Diez días con la gripe porcina, una experiencia muy dura

Una periodista relata su lucha contra la gripe H1N1 agravada por un asma crónico

LUNES, 9 de noviembre (HealthDay News/DrTango) -- Al igual que la mayoría de la gente, había seguido las noticias sobre la gripe porcina H1N1 con cierta preocupación. Sin embargo, a diferencia de la mayoría, llevo años entrevistando médicos.

Y por las muchas horas que he pasado con especialistas en enfermedades infecciosas, sabía que no era cuestión de si podría aparecer otra pandemia de gripe, si no de cuándo.

La pregunta era, ¿se convertiría el H1N1 en una gripe pandémica peligrosa o no?

Debido a que la mayoría de los informes de gripe porcina H1N1 la describen como una enfermedad leve para la mayor parte de los que se infectan, no estaba muy preocupada por mi familia o por mi salud.

Quizá debí preocuparme. A pesar de los informes repetidos de expertos en salud de todo el mundo de que la gripe porcina no es tan grave en cuanto a gripe se refiere, sí puede acarrear problemas graves para las personas que tienen afecciones crónicas de salud como asma, diabetes y enfermedad cardiaca.

Y yo tengo asma.

Aún así, tomé las pocas precauciones que todos los médicos me habían recomendado, como lavarse las manos, no compartir toallas de mano, desinfectar las superficies comunes como manubrios de puertas y teléfonos con productos antimicrobianos, y además había previsto ponerme la vacuna contra el H1N1 tan pronto estuviera disponible.

Sin embargo, a principios de este año escolar, la gripe se propagó muy rápido en la escuela secundaria de mi hija. Resultó que todos esos puestos de gel desinfectante esparcidos por toda la escuela no podían combatir a un virus que se multiplicaba de forma rápida. Mi hija acabó perdiendo la segunda semana completa de clases porque tenía fiebre, dolor muscular, dolor de garganta y tos persistente. Su médico descartó un estreptococo y cuando le pregunté si tenía gripe porcina H1N1, me dijo "es posible".

Para el jueves de esa semana, empecé a sentirme muy cansada y adolorida, aunque todavía no me sentía terrible. Ya el viernes por la noche tenía una ligera fiebre y tosía un poco, pero aún no me sentía tan mal.

Sin embargo, a la mañana siguiente, comencé a sentir una pesadez en el pecho, y la tos había empeorado. Para final del día, apenas podía respirar.

Siempre había controlado el asma leve que padecía bastante bien, pero de repente empecé a notar episodios de sibilancia, falta de aire y sentía que mis pulmones estaban muy pesados. Hubo un momento en que llegué a sentir que ardían. No podía creer la rapidez con la que había desarrollado un problema respiratorio grave. Nunca antes había tenido síntomas como éstos, y eso que ya había padecido neumonía varias veces en el pasado.

Suelo tener a mano muchos medicamentos para controlar los síntomas del asma, pero aún cuando tomaba la dosis máxima, seguía teniendo dificultades para respirar.

También experimenté los síntomas de la gripe: fiebre, dolor muscular, tos, garganta inflamada, dolor de cabeza, excepto estornudos y secreción nasal. La fiebre y el dolor muscular, la parte real de la gripe, no fueron demasiado severos. De hecho, para ser gripe, fueron leves. Sin embargo, los síntomas del pecho, exacerbados por el asma, fueron otra historia.

El domingo por la tarde, tenía tantas dificultades para respirar que consideré oportuno ir a emergencias. Pero decidí esperar. No obstante, el lunes acudí al médico. La sala de espera estaba abarrotada de casos de gripe. Casi todos los que allí estaban tenían tos persistente y los que no tosían nos lanzaban miradas acusatorias al resto.

