La agresión de los adolescentes podría estar en la mente

Un estudio encuentra diferencias biológicas en los cerebros de los niños violentos
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MARTES 26 de febrero (HealthDay News/Dr. Tango) -- Para los padres de adolescentes emocionalmente iracundos, una investigación reciente ofrece un contundente motivo biológico para todos los pleitos familiares: el tamaño del cerebro de un adolescente.

Un equipo de científicos australianos ha encontrado que cuando las regiones clave del cerebro que se sabe que controlan las emociones son de mayor tamaño, los adolescentes de ambos sexos tienden a ser más agresivos y persistentes en sus peleas con mamá y papá.

"Se trata de un estudio un tanto único", afirmó el autor del estudio, Nicholas Allen, profesor asociado del Centro de investigación Orygen de la Universidad de Melbourne. "Debido a que hemos demostrado por primera vez que en términos de agresión, no física, sino ser replicón y hostil, algunas de las diferencias en la manera en que los adolescentes interactúan con sus padres tienen una base biológica. El adolescente está en desarrollo, el cerebro está en desarrollo y entre ambas cosas hay una relación".

El hallazgo aparece en la edición en línea de esta semana de Proceedings of the National Academy of Sciences.

Primero, los autores grabaron en video veinte minutos de discusiones de "resolución de problemas" con 137 adolescentes australianos entre los once y los catorce años de edad y uno de sus padres. Las interacciones se fomentaron mediante la introducción de temas familiares provocadores y se analizaron en cuanto al contenido lingüístico y emocional.

Luego de realizar escáneres por IRM de los cerebros de los adolescentes, Allen y sus colegas observaron que los niños que tenían regiones grandes de la amígdala eran más propensos a enzarzarse en discusiones más largas y agresivas con sus padres.

También informaron que los adolescentes de sexo masculino (pero no las chicas) que poseían una desigualdad atípica en dos regiones izquierdas del cerebro (la corteza anterior cingulada y la corteza orbitofrontal) también eran más propensos a mantener una conducta agresiva, al igual que una conducta quejumbrosa y llena de ansiedad (lo que se conoce colectivamente como disforia).

En un intento por explicar las variaciones sexuales en la asimetría del cerebro izquierdo, Allen anotó que las regiones izquierda y derecha del cerebro son normalmente distintas en tamaño, pero que tales diferencias son por lo general mayores en los chicos que en las chicas.

"Pensamos que cuando la diferencia es en realidad menos de lo normal en los chicos, pero no en las chicas, eso contribuye a algunos problemas mentales y tal vez a la agresividad", apuntó.

"Pero hay relativamente poca investigación (casi nada) que muestre la relación entre la estructura cerebral y la conducta real", añadió Allen. "Así que no podemos decir en qué dirección va la causalidad. Podría ser que el ambiente ha influido sobre la estructura del cerebro adolescente. O que la estructura cerebral influye sobre la conducta en la relación con los padres. O podrían ser ambas cosas. Creo que cada vez nos damos más cuenta de que no se trata de una ecuación sencilla. Es una cuestión de interacción tanto del ambiente como de la biología. Pero aún no sabemos cómo interactúan esas dos áreas".

Elliot Albers, director del Centro de neurociencia conductual de la Universidad estatal de Georgia en Atlanta, estuvo de acuerdo en que aún quedan muchas preguntas.

"Este estudio es muy interesante y congruente con estudios previos en animales que respaldan el concepto de que hay cambios en la estructura límbica que pueden potencialmente relacionarse a la agresión", señaló.

"Sin embargo, aún no sabemos si el conflicto causa los cambios físicos, si las experiencias sociales de los niños y niñas causan distintos cambios en sus sistemas límbicos que puedan afectar la agresión, o si sea al revés. Francamente, aún no sabemos mucho sobre qué causa la neurociencia de la agresión", afirmó Albers.

Más información

Para más información sobre el cerebro adolescente, visite el Bryn Mawr College.


Artículo por HealthDay, traducido por Dr. Tango

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