Mascarillas mal ajustadas dificultan la atención de los niños con asma

Estudio halla que en algunos casos no dejan pasar casi nada de medicación

MARTES 7 de febrero (HealthDay News/HispaniCare) -- Un nuevo estudio halla que las mascarillas faciales que usan algunos niños pequeños con asma para inhalar sus medicinas simplemente no hacen su trabajo, y que esto se debe con frecuencia a su rigidez o a que no encajan bien.

Según el Dr. Jonathan Field, director de la Clínica de Alergia e Inmunología y del Asma de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York y el Hospital Bellevue de la ciudad de Nueva York "los autores consideraron que la medicación era incompleta con las mascarillas faciales". "Existía la preocupación de que los niños no estuvieran bien tratados". Field no formó parte del estudio.

Los hallazgos aparecen en la edición de febrero de Respiratory Care.

Se estima que nueve millones de niños en los Estados Unidos han sido diagnosticados con asma. Entre los síntomas se encuentran la respiración sibilante y la falta de aliento. Cada año, declaran los expertos, los niños pierden casi 15 millones de días escolares como resultado de esta enfermedad.

Además, hasta 200,000 niños estadounidenses son hospitalizados cada año debido a los ataques de asma. Pero un estudio reciente sugiere que casi la mitad de esas hospitalizaciones se pueden prevenir. Tomar medicamentos según lo pautado y saber cómo usar el inhalador u otros equipos fueron citados como una de las formas de evitar estas hospitalizaciones.

Los medicamentos para el asma son más efectivos si tienen acceso directo a los tubos bronquiales, razón por la que los pacientes usan "sopladores", o inhaladores. Sin embargo, a los niños les puede resultar difícil manejar su tratamiento, así que varios dispositivos accesorios han sido desarrollados para facilitar esta tarea y hacerla más efectiva.

La más común es una cámara de inhalación con válvula, que consiste básicamente en un tubo que contiene la medicación apropiada por un lado y una válvula unidireccional conectada a una boquilla por el otro. El medicamento se retiene en la cámara hasta que el niño lo inhala, momento en el que la válvula se abre y deja pasar la medicación a las vías respiratorias.

En niños pequeños que no puedan usar una boquilla es necesario añadir una mascarilla facial suave que se conecte a la cámara de inhalación.

El problema es que la mayoría de estas mascarillas fueron desarrolladas para otras finalidades, tales como la anestesia, la reanimación y la terapia con aerosol.

"Nos dimos cuenta que uno de los lugares más importantes donde se puede producir un error es en la interfase entre la medicación y el paciente, en otras palabras, en la mascarilla", explicó el Dr. Bruce Rubin, quien es autor principal del estudio y profesor de pediatría e ingeniería biomédica en el Instituto Tecnológico de Ciencias e Ingenierías Biomédicas Wake Forest-Virginia en Winston-Salem, Carolina del Norte.

"Si no se ajusta a la cara, el niño no podrá hacer la fuerza para extraer la medicina", señaló. "Si la mascarilla es incómoda, el niño estará angustiado, y, si el niño o la niña llora, la medicación no pasará a las vías respiratorias".

El tamaño de la mascarilla debe ser también relativamente pequeño, de lo contrario el niño tendrá que respirar varias veces para obtener la medicación que necesita, manifestó Rubin. Al tamaño extra se le considera como "espacio muerto".

En su estudio, Rubin y sus coautores evaluaron siete de las mascarillas más usadas, en combinación con inhaladores presurizados de dosis medidas para niños. Las mascarillas fueron examinadas en la parte de la cabeza de maniquíes del tamaño de un niño de dos años usados normalmente en clases de RCP o reanimación cardiopulmonar. Los investigadores midieron el tamaño total de cada mascarilla, y luego examinaron la cantidad de fuerza necesaria.

"Algunas de las mascarillas eran fabulosas y algunas de ellas no se sellaban para nada con ninguna fuerza", explicó Rubin. "Algunas tenían grandes cantidades de espacio muerto y no se deformaban, y eso hacía que algunas de ellas fueran inapropiadas para usar en niños, quienes no recibirían casi nada de medicación".

"Ninguna funcionaba de forma ideal", señaló Rubin, aunque dos, la Optichamber y la Aerochamber, lo hacían bastante bien. La mascarilla Pocket Chamber parecía no sellarse con ningún nivel de fuerza. Las otras mascarillas evaluadas fueron los inhaladores Easivent, BreatheRite, Ace y Vortex.

El propósito del estudio no era instruir a los médicos y padres sobre qué mascarillas funcionaban mejor, sino más bien desafiar a los fabricantes para que construyan mejores mascarillas, y que sean pensadas para los niños desde el principio, afirmó Rubin.

"La U.S. Food and Drug Administration y la American Academy of Pediatrics saben que muchos dispositivos usados en niños no están diseñados para ellos", explicó Rubin. "Son copias de las de los adultos pero en una versión más pequeña".

Esto abarca no sólo las mascarillas sino también los stents implantables, los dispositivos ortopédicos y muchos otros dispositivos médicos.

Un proyecto de ley introducido en el Senado de los EE.UU. persigue ofrecer incentivos a los fabricantes para diseñar dispositivos específicamente para niños, en vez de meras imitaciones de los dispositivos de adultos.

"Sacarían gran provecho a su dinero", anotó Rubin. "Diseñar y disponer de una mascarilla es menos costoso que los nuevos medicamentos de diseñador".

Rubin planea estudiar próximamente qué tan efectiva es la medicación en llegar a los pulmones de los niños con asma.

Más información

Para obtener más información sobre el asma y cómo controlarla, visite la American Academy of Allergy, Asthma and Immunology.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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