Seguridad alimentaria en los EE.UU.: La alarma de las importaciones sigue sonando

Con el aumento de las importaciones de alimentosas a los EE.UU., debe aumentar la urgencia por controles de la calidad
Segunda entrega de tres

MARTES 15 de enero (HealthDay News/Dr. Tango) -- Un domingo después de ir a la iglesia, Rich Miller se dirigió al restaurante Chi Chi's local de Beaver, Pensilvania, en donde disfrutó de la salsa de la casa que venía con todas las comidas.

Una acción tan sencilla en 2003 le cambió la vida para siempre. Lo que Miller no sabía era que las cebolletas tiernas importadas de México de la salsa tenían además hepatitis A, que no hacía parte de la receta original.

Algunos días más tarde, como lo recordó Miller recientemente, "ni siquiera pude salir de la cama. Era como el peor caso de gripe que uno se pueda imaginar".

Su salud se deterioró rápidamente. A este superintendente de ferrocarril de 57 años se le diagnosticó hepatitis A fulminante, una rara enfermedad en la que el virus destruye el hígado, y fue trasladado rápidamente al hospital de Pittsburgh para un trasplante de hígado.

Se le indujo médicamente un coma durante un mes y Miller regresó eventualmente a casa, débil e incapaz de volver al trabajo. Hasta hoy, dijo, tiene problemas de movilidad y dificultades neurológicas.

Aún así, Miller considera que tuvo suerte. Otros cuatro consumidores de la salsa que desarrollaron esta enfermedad hepática fulminante murieron. En general, se enfermaron más de 600 personas en todo Pittsburgh en lo que se convirtió en el brote más grande de hepatitis A de la historia del país.

La historia es apenas una de muchas de los últimos años que han concentrado la atención sobre los peligros de los alimentos importados, que ahora constituyen el trece por ciento de la dieta estadounidense, según el U.S. Department of Agriculture.

Desastres importados

Quizá los ejemplos de más alto perfil de estos peligros potenciales provienen del escándalo de comida para mascotas contaminada del año pasado y la suspensión de productos alimenticios dudosos de China.

El desastre con la comida para mascotas, que lentamente se convirtió en la recogida de este tipo de alimentos más grande de la historia estadounidense, tenía que ver con gluten de trigo exportado de China que contenía melamina, una sustancia química tóxica que se usó como aditivo para los alimentos vendidos con más de cien nombres de marca. Murieron cientos de perros y gatos, aunque nunca se dio a conocer una cifra oficial. Además, los funcionarios sanitarios estadounidenses revelaron que hasta treinta millones de pollos para asar habían sido alimentados con alimento para mascotas contaminado sobrante y luego habían sido vendidos a restaurantes y supermercados de todo el país.

A eso le siguió la recogida de cerca de un millón de tubos de pasta de dientes de China contaminados con una sustancia química utilizada para preparar anticongelante. La pasta de dientes había sido distribuida a instituciones para enfermos mentales, hospitales y prisiones del sur.

Además, poco después, los funcionarios sanitarios estadounidenses suspendieron la importación de pescado cultivado de China por la contaminación química de su alimento.

De todos modos, China no es la única que está desencadenando los problemas con los alimentos en los EE.UU.

También el año pasado, un brote de salmonella hizo que Dole Fresh Fruit Co. retirara unos 6,104 cartones de melón importado de Costa Rica que fue distribuido a mayoristas del este de los EE.UU. y de Quebec. No hubo reportes de enfermedad.

Sin embargo, en 2006, un brote de intoxicación por pescado escombroide relacionado con filetes de atún importados de Vietnam e Indonesia enfermó a quince personas en Luisiana y Tennessee. En 2001, un brote de salmonella en melones mexicanos le quitó la vida a dos personas y enfermó a otras 25 en quince estados.

