El hombre dentro del pulmón artificial

Paul Alexander, víctima de polio y abogado, ha creado una vida propia a pesar de los 61 años que ha pasado en un 'aparato infernal'
El hombre dentro del pulmón artificial

LUNES, 1 de diciembre de 2014 (HealthDay News) -- El logro más impresionante de Paul Alexander es algo en que la mayoría de personas ni siquiera piensan.

Aprendió solo a respirar.

Alexander, de 67 años, es una víctima de lo peor que la polio podía hacerle a los niños a finales de los años 40 y principios de los 50. A la edad de 6 años, quedó completamente paralizado por la enfermedad, sus pulmones dejaron de funcionar, y literalmente lo metieron dentro de un pulmón artificial.

Alexander ha estado dentro del pulmón artificial durante 61 años, porque sigue casi completamente paralizado, y solo puede mover la cabeza, el cuello y la boca. Es una de las siete personas que se estima que todavía viven en Estados Unidos en un pulmón artificial, y sin embargo ha tenido una carrera larga y exitosa como abogado.

"Con los años, he podido escapar de esta máquina durante unas cuantas horas a la vez porque me enseñé a mí mismo a respirar de forma voluntaria", contó Alexander recientemente mientras yacía en el pulmón artificial en su hogar en Dallas, Texas. "Tengo que llevar conscientemente aire a los pulmones, algo que casi todos los demás hacen de forma involuntaria. Es un trabajo difícil, pero me permite escaparme de este aparato infernal, aunque sea un rato".

Lo más frecuente es que Alexander se "escape" de la máquina cuando está litigando un caso (su especialidad es el derecho de familia) o cuando ofrece una charla.

Aunque a veces se queja de la máquina que le mantiene con vida, Alexander está muy agradecido de su pulmón artificial, cuyo mecanismo en esencia no ha cambiado desde que se comenzaron a utilizar los primeros a finales de los años 30. De hecho, su máquina es la misma en la que entró hace 61 años.

"Es mi jaula, pero también mi capullo", dijo, mientras el pulmón artificial emitía un notable susurro, una réplica asombrosa de la respiración normal.

Pero nos adelantamos a la historia.

Este año es el 60 aniversario de la primera vacunación masiva contra la polio del país, un momento en el que cientos de miles de estudiantes de escuela primaria (muchos del sur) hicieron cola en los gimnasios escolares, sacaron el brazo y apretaron los dientes mientras una enfermera les ponía la vacuna experimental del Dr. Jonas Salk.

La vacuna significó un cambio inmenso en el campo. La mayoría de esos niños habían visto como al menos uno o dos de sus compañeros de clases llegaban a la escuela con muletas, paralizados por la devastación de la polio. Más de unos cuantos conocían a otros estudiantes y amigos que habían muerto de la enfermedad.

El año 1954 significó su liberación durante el verano: podían volver a las piscinas, jugar en la lluvia y comer en restaurantes sin el temor de que al día siguiente se levantarían con fiebre y un terrible dolor en las piernas, que podía conducir rápidamente a la parálisis.

Eso es lo que le sucedió a Paul Alexander en 1952, cuando tenía seis años, dos años antes de la vacuna de Salk.

"Recuerdo que hacía muchísimo calor y llovía, algo poco común en Dallas en agosto", evocó, "y mi hermano y yo habíamos estado jugando fuera, corriendo y mojándonos cuando comenzó a llover".

"Mamá nos llamó para ir a cenar, y recuerdo que me vio, caliente, húmedo y afiebrado, y gritó '¡Ay Dios!'. Me quitó la ropa y me acostó de inmediato en la cama de ella y de papá, y llamó al médico".

"Sabía de inmediato que tenía polio. No sé cómo lo supo, pero lo supo. Recuerdo la sensación de calor y fiebre, y durante los próximos días me quedé en la cama y no me moví. Recuerdo que tenía un libro para colorear, y sentía la compulsión de colorear todo lo que pudiera, como si quizá no podría volver a hacerlo en el futuro".

¿Por qué no llevaron sus padres a Alexander al hospital? "El médico de familia dijo que todos los niños con polio estaban en el Parkland (el gran hospital municipal de Dallas), y que no quería que estuviera allí con los demás niños porque quizá tendría más probabilidades de recuperarme en casa", comentó Alexander.

Pero todo eso se hizo irrelevante unos seis días después, cuando ya no podía moverse y le costaba respirar. "Recuerdo unos dolores terribles en las piernas, y respirar se hizo realmente trabajoso. Así que al final me llevaron al Parkland".

Y entonces sucedió el evento más terrorífico, incluso antes de que comenzara la larga batalla de Alexander contra la polio: "Me había quedado paralizado. Creo que no podía ni hablar, así que el personal del hospital me puso en una camilla en un largo pasillo con todos los demás niños con polio sin esperanzas. La mayoría estaban muertos".

