerte cuando pierden los trabajos que finalmente encuentran, teorizaron las autoras. En pocas palabras, se hacen cada vez más sensibles a la experiencia de perder el trabajo, porque no se sienten del todo confiados de que serán capaces de vencer los periodos de desempleo en serie.

Ni el sexo ni la edad parecieron afectar los hallazgos. Sin embargo, los investigadores anotaron que los que habían ganado relativamente mucho dinero cuando tenían empleo tendían a experimentar significativamente más angustia emocional durante los periodos en que no eran capaces de reemplazar sus ingresos perdidos que aquellos cuyo salario anterior era relativamente bajo.

Aunque las autoras advirtieron que sus hallazgos no necesariamente aplican fuera de un contexto británico, sugirieron que los creadores de las políticas públicas deben en general tomar nota de cómo la pérdida de empleo y el fracaso subsiguiente de los intentos de encontrar trabajo podrían afectar negativamente la salud mental.

"Los planes del gobierno que buscan aumentar el número de gente con empleo deben tomar en cuenta el daño psicológico que sufren los que no hallan empleo", aconsejó Booker. "El enfoque debe también ser proveer empleos de buena calidad y a largo plazo en lugar de empleos temporales o inseguros".

Michael McKee, psicólogo y experto en estrés del Centro de Medicina Integral de la Clínica Cleveland en Ohio, concurrió en que hay que prestar atención al golpe bajo que una pérdida de trabajo puede infligir en el sentido de identidad y autorrespeto de cualquier individuo.

Señaló que "si alguien sigue intentando encontrar trabajo y no puede, o si encuentra trabajo y lo pierde, y ese patrón se repite una y otra vez, no solo se pierde la identidad, se pierden los ingresos, la estructura del día, el sentido de logro, los amigos del trabajo, los demás amigos porque uno se siente avergonzado y no quiere estar cerca de ellos, la autoconfianza, el autorrespeto. Luego se comienza a perder la esperanza, el significado y el propósito, [y] a sentirse alienado, desesperanzado e indefenso".

Entonces, añadió McKee, "los programas públicos y privados bien intencionados que ayudan a la gente a encontrar trabajo deben añadir la precaución al entusiasmo. La precaución de que no se debe exponer a la gente a los fracasos repetidos, a largas esperas entre trabajos, que probablemente aceleren el camino a la depresión. Siempre encontrar otro trabajo rápidamente permite conservar la esperanza, pero las dificultades con frecuencia [pueden] llevar al miedo y la ansiedad".

Más información

Para consejos sobre cómo afrontar el desempleo, visite HelpGuide.org.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor

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