La doctora me dijo que era probable que tuviera la gripe, pero que aún no había neumonía en mis pulmones según lo auscultado. Salí del consultorio con varias recetas, incluida una para medicamentos corticosteroides orales para ayudar a despejar mis vías respiratorias. También me recomendó que fuera al hospital para que me hicieran una radiografía del tórax. Debido a que trabajo como reportera de salud, soy algo cautelosa con la exposición a la radiación, así que le pregunté si consideraba que era algo necesario. Me dijo que podía esperar hasta la mañana siguiente, pero que si los medicamentos esteroides no me ayudaban, no debía esperar más.

Cuando salí, me di cuenta de que había olvidado hacerle toda la pregunta más importante, si tenía la gripe porcina H1N1. Ciertamente lo sospechaba, debido a que los síntomas pulmonares serios afloraron mucho más rápido que con cualquier otra enfermedad que había tenido en el pasado.

Tan pronto llegué a casa, visité el sitio web de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., y descubrí que la única cepa de gripe activa en mi área del Estado de Nueva York era la tipo A. Y que de los que tenían la tipo A, la mitad había sido examinada y dado positivo para el H1N1. La otra mitad no había sido clasificada, pero sospeché que la mayoría tenía probablemente la gripe H1N1.

Las autoridades federales de salud informaron que, en efecto, toda la actividad de gripe hasta ese momento había sido causada por el virus H1N1.

Durante varios días tuve que tomar corticosteroides para que mis pulmones se despejaran, algo que me tomó más tiempo de lo habitual, pero al final logré respirar de nuevo y pronunciar oraciones enteras sin toser a medio camino. Durante el tiempo que pasé enferma, mi esposo, que no es asmático, desarrolló los mismos síntomas, salvo que su caso no fue tan grave como el mío.

A los diez días de haber contraído la gripe, me levanté y de repente me sentía bien. Mi infección, que estoy convencida era la gripe H1N1, se había ido tan rápido como había llegado. Y lo único que me dejó fue una tos persistente.

Hace poco hablé con el Dr. Kenneth Bromberg, jefe de pediatría y director del Centro de Investigación de Vacunas del Centro Hospitalario de Brooklyn. Tras decirle los síntomas, me dijo sin dudarlo "tuviste la gripe H1N1"

Cuando le pregunté por qué tuve tantas dificultades para respirar, me dijo que los médicos expertos en enfermedades infecciosas sospechan que esta gripe se replica en los pulmones de los receptores, a diferencia de la gripe estacional, que suele replicarse en los senos nasales o en la parte superior de la garganta. Esto significa que esta infección se concentra en los pulmones, apuntó, y si comienza en unos pulmones que "no están tan bien, como los de las personas que tienen asma, esto hace que la persona sea más susceptible".

Bromberg me dijo que no debí haber esperado todo el fin de semana para buscar ayuda médica, y de que tuve suerte de no haber acabado en el hospital con un respirador por mi espera.

Lo que todavía me afecta es lo mal preparada que estaba para afrontar la gravedad de esta infección. A pesar de todo lo que había leído, y aunque hablo con médicos y otros expertos en salud todo el tiempo, el H1N1 me tomó por sorpresa. Ahora entiendo cómo las personas, sobre todo las que tienen problemas de salud crónicos como el asma, pueden sucumbir tan rápido al virus. Simplemente, no hay ninguna señal que le advierta que su estado de salud empeorará, lo que le da poco margen para actuar.

Mi consejo desde las trincheras de la gripe. Si tiene cualquier tipo de enfermedad pulmonar, vaya al médico lo más rápido que pueda, tan pronto sospeche que pueda tener el H1N1. Visite el sitio web del gobierno www.flu.gov, y si aquí le recomiendan que busque ayuda médica, hágalo de inmediato. Si tiene la oportunidad de vacunarse contra el H1N1, hágalo. Desde luego, vacúnese cada año contra la gripe estacional tan pronto como pueda.

Más información

Para más información sobre la gripe porcina H1N1, visite el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.


Artículo por HealthDay, traducido por DrTango

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