En noviembre, funcionarios de la U.S. Food and Drug Administration reaccionaron a los brotes más recientes con un conjuntos de propuestas arrolladoras conocidas como el Plan de protección de alimentos. Exige una legislación que le daría a la agencia más poderes (entre ellos la retirada obligatoria de alimentos), financiación más robusta y mayor cooperación con productores, importadores y gobiernos extranjeros para detener los alimentos contaminados en la fuente. El plan no ha dejado de ser más que eso, pues falta la intervención del congreso.

Aún así, "me parece que claramente es un paso hacia delante", aseguró Bill Hubbard, quien pasó catorce años como comisionado asociado de la FDA antes de retirarse en 2005. Hubbard, quien ahora es asesor de Coalition for a Stronger FDA, un grupo de defensoría del consumidor con sede en Washington, D.C., dijo que "el plan claramente es un intento por cambiar el paradigma de 'inspeccionar únicamente en la frontera' a poner más responsabilidad en otras partes", sobre todo en la fuente de la producción en el exterior.

"Hay que implementar procedimientos según los cuales se le indique al importador que es necesario auditar al proveedor, y el exportador de China debe estar auditando a su proveedor y todo hasta llegar al productor", explicó Hubbard. "Todo el mundo audita a todo el mundo y lleva un registro. En teoría, eso puede funcionar. Aún así, la FDA necesitará autoridad estatutaria para supervisar algo así, sin mencionar recursos".

De todos modos, el alcance completo del problema sigue sin quedar claro.

Los expertos en seguridad alimentaria recalcan que es casi imposible determinar si los miles de brotes más pequeños de enfermedades relacionados con los alimentos que ocurren cada año en los EE.UU. sean atribuibles a productos locales o importados. Según los U.S. Centers for Disease Control and Prevention, se informa sobre unos 76 millones de casos de enfermedades relacionadas con los alimentos en los EE.UU., entre ellos cinco mil muertes.

Más contaminantes en alimentos importados

Una cosa queda clara, es más probable encontrar contaminantes en alimentos del exterior que en los cultivados en los EE.UU.

Según un informe de la FDA dado a conocer en 2003, se citaron infracciones con pesticidas en el 6.1 por ciento de los alimentos importados examinados, en comparación con el 2.4 por ciento de los domésticos. Además, un informe dado a conocer por la agencia hace algunos años halló rastros de salmonella o de shigella, una bacteria relacionada con la disentería, en el cuatro por ciento de las frutas y las verduras importadas y en el 1.1 por ciento del producto local.

Y ahora hay más alimentos importados en los supermercados del país que nunca antes. Según los CDC, las importaciones de alimentos a los EE.UU. casi se han duplicado en la última década, de $36 mil millones en 1997 a más de $70 mil millones en 2007.

El problema es que las inspecciones de la FDA, bien sea en la fuente de la producción o en las fronteras, no da abasto. La agencia es responsable de la inspección de los alimentos importados, con la excepción de los productos cárnicos y de huevo, que están cubiertos por el Servicio de inspección y seguridad de alimentos, parte del U.S. Department of Agriculture.

En general, "ha habido una reducción de 81 por ciento [en las inspecciones de la FDA] desde 1972", anotó Michael Doyle, director del Centro de seguridad alimentaria de la Universidad de Georgia en Griffin. "Es una reducción enorme y, al mismo tiempo, en comparación con 1972, tenemos una cantidad muy superior de importaciones de alimentos".

De hecho, los datos de la misma FDA muestran que la cantidad de inspectores en su Oficina de asuntos de regulación se redujo de 1,642 en 2003 a 1,398 en 2005, aún a pesar de que las importaciones de alimentos aumentaron de 9.3 millones de envíos al año a más de 13.8 millones de envíos.

Según Doyle, la razón para esta disminución es sencilla, "presupuestos reducidos".

El punto, según las cifras de la FDA, es que sus inspectores ahora examinan apenas el 1.3 por ciento de todos los envíos de alimentos importados que entran al país.

