Muchos chicos todavía no creen que el tabaco es adictivo

Una encuesta sugiere que es crucial evitar que los chicos lleguen a fumar
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JUEVES 30 de junio (HealthDay News/HispaniCare) -- Aunque la mayoría de niños comparte una opinión no muy positiva del tabaquismo, un número significativo (cerca del 25 por ciento) considera que los cigarrillos no son adictivos y que romper el hábito es fácil, sugiere un nuevo estudio.

Tales puntos de vista son parte de una variedad de opiniones mezcladas sobre el tabaquismo expresadas por un grupo de chicos y chicas de 10 a 14 años de edad antes y después de participar en un programa familiar de prevención del tabaquismo durante casi dos años.

Si bien los investigadores encontraron que menos del 10 por ciento de los niños entró al programa con la opinión de que los cigarrillos pueden ayudar a las personas a no aumentar de peso o a relajarse, cerca de una cuarta parte afirmó que no le importaba estar cerca de fumadores y pensaba que los fumadores podían dejar el hábito en cualquier momento que lo desearan.

En la edición de julio y agosto del American Journal of Health Promotion, los autores del estudio reportaron que el programa produjo algunos resultados contradictorios. Por ejemplo, encontraron que la actitud positiva más común entre los niños sobre los cigarrillos (que fumar puede ayudar a sentirse más cómodo en fiestas u otras actividades sociales) en realidad aumentó para el final del programa de justo por debajo de 20 por ciento a casi 30 por ciento.

"Durante el programa de 20 meses, cerca de la mitad de los niños aumentó sus actitudes positivas respecto a fumar", afirmó Terry Bush, principal autora del estudio e investigadora asociada del Centro de Estudios de Salud de la Cooperativa Grupal de Salud (GHC, por sus siglas en inglés) de Seattle. "Esta información proviene de algún sitio, así que debemos de pensar acerca de oportunidades de enseñanza en que nosotros como proveedores de atención sanitaria, padres, líderes de jóvenes y profesores podemos hablar sobre los riesgos que conlleva fumar".

Bush y sus colegas se concentraron en niños entre 10 y 12 años de edad de 418 familias del noroccidente de los Estados Unidos que tenían cobertura de atención sanitaria en la GHC o en el Kaiser Permanente, dos organizaciones de mantenimiento de la salud (HMO).

Se condujeron entrevistas con los padres y los niños justo antes de comenzar el programa de prevención del tabaquismo al igual que a los seis meses, a los 12 meses y en la conclusión del proceso de 20 meses. Se preguntó a los participantes sobre sus hábitos de tabaco, sus opiniones sobre los cigarrillos y la frecuencia de las discusiones familiares sobre el asunto, apuntó Bush.

A los padres también se les preguntó sobre su nivel de participación en la vigilancia de las actividades de sus niños y también sobre sus habilidades de crianza y comunicación.

El programa de prevención ofrecía material educativo por escrito y en video, incluidos un libro de historietas contra el tabaco y calcomanías, junto con consejería telefónica ocasional, actualizaciones mediante boletin e información sobre la prevención del tabaquismo ofrecida por profesionales de la atención sanitaria durante las visitas rutinarias de los padres y los niños al HMO.

Bush y su equipo encontraron que las discusiones familiares sobre el tabaquismo eran comunes, al igual que una fuerte vigilancia de las actividades de los niños por parte de sus padres.

Los puntos de vista positivos acerca de los cigarrillos parecían ser más prevalentes entre niños que vivían en hogares en que la comunicación era relativamente pobre y los padres estaban menos involucrados.

Sin embargo, la opinión específica de un padre acerca de los cigarrillos parecía no influir sobre las opiniones de sus niños, que tenían entre 11 y 14 años de edad al final del estudio.

Aún así, los investigadores observaron que si bien un tercio de los niños afirmó que no tenía actitudes favorables frente al tabaquismo cuando el programa de prevención comenzó, para el final del programa justo por encima de la mitad había adoptado por lo menos una opinión positiva relacionada con el tabaco.

Los hechos, y no las palabras, parecieron ser el único factor paterno relacionado con este cambio de opinión, según los investigadores. Notaron que vivir con un padre que fumaba promovía actitudes positivas frente al tabaco entre los niños.

Los autores concluyeron que una amplia gama de influencias parece llevar a niños incluso desde los 10 años de edad a desarrollar nociones erróneas acerca de los cigarrillos. Y, dijeron los investigadores, se necesita urgentemente una mejor comprensión de los factores necesarios.

"La importancia de esto desde un punto de vista de salud pública es que necesitamos, como educadores, ayudar a los padres, los proveedores de salud y los profesores a iniciar la conversación antes de que los niños acepten un cigarrillo que alguien les ofrezca", señaló Bush. "Están obteniendo esa información positiva de algún lado. Esta influencia probablemente no provenga exclusivamente de los padre y el sector tabacalero es despiadado cuando se trata de reflejar su producto más positivamente".

Sin embargo, Bush advirtió que no se debe exponer a los niños a tácticas de miedo que traten de convencerlos forzosamente. "Tenemos que contrarrestar estas influencias con hechos que puedan digerir", dijo, "en vez de simplemente presentarles cómo provocarán la muerte. Ese concepto probablemente sea ajeno a ellos. Realmente no conciben los efectos a largo plazo sobre la salud y la muerte por una enfermedad relacionada con el tabaquismo".

Danny McGoldrick, director de investigación de la campaña Campaign for Tobacco-Free Kids, con sede en Washington, D.C, estuvo de acuerdo.

"Pienso que el punto general es que la adicción es una fuerza muy poderosa que hace que la gente siga fumando. Pero particularmente los niños no comprenden esto hasta que es demasiado tarde", afirmó. "Entonces, pienso que la clave es hacer todo lo que podamos para prevenir que los niños comiencen. Una vez que se es un adicto, se es un adicto, y se tienen todas las barreras y problemas cuando se trata de dejarlo".

McGoldrick aconseja ayudar a los niños a evitar los cigarrillos a través de un método de tres frentes, combinar programas de educación y prevención con aumentos en los impuestos al tabaco que hagan que los cigarrillos sean demasiado costosos para los niños, junto con legislación para prohibir fumar en los lugares públicos y de trabajo.

"El punto clave", dijo, "es impedir que los niños comiencen. Y la buena noticia es que sabemos mucho sobre cómo lograrlo".

Más información

Para más información sobre el tabaquismo y los adolescentes, visite la Campaign for Tobacco-Free Kids.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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