Las agresiones sexuales tienen un impacto mental y físico a largo plazo

Prof. Christine Blasey Ford testifies before the Senate
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MIÉRCOLES, 3 de octubre de 2018 (HealthDay News) -- En las dos últimas semanas, unas acusaciones sobre agresiones sexuales de décadas de antigüedad han consumido al país, mientras el Senado, el FBI y el público se cuestionan sobre lo que todo esto podría significar tanto para la Corte Suprema de EE. UU. como para la sociedad estadounidense en general en la era del #MeToo (#YoTambién).

El debate, altamente relevante, sigue desarrollándose. Pero ahora aparece un nuevo estudio que advierte que las agresiones y el acoso sexuales con frecuencia se cobran un precio significativo a largo plazo en la salud mental y física de la víctima, aumentando el riesgo no solo de depresión, ansiedad y trastorno por estrés postraumático (TEPT), sino también de hipertensión y pérdida del sueño.

"Los efectos de salud a largo plazo relacionados con el acoso y las agresiones sexuales no solo se observan en el impacto que tienen en la salud mental de una persona", señaló la autora del estudio, Karestan Koenen. "Este estudio es evidencia de que este tipo de trauma tiene un impacto físico real y medible, que se debe tomar en cuenta".

Koenen es profesora de epidemiología psiquiátrica en la Facultad de Salud Publica T.H. Chan de la Universidad de Harvard, en Boston.

Ella y sus colaboradores reportaron sus hallazgos en la edición en línea del 3 de octubre de la revista JAMA Internal Medicine. Los hallazgos también se presentarán esta semana en una reunión de la Sociedad Norteamericana de la Menopausia (North American Menopause Society), en San Diego.

En el estudio, los investigadores se enfocaron en poco más de 300 mujeres de 40 a 60 años de edad, con una edad promedio de 54 años. Todas eran residentes de Pittsburgh y formaban parte de un estudio más amplio que examinaba el vínculo entre los sofocos menopáusicos y la aterosclerosis, que se conoce comúnmente como endurecimiento de las arterias. Unas tres cuartas partes de las mujeres eran blancas.

Todas completaron un examen físico completo, así como una entrevista y un cuestionario sobre el trauma.

Casi una de cada cinco (un 19 por ciento) dijo que había experimentado un acoso sexual verbal o físico en el lugar de trabajo. Poco más de una de cada cinco (un 22 por ciento) dijo que había sufrido una agresión sexual. Alrededor de un 10 por ciento dijeron que habían sido víctimas de ambas cosas.

Las mujeres que habían sido víctimas de acoso sexual tenían a tener educación universitaria, aunque también eran más propensas a tener dificultades económicas.

El estudio encontró que el acoso sexual se vinculó con una presión arterial significativamente más alta, y con un aumento de un 20 por ciento en el riesgo de enfermedad cardiaca, entre las que todavía no tomaban medicamentos antihipertensivos. También se observaron unos niveles más altos de grasa en la sangre, así como un sueño de mala calidad que equivalía al doble de riesgo de insomnio.

Las víctimas de agresión sexual experimentaron el triple de riesgo de síntomas de depresión mayor, y el doble de riesgo de ansiedad. El riesgo de sueño de mala calidad e insomnio se duplicó, reportaron los autores del estudio.

Pero el estudio solo descubrió un vínculo entre la agresión sexual y los problemas de salud posteriores, no una conexión causal.

Koenen dijo que los hallazgos indican "que las agresiones y el acoso sexuales tal vez deban ser evaluados como factores de riesgo significativos de la salud por los médicos de atención primaria, de la misma forma que los médicos con frecuencia evalúan la depresión y el tabaquismo en los pacientes".

Dean Kilpatrick, profesor distinguido de psicología clínica en la Universidad Médica del Sur de Carolina, en Charleston, se hizo eco de esa sugerencia.

"No todo el mundo experimentará efectos persistentes y a largo plazo tras una agresión o acoso. Estar rodeados por un nivel alto de buen respaldo social ayuda a algunas personas", señaló.

"Pero a muchas no", añadió Kilpatrick. "De hecho, muchas mujeres no hablan sobre sus experiencias con nadie, a veces durante décadas, por el miedo de que no les crean, o de que las califiquen de 'locas' o de 'cualquieras'. Así que cargan con el secreto, lo que las va consumiendo, y evita que reciban la ayuda que necesitan. Y se trata de experiencias estresantes al extremo, tanto física como psicológicamente. El riesgo de problemas de salud mental y física a largo plazo es muy real, y no debe trivializarse".

Kilpatrick apuntó que, al no comunicarse ni recibir la ayuda necesaria, las víctimas con frecuencia encuentran que la idea de que "las cosas mejoran con el tiempo" no se cumple.

¿Por qué? "Hay ciertas evidencias de que cuando se tienen ese tipo de experiencias extremas y aterradoras a una edad temprana, esto puede de verdad desregular al sistema de respuesta al estrés, lo que significa el ímpetu normal de 'luchar, huir o quedarse paralizado'. Y sabemos que alrededor de un 60 por ciento de todas las agresiones sexuales, violaciones o intentos de violaciones suceden antes de los 18 años de edad".

Y, añadió, "esto puede conducir a una acumulación de años de estrés crónico… Y no estamos diseñados para permanecer bajo un estrés crónico durante mucho tiempo. Entonces, al final, ese estrés es lo que podría explicar la presión arterial más alta y las demás cosas que encontró esta investigación".

Más información

Para más información sobre las agresiones sexuales, visite el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2018, HealthDay

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