Una trabajadora de cuatro patas de una residencia para enfermos terminales alivia el sufrimiento

Maggie, la perra terapéutica, ofrece amor incondicional a todos sus pacientes

VIERNES 5 de noviembre (HealthDayNews/HispaniCare) -- Maggie es el tipo de proveedor de salud que parece demasiado bueno para ser verdad.

Es paciente, escucha con atención, visita a sus pacientes en la casa, no lo abandona a los siete minutos y además no cobra por sus servicios.

Maggie también mueve su cola y ofrece una amplia sonrisa, sin importar cuántos pacientes la estén esperando.

En su trabajo como perra terapéutica del Metropolitan Hospice of Greater New York, este labrador amarillo de 12 años de edad tiene alrededor de 100 clientes bajo su responsabilidad en la ciudad de Nueva York. No todos estos pacientes requieren realmente los servicios de Maggie, pero si lo hacen, ella estará ahí a su disposición.

Cuidar de los enfermos terminales es una segunda carrera para Maggie. Había pasado ocho años de su vida como un perro guardián. Cuando su propietario murió, fue condenada a la eutanasia pero fue salvada por el coordinador de cuidado pastoral del Metropolitan, el reverendo Eric Towse.

Maggie, como muchos otros perros, no se adaptó muy bien a su retiro. No podía soportar la soledad después de que Towse y su esposa la adoptaron. Incluso, su cabeza se quedó atascada cuando intentaba salir por la puerta para gatos. Tras dos años de difícil coexistencia, los Towse ya no tenían idea de qué hacer. Entonces, algo se le ocurrió a Towse. "Ella podría ayudarme en mi trabajo", se dijo para sí mismo.

Debido a que Maggie estaba ya entrenada para servir de compañía a un discapacitado, sólo tendía que pasar la "prueba de temperamento" de un día para que fuera certificada como perro para residencia de enfermos terminales. Esto involucraba visitar una residencia geriátrica y dejar que los residentes la chocaran con sus caminadores y agarraran su cola sin perder la calma.

Empezó a trabajar en el Metropolitan en la primavera pasada.

¿Cuál es su magia?

"Ella es estoica. No salta ni da lamidos", explicó Towse. "Cuando la perra entra en una habitación, se enciende una luz. Los pacientes toman el mando. Aquí está una persona que depende totalmente de su familia, que tal vez se siente culpable, y la perra es un objeto de afecto".

El Dr. David Taylor, director médico del Metropolitan, afirmó que "las mascotas tienen un gran impacto en algunas de los puntos de la esfera emocional del sufrimiento. Las personas mayores no tienen miedo a morir, pero sí a la pérdida de control y de la dignidad. El aislamiento social es un gran problema. Una atención sin demandas en el paciente funciona muy bien para romper el hechizo de estar encerrado en una habitación y ser incapaz de moverse para ir a algún lado".

Maggie también motiva a que algunos pacientes compartan con ella su afecto. "Algunos pacientes se bajan de su silla y se sientan en el piso con la perra", explicó Taylor. "En general no creemos que una residencia para enfermos terminales salve vidas, pero tal vez lo hace".

Después de tomar recientemente dos galletas directamente de la boca de su amo una tarde, Maggie salió corriendo por la alfombra verde del pasillo de la residencia, con la lengua colgando, moviendo la cola, con su tarjeta de identificación de empleado del Metropolitan tocando su identificación de perro.

Muchos de los pacientes de la residencia están aprendiendo cuestiones tales como la administración del dolor y una hidratación correcta, que les permita volver a casa y vivir el resto de sus días.

Uno de los pacientes, una mujer, solicitó los servicios de Maggie por segunda vez ese día.

"Hola querida", musitó, tan pronto como Maggie se dirigió directamente a la cama. La mujer agarró el protector de la cama con una frágil mano para poder acercarse y acariciar las orejas de Maggie con su otra mano. “¡Hey, tú!", dijo.

A través del pasillo, Maggie rozó los pies al descubierto de Johnny Black, luego se movió al lado de la cama para que la pudiera acariciar también. "Hey, ¿cómo estás?" preguntó Black, que tiene cáncer de la vesícula.

Se le preguntó sobre lo que pensaba acerca de Maggie, a lo que Black respondió enfáticamente, "¡Es genial!"

Poco después, Towse tiró de la correa de Maggie, pero le aseguró a Black que regresaría muy pronto. "Asegúrate de que así sea, ¿de acuerdo?", dijo Black dirigiéndose a Maggie directamente.

"En la residencia, intentamos ser amables", apuntó Towse. "Maggie tiene esa habilidad para hacerlo de una manera muy propia. Como ella no puede ordenarse, tengo mi trabajo asegurado".

Pero Maggie recibe grandes beneficios de sus pacientes, también. Su conducta antes y después de empezar el trabajo es como "la noche y el día", indicó Towse.

"Ahora es capaz de quedarse en casa mucho más tiempo con menos incidentes. Tiene la sensación de que alguien la necesita. Su afecto ha cambiado. Se siente más útil y duerme más tiempo. Ahora puede relajarse", señaló.

Más información

Para saber más sobre perros terapéuticos, visite Therapy Dogs International.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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