Sin embargo, con un simple aumento en la cantidad de inspectores probablemente no haya solución, según Michael Rogers, quien ayuda a supervisar las inspecciones extranjeras y locales de la FDA como director de la división de investigaciones de campo de la FDA.

"Con más [dinero], ciertamente se pueden hacer más inspecciones", dijo, "pero esa no es la panacea para la protección total de la salud pública". En cambio, según Rogers, la colaboración con los negocios y los gobiernos extranjeros para ayudar a detectar alimentos contaminados antes de que lleguen al país, que hace parte del Plan de protección de los alimentos, podría ser el paso más importante que pueda dar la agencia.

Ciertamente, la agencia actualmente realiza relativamente pocas inspecciones directas de cultivos extranjeros y plantas de procesamiento de alimentos.

La finca de Ojos Negros, México, la fuente de la contaminación de cebolletas de 2003, nunca había sido inspeccionada por autoridades estadounidenses antes del incidente. Y la inspección de la FDA que tuvo lugar poco después del brote deja helado a cualquiera.

En su informe, presentado en diciembre de 2003, los inspectores de la agencia aseguraron que habían visto drenaje sucio de las chozas de piso de tierra de los trabajadores, que no tenían ventanas, y de las duchas bastas correr directamente a los cultivos. Las fotos del lugar "muestran evidencias de pañales sucios, productos de higiene femenina sucios y desechos domésticos" cerca, según el informe.

Los campos de cultivo eran irrigados con agua de estanque que también era vertedero de aguas negras y de estiércol animal. Durante el proceso, la cebolleta generalmente pasaba por las manos de al menos seis trabajadores, según el equipo de la FDA, y no había evidencia de que a los trabajadores se les diera tiempo para recuperarse en caso de enfermedad. Aunque la empresa dio a entender que lavaba las cebolletas en agua tratada con cloro, no pudo suministrar evidencia para respaldar esa afirmación.

El problema con China

El brote de Chi Chi's ha sido apenas uno de muchos y, en 2007, el enfoque cambió de México a China.

El escándalo de alimentos para mascotas, así como la serie de retiradas de juguetes y otros productos de 2007, suscitó negociaciones entre funcionarios estadounidenses y sus contrapartes en China, que exportó el equivalente a $4.2 mil millones en alimentos a los EE.UU. el año pasado, gran parte en forma de ingredientes procesados comunes, como gluten de trigo o ácido ascórbico.

Aunque no ha habido recientemente brotes importantes de enfermedades en los alimentos relacionados con productos chinos, no se descarta que los haya, advirtió Hubbard. Buena parte de los alimentos de China destinados a las mesas de los estadounidenses es cultivada y procesada por productores artesanales que cuentan con poca o ninguna supervisión, dijo.

"Lo que tienen es una enorme industria artesanal de productores. A veces, puede que haya un productor haciendo cinco o seis sacos de harina a la semana en áreas remotas de China", aseguró Hubbard. "Los expertos de China me dicen que el gobierno central de Pekín tiene muy poca influencia sobre las zonas rurales en las que se hace esto".

China reaccionó recientemente a la presión internacional señalando que está lista para hacer más estrictos los estándares de seguridad de los alimentos. En diciembre, los EE.UU. y China firmaron un acuerdo que establece nuevos requisitos de inspección y registro para diez productos alimenticios exportados por empresas chinas. Entre los productos se encuentran algunos alimentos en conserva, alimentos para mascotas y pescado cultivado, los cuales se sospecha que han estado contaminados.

Según los expertos, ese tipo de reacciones del mercado podrían ayudar a resolver las cosas en países de origen como China, aunque sigue habiendo debilidades aquí en casa.

Según los críticos, la lista la encabeza la falta crónica de recursos para los servicios de inspección de alimentos de la FDA. "Si se examina la propuesta presupuestaria para el año discal 2007 de la administración Bush, los programas de Seguridad de productos agrícolas y otros serán recortados en $22.6 millones, comparados con los niveles de 2006, y el recurso humano se reducirá a 105 empleados de tiempo completo", anotó Doyle.

