Los cirujanos militares estadounidenses están salvando las vidas de niños en Afganistán

La guerra, la pobreza y la falta de médicos están perjudicando el bienestar de los jóvenes

JUEVES, 5 de agosto (HealthDay News/HolaDoctor) -- Durante un ataque a una aldea afgana, las esquirlas penetraron el cráneo de una niña de cinco años y casi la matan. Los pilotos de los helicópteros militares estadounidenses la llevaron a un hospital del aeródromo de Bagram, donde la operó un neurocirujano estadounidense y le salvo la vida.

En Afganistán, la prioridad de los cirujanos miliares es tratar al personal de servicio estadounidense herido. Pero cuando tienen camas y personal disponible, los médicos estadounidenses también tratan afganos.

Los casos más satisfactorios, según los médicos, son los niños que de otro modo no recibirían la atención que necesitan.

"No puedo olvidar casi ningún caso de los que me tocaron allá, sobre todo con niños", aseguró el Dr. Paul Klimo Jr., ex neurocirujano de la Fuerza Aérea Estadounidense que hace poco se retiró de las fuerzas militares y ahora es neurocirujano pediatra del Hospital Infantil de Investigación St. Jude de Memphis, Tennessee. "La niña de cinco años estuvo muy enferma un tiempo, pero lo último que supe de ella es que le estaba yendo bien".

En 2009, más de mil niños murieron en incidentes relacionados con el conflicto en Afganistán, según Afghan Rights Monitor, una organización de monitorización de los derechos humanos con sede en Kabul. Además, la guerra puede afectar gravemente a los niños de otras maneras, según Ajmal Samadi, director de Afghan Rights Monitor.

"La guerra mata a sus padres, a su familia y a sus amigos. Priva a los niños de educación, salud y otros servicios esenciales. Desplaza a los niños", aseguró Samadi. "Afecta su condición de seguridad alimentaria. Los expone a explotación y abuso de grupos alzados en armas y criminales. Perjudica su salud mental y los deja con cicatrices emocionales y psicológicas a largo plazo".

El acceso a atención médica es muy limitado, aseguró Samadi, y hay muy pocos pediatras en un país en el que cerca de la mitad de la población calculada en 28 millones es menor de 15 años.

"Este problema es bastante serio en áreas rurales y en las más afectadas por el conflicto, en donde los médicos no trabajan por la inseguridad generalizada", señaló Samadi. "El sector de atención privada de la salud en Afganistán es incipiente y se restringe a algunas ciudades, sobre todo en áreas relativamente seguras".

Según Naciones Unidas, Afganistán tiene el segundo índice de mortalidad materna más elevado del mundo y el tercero más alto de mortalidad infantil, mientras que apenas 23 por ciento de la población tiene acceso a agua potable.

La pobreza abyecta también hace imposible que las familias busquen atención para sus hijos. Unos 9 millones de afganos (36 por ciento) viven en pobreza absoluta, mientras que 37 por ciento vive apenas por encima de la línea de pobreza, según la ONU.

Con tantos niños malnutridos e infectados con parásitos intestinales, las heridas toman más tiempo en cicatrizar o cicatrizan de manera inadecuada, aseguró Klimo, que hasta julio pertenecía al Grupo Médico 88 de la Base de la Fuerza Aérea Wright-Patterson de Ohio. Escribió acerca de sus experiencias en la edición de agosto de la Journal of Neurosurgery: Pediatrics.

Mientras estaban apostados en Bagram, entre los pacientes de Klimo había familias que acudían con niños enfermos en bus o en taxi cuyos automóviles habían sido baleados en territorio controlado por talibanes, y que mantuvieron en secreto su lugar de destino para evitar problemas, dijo.

Durante el transcurso de dos años, Klimo y su equipo médico en Bagram realizaron cerca de 300 neurocirugías, entre ellas 57 operaciones en 43 niños. Cerca del 54 por ciento de las cirugías se llevaron a cabo por traumas relacionados con el combate y el resto por razones humanitarias o por afecciones no relacionadas con el combate.

A veces, los médicos tenían que tomar decisiones difíciles, como negar atención a pacientes que hubieran podido ayudar en los EE. UU., relató Klimo. Aunque contaban con equipo de rayos X y escáner por TC, no contaban con IRM ni otros equipos neurológicos que los neurólogos hubieran tenido en una sala de operaciones en los EE. UU., aseguró Klimo.

"No están en casa. No tienen todo el equipo ni el personal, sobre todo en neurocirugía, donde se depende mucho de equipos especializados", dijo. "Hay que adaptarse, aprender por experiencia y transarse con los recursos disponibles".

Los viajes eran traicioneros, la seguridad ligera y la responsabilidad primaria de Klimo era cuidar de los militares heridos. No podía ponerse a hacer cirugías en las que hubiera muchas probabilidades de complicaciones postquirúrgicas o que necesitaran mucha atención de seguimiento, dijo.

"Hubo ciertos casos que simplemente no podía atender. Eso era con frecuencia algo muy difícil. Si hubiera estado en casa, hubiera podido ayudar a casi todo el mundo, o por lo menos intentarlo", señaló Klimo. "Sin embargo, a veces no dábamos abasto y necesitábamos el espacio para atender a nuestros propios soldados".

Sin embargo, hubo muchos relatos de éxito, como la extirpación de un tumor enorme de la espalda de una niña de once meses que no le permitía sentarse, o un quiste grandísimo del cerebro de un bebé de cinco meses que vivía en una región montañosa remota.

"Hay mucho trabajo más que están haciendo por allá todos los días", continuó Klimo. "Hay niños con quemaduras horribles, con paladar hendido y otros problemas congénitos que están recibiendo tratamiento que de otro modo no recibirían".

Más información

La Organización de las Naciones Unidas tiene más información sobre las condiciones de vida en Afganistán.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor

Related Stories

No stories found.
logo
Healthday Spanish
spanish.healthday.com