Un equipo de madre e hija predica el evangelio de la prevención del VIH

'Quiero que otras mujeres sepan que se puede tener un final feliz', afirma Fortunata Kasege

MARTES, 24 de diciembre de 2013 (HealthDay News) -- Fortunata Kasege tenía apenas 22 años y varios meses de embarazo cuando ella y su marido llegaron a EE. UU. desde Tanzania en 1997. Esperaba obtener un título universitario en periodismo antes de volver a casa.

Debido a que estaba en el proceso de mudarse de África a EE. UU., Kasege todavía no se había hecho una revisión prenatal, así que fue a una clínica poco después de llegar.

"Estaba muy emocionada de estar en EE. UU., pero tras ese largo vuelo, quería saber que todo estaba bien", comentó. "Fui a la clínica con emociones mixtas: emocionada por el bebé, pero también preocupada", pero salió de la cita sintiéndose mejor sobre el bebé y sin preocupaciones.

Esa fue la última vez que estuvo despreocupada durante el embarazo.

Poco después de la cita, la clínica le pidió volver. Su prueba sanguínea había resultado positiva para el VIH.

"Me sentí devastada por el bebé", dijo Kasege. "No recuerdo haber escuchado nada de lo que dijeron sobre salvar al bebé de inmediato. Era demasiado lo que tenía que aceptar", añadió.

"Lloraba, estaba asustada de que iba a morir", recuerda. "Sentía todo tipo de emociones, y creía que mi bebé también moriría. Grité mucho, y finalmente alguien me dijo 'le prometemos que tenemos un medicamento que puede tomar y que puede salvar a su bebé, y a usted también'".

Kasege comenzó el tratamiento de inmediato con zidovudina, más comúnmente conocido como AZT. Es un fármaco que reduce la cantidad de virus en el cuerpo, lo que se conoce como la carga viral, y que ayuda a reducir las probabilidades de que el bebé contraiga la infección de la madre.

"Tenía que tomármelo cada cuatro horas, incluso en medio de la noche, así que tenía una alarma para esa hora", señaló. "Tenía que asegurarme de que mi bebé estaría bien. Tenía que hacerlo todo perfectamente para mi bebé, y no me salté ni una dosis. En 1997, se decía que las probabilidades de transmisión eran del 12 por ciento, pero mis médicos me dijeron que no me preocupara, que no habían visto a nadie que cumpliera con el régimen farmacológico que tuviera un bebé con VIH. Y estaban en lo cierto. Mi bebé estaba sana. Y yo estaba sana. Fue una época tan feliz que surgió de la peor sensación".

Kasege tuvo una hija, y la llamó Florida. La prueba de la bebé volvió negativa para el VIH, pero para estar segura, Kasege la inscribió en un estudio que dio seguimiento a la pequeña Florida durante dos años para garantizar que no desarrollaba el VIH, el virus que provoca el SIDA. Y no lo desarrolló.

Ahora, Florida tiene 16 años, y durante años ha ayudado a su madre a propagar la información sobre la prevención de la infección de VIH. Kasege es embajadora de la Elizabeth Glaser Pediatric AIDS Foundation.

"Quiero que otras mujeres sepan que se puede tener un final feliz", señaló Kasege "Su historia no tiene que terminar en tragedia. Para una madre, incluso pensarlo provoca una mala sensación. Pero usted puede proteger a su bebé. Tenga esperanzas y cumpla con el tratamiento, y su bebé estará bien".

El fiel cumplimento de Kasege con su medicamento no solo ha ayudado a su hija, sino también a ella misma.

"Mi virus es indetectable, y ha sido así desde tres meses después de que comencé a tomar el fármaco", aseguró. "Ahora me preocupan otras cosas, criando a una adolescente. El VIH no me preocupa".

Más información

Este artículo de HealthDay describe los avances en la lucha contra los casos de SIDA pediátrico en Estados Unidos.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2013, HealthDay

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