Ese también habría sido el destino de Alexander, de no haber sido por el Dr. Milton Davis, un cardiólogo pediátrico bien conocido que estaba examinando a todos los niños en el pasillo. "Me vio, me cogió en sus brazos, y creo que me hizo una traqueotomía casi de inmediato para que pudiera respirar", contó Alexander. "Lo próximo que recuerdo es que estaba dentro de un pulmón artificial".

Y entonces se desmayó.

Alexander se despertó semanas después, y seguía dentro del pulmón artificial. "Todavía me dolía, aunque me parecía que mucho menos, y el pulmón artificial bombeaba vapor caliente a través de una gruesa bomba plástica de agua dentro de mi pecho. Eso mantenía el moco suficientemente flojo para poder respirar".

Al principio no podía ver a través del vapor, y no podía hablar. Pero Alexander dijo que encontró una especie de determinación dentro de sí mismo, tan fuerte como el hierro del aparato que lo mantenía vivo. "Decidí que iba a luchar contra esto", dijo. "Que tendría una vida".

18 meses más tarde, sus padres lo llevaron a casa. Se turnaban para estar con él, lo alimentaban, lo ayudaban con las tareas de la escuela (seguía inscrito en la escuela primaria) y lo animaban a mantener viva su curiosidad y entusiasmo por aprender.

"Mi madre hizo lobby en el distrito escolar para la educación en casa, algo muy raro en los 50", comentó. Su padre fabricó un implemento de escritura para él, parecido a una regla en T, que Alexander podía colocarse en la boca y mover con los músculos del cuello para poder escribir.

Mediante sus esfuerzos y su propia y feroz determinación, Alexander se graduó de secundaria como el segundo estudiante más destacado de su clase. "Habría sido el estudiante de honor, pero el maestro de biología me puso una B porque no podía tomar las clases de laboratorio", bromeó.

Unas becas para la Universidad Metodista del Sur en Dallas y la Universidad de Texas en Austin le permitieron a Alexander, con la ayuda de un asistente sanitario pagado, obtener la licenciatura y luego el título de abogado. Volvió al área de Dallas y se asoció con un bufete de abogados de Arlington durante un tiempo, pero al final estableció una práctica privada que sigue gestionando desde derecho de familia hasta casos financieros.

"Con la ayuda del asistente sanitario o uno de mis amigos, puedo salir del pulmón y asistir a las funciones en una silla de ruedas, o defender un caso durante unas horas", aseguró. "Pero siempre tengo que recordar decirme a mí mismo 'inhala, exhala, inhala'".

Este año, los líderes de los clubes Rotarios del área de Dallas se fijaron en Alexander a través de uno de sus médicos, Alexander Peralta, Jr., un rotario de Duncanville, Texas.

Rotary International ha estado trabajando con la Bill and Melinda Gates Foundation para eliminar la polio en todo el mundo, igual que se ha erradicado la viruela.

"Uno de nuestros clubes, que está al día con la tecnología moderna (el Dallas e-Club) fue a casa de Paul e hizo un video de cuatro minutos", contó Bill Dendy, gobernador del Distrito 5810, que tiene 65 clubes Rotario locales en el área del norte de Texas.

"De lo que ninguno nos dimos cuenta es de lo conmovedora que es la historia, no solo el triunfo de Paul en unas difíciles circunstancias, sino también lo terrorífica que puede ser la experiencia, simplemente estar sentado ante la máquina que lo mantiene con vida. El pulmón artificial personaliza el horror por el que pasaron esos miles de niños hace poco más de medio siglo", dijo Dendy. Enviaron el video que hicieron a la estación local de PBS en Dallas.

Desde que entraron en contacto con Alexander, varios clubes Rotario del distrito se han ofrecido para hacer mejoras en su casa (reemplazaron una rampa vieja en la puerta principal) y para llevarlo a sus citas. Durante toda su vida, Alexander ha contado con una combinación de ayuda de asistentes sanitarios provistos por el gobierno y amigos que le dan una mano.

Alexander dijo que ninguna compañía le da ya soporte a su pulmón artificial de forma continua. La última compañía que revisaba su máquina, Philips Respironics, ya no lo hace. "Ahora tenemos que sacar repuestos de otros pulmones artificiales descartados para mantenerlo en funcionamiento", comentó. Hasta ahora eso no ha sido un problema. Pero, añadió, "solo quedamos siete usuarios de pulmones artificiales, así que no creo que sea un gran problema de oferta y demanda".

¿Cómo logró tanto (y mantuvo su sentido del humor) estando virtualmente inmóvil durante más de 60 años?

"Todo comienza con el amor", aseguró Alexander. "Mis padres me criaron con amor. Me enseñaron a nunca rendirme. Me enseñaron la importancia de las relaciones. Siempre pude contar con ellos".

"Así que, naturalmente, yo tuve que corresponder. ¿Y sabe qué? Tenían razón. Todo es posible".

Más información

Si quiere saber más sobre el pulmón artificial, visite el Museo Nacional de Historia Estadounidense Smithsonian.

Para leer la primera parte de la serie de dos partes de HealthDay sobre la revolucionaria vacuna contra la polio del Dr. Jonas Salk, haga clic aquí.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2014, HealthDay

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