MARTES, 18 de agosto de 2020 (HealthDay News) -- Cuando la COVID-19 provocaba estragos en la parte Noroeste de Estados Unidos, más de un 25 por ciento de los residentes de hogares de ancianos de Connecticut tuvieron el coronavirus, informa una nueva encuesta.
Los hogares de ancianos son muy susceptibles a la pandemia, porque los pacientes son mayores, viven en una estrecha proximidad y con frecuencia tienen otras afecciones médicas que los hacen más vulnerables a la COVID-19, señalaron los investigadores de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Yale.
Su encuesta encontró que un 28 por ciento de 2,117 personas que se sometieron a pruebas en 33 hogares de ancianos estaban infectadas con el virus. Las pruebas ya se habían completado a mediados de junio.
"Los hogares de ancianos han sido el epicentro de la enfermedad en Connecticut, y en gran parte de EE. UU. y Europa", comentó el autor principal, el Dr. Sunil Parikh, profesor asociado de epidemiología y medicina de la Yale.
"Sin la aplicación generalizada de pruebas a todos los residentes, habría sido imposible instituir de forma efectiva unas medidas adecuadas de control de la infección, por ejemplo aislar los unos de los otros a los residentes infectados, sin infectar y expuestos", dijo Parikh en un comunicado de prensa de la universidad.
Las personas en hogares de ancianos conforman más de un 60 por ciento de las muertes por la COVID-19 en el estado, indicaron los investigadores.
Entre las 601 personas infectadas, alrededor de un 90 por ciento no tuvieron síntomas de la enfermedad. Solo una pequeña cantidad de ellas luego desarrollaron síntomas, encontró el equipo de Parikh.
"Este estudio también muestra la rapidez con que el virus puede arraigarse en los ámbitos grupales, dado que en la mayoría de los hogares de ancianos tuvieron resultados positivos en un plazo de un mes tras identificar el primer caso, a pesar de las medidas estándar de prevención de las infecciones en ese momento", apuntó Parikh. "Claramente, la escasez de EPP y pruebas, junto con una estrategia basada en los síntomas, hizo que gestionar estos brotes fuera difícil al principio".
Los investigadores también encontraron:
"Lo que debemos averiguar ahora es la frecuencia óptima para las evaluaciones tanto de los residentes como del personal a partir de este momento. Los casos en los hogares de ancianos ya se han reducido de forma dramática, y también debemos evaluar de forma rigurosa el impacto de las encuestas de los puntos de prevalencia para frenar los brotes en esos ámbitos grupales", añadió Parikh.
Los hallazgos se publicaron como carta de investigación en una edición reciente en línea de la revista Journal of the American Medical Association.
Más información
Aprenda más sobre la COVID-19 en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.
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