Según un estudio, se desperdician millones de dólares en pruebas médicas que no se necesitan

Los investigadores afirman que estas pruebas se administran típicamente durante exámenes físicos regulares

VIERNES 19 de mayo (HealthDay News/HispaniCare) -- Las pruebas médicas no necesarias prescritas durante exámenes físicos de rutina le cuestan al sistema de atención de la salud de los EE.UU. millones, si no miles de millones, de dólares cada año, según afirma un nuevo estudio.

Y estas pruebas a veces conllevan estrés innecesario que tales procedimientos pueden causar a los pacientes, según los investigadores.

"Se ordenan pruebas que no están recomendadas", apuntó el autor principal del estudio, el Dr. Dan Merenstein, profesor asistente de medicina familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Georgetown.

Los hallazgos no sorprendieron a los expertos en el campo.

"Hasta que el sistema ofrezca incentivos financieros para recompensar el uso de servicios altamente valorados y penalice los que tienen intenciones no comprobadas, el uso de estas intervenciones no necesarias continuará", afirmó el Dr. Mark Fendrick, profesor de medicina interna y de gestión y políticas de la salud de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan.

"En general, estos tipos de evaluaciones preventivas masivas no son muy rentables", añadió Greg Scandlen, fundador de Consumers for Health Care Choices. "Si un paciente está en un grupo de riesgo, entonces este tipo de evaluación es apropiada, pero el costo de hacerlo a grandes cantidades de personas sólo para encontrar a una minúscula fracción de personas que tengan un problema no se justifica", agregó.

Los exámenes preventivos de salud rutinarios, o los exámenes físicos regulares, están diseñados para identificar enfermedades en sus etapas iniciales y prevenir que ocurran otras enfermedades. Si bien las pruebas pueden ser parte de estas consultas con el médico, con frecuencia no está claro cuáles son beneficiosas para las personas generalmente saludables que acuden a un chequeo.

Los autores del nuevo estudio, que aparece en la edición de junio del American Journal of Preventive Medicine, basaron su estudio en recomendaciones de la United States Preventive Services Task Force (Equipo de trabajo de servicios preventivos de los EE.UU.), un panel de expertos que clasifica distintas medidas de evaluación preventiva.

Las medidas son clasificadas en "A," "B," "C" o "D". Las pruebas de la categoría "C" son las que el panel no recomendó para su uso. Las pruebas de la categoría "D" son las que el panel recomendó que no se hicieran, porque los riesgos sobrepasan los beneficios.

El estudio se concentró en tres pruebas en la categoría "D", el EKG o electrocardiograma, el urianálisis y la radiografía de tórax. Los investigadores analizaron datos de 4,617 exámenes físicos rutinarios de adultos de 21 años o más de una encuesta nacional llevada a cabo por los U.S. Centers for Disease Control and Prevention.

Por lo menos una de las intervenciones "D" fue recetada entre el 43 y el 46 por ciento de las veces, apuntaron los investigadores.

Mediante técnicas de extrapolación, Merenstein y sus colegas determinaron que los costos médicos directos para las tres pruebas "D" oscilaban entre $47 y $194 millones. Añadir otras dos pruebas de la categoría "C" aumentó los costos en $12 millones a $63 millones más.

Lo más probable, apuntó Merenstein, es que estas cifras sean una subestimación. Los autores calcularon que si el 20 por ciento de los resultados de los EKG fueran falsos, las pruebas de seguimiento costarían $683 millones más.

Y estas cifras no toman en cuenta varios costos indirectos, como los días que se faltan al trabajo. Tampoco reflejan los efectos psicológicos sobre el paciente, especialmente el estrés de obtener un resultado falso positivo, apuntaron los investigadores.

"Simplemente no es rentable", aseguró Merenstein. "Puede haber riesgos de salud no intencionados, por ejemplo, la radiación de una radiografía de tórax. Y hay mucho estrés de por medio si se le informa a alguien que tiene un EKG anormal".

Los autores del estudio no evaluaron específicamente por qué estas pruebas son usadas en exceso, pero Merenstein tiene algunas teorías. "Los médicos podrían hacerlo para tranquilizar a sus pacientes o porque los mismos médicos piensan que se supone que lo hagan. Y si fueran dueños de un laboratorio, algunos médicos podrían hacerlo por razones financieras", aseguró.

Los expertos afirman que la respuesta al problema yace en una modernización del sistema de seguros del país.

"La respuesta a esto es el diseño de un seguro basado en el valor que dé a los pacientes y médicos incentivos financieros para realizar servicios de alto valor, así como costos disuasivos para minimizar el uso de esos servicios no justificados", señaló Fendrick, quien es también coeditor jefe del American Journal of Managed Care. Tales programas se están probando en la Universidad de Michigan, apuntó.

Scandlen añadió que "esto es precisamente lo que la atención sanitaria impulsada por el consumidor puede resolver y que los pagos a terceros nunca resolverán. Es muy fácil cuando se va al consultorio de un médico y se puede decir que algo se debe hacer sin importar lo que cueste. En ese momento de la transacción, ni el médico ni el paciente tienen muchos factores que los disuadan para no hacer la prueba. En un mundo dirigido por el consumidor, el paciente tiene todos los motivos para cuestionar si la prueba es necesaria".

Más información

Para más información sobre la prevención y la buena salud, visite la Agency for Healthcare Quality and Research.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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