Ed Sherwin, inspector de la industria de seguridad de los alimentos privado, aseguró que no culpaba ni a la administración ni a los trabajadores de la FDA por lo que considera mala supervisión de alimentos importados.

"Lo que he encontrado es que los inspectores federales de la FDA y el USDA son excelentes en su trabajo, pero no cuentan con suficiente personal y trabajan en exceso", testificó Sherwin en una audiencia especial del Congreso sobre el tema en octubre. Entretanto, "las ganancias priman sobre la seguridad de los alimentos", advirtió Sherwin. "Los operadores de servicios alimentarios tienden a confiar en sus proveedores para que les suministren productos que satisfagan mejor sus necesidades al precio más bajo. A los operadores no les importa si la carne de cangrejo viene de Maryland o de Malasia, o si las uvas son californianas o chilenas".

Falta de 'rastreabilidad'

Los inspectores de la frontera y en los puertos de entrada pueden ayudar a detectar problemas, aunque los expertos aseguran que la FDA cuenta con inspectores de tiempo completo en apenas noventa de los 300 puntos de entrada del país.

Además está lo que se conoce como "comparación de puertos", en los que los productos de mala calidad se pasan de puerto en puerto hasta que algún inspector los deje pasar.

"Los importadores saben que la FDA examina únicamente el uno por ciento, así que aún si son detectados en el puerto A, es bastante probable que no sea así en el puerto B", explicó Hubbard. "También, a veces, usan cosas como puertos interiores para mariscos. Los transportadores meten los alimentos por Las Vegas, donde no hay nadie [de la FDA] que examine mariscos porque es un puerto interior".

En su testimonio en la audiencia del congreso, Caroline De Waal, del Centro de ciencia por el bien del público, aseguró que los alimentos importados con frecuencia son difíciles de examinar en cuanto atraviesan el control de los inspectores portuarios. "Por ejemplo, todos los productos agrícolas pueden terminar en la misma bodega", dijo. Como parte de la distribución normal, agregó, "pueden mezclar cajas y productos de distintos países, los cuales podrían ser enviados de nuevo sin ningún tipo de etiqueta".

Esta falta de "rastreabilidad" puede dificultar descubrir la fuente de un brote y puede hacer que los consumidores preocupados eviten todas las marcas de un alimento en particular, lo que puede afectar a una industria entera.

Ese escenario tuvo lugar al principio del susto de la espinaca de 2006 en los EE.UU., anotaron los expertos, y los consumidores simplemente evitaron esta verdura de hojas del todo, independientemente de su origen.

Finalmente, existe el problema de lo que todos llaman falta de autoridad de la FDA para castigar a las empresas que importen alimentos peligrosos. La ley le permite a la agencia retirar productos farmacéuticos peligrosos, pero no le da poder sobre alimentos potencialmente mortales. El nuevo Plan de protección alimentaria si incluye una cláusula que solicita autoridad de retiro obligatorio, pero queda por verse si los legisladores le otorgarán a la agencia estos nuevos poderes.

Las medidas hacia inspecciones más exhaustivas y frecuentes no le dan mucha tranquilidad a las víctimas de intoxicación como Miller, que logró un acuerdo extrajudicial de su demanda contra Chi Chi's antes de que la empresa terminara sus actividades en los EE.UU. en 2004.

Miller asegura que su historia debería recordarle a los estadounidenses lo estrecha que es la relación entre sus tenedores y los cultivos localizados a miles de kilómetros de distancia.

"Las enfermedades no conocen fronteras", comento. "Yo sé que seguirá habiendo brotes, nada es perfecto y no se puede parar todo. Pero tenemos que reducirlo y reducir su impacto".

ESPERE: ¿Se pueden resolver los problemas de seguridad alimentaria?


Artículo por HealthDay, traducido por Dr. Tango

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