Puedes apostar tu vida

Desde los casinos hasta la lotería instantáneas, los juegos que los apostadores compulsivos juegan podrían poner en riesgo mucho más que su dinero

Sábado, 29 de septiembre (HealthDayNews) La proliferación de lugares de apuestas por todo Estados Unidos en la pasadas dos décadas ha producido ganancias para docenas de arcas estatales y ha ayudado a transformar comunidades pobres al igual que tribus de Indios Americanos.

Y los clientes la están pasando bien apostando a un sueño. Entonces, ¿qué puede disgustar?

Mucho, si estás entre el grupo creciente de jugadores compulsivos quienes ni siquiera sabían que estaban en riesgo hasta que fue demasiado tarde.

"La gran expansión de la apuestas ha tenido un impacto mayor en apuestas problemáticas", indicó Keith Whyte, director ejecutivo del Concilio Nacional de Apuestas Problemáticas, que busca incrementar la conciencia pública en cuanto a las apuestas patológicas.

En 1975, sólo 13 estados financiaron las loterías. Hoy día, 37 estados y el Distrito de Columbia las ofrecen. Y 48 estados son ahora el hogar de alguna forma de apuesta legalizada, desde casinos hasta apuestas de botes, según una revisión de 1999 realizada por la Comisión Presidencial Nacional del Impacto de las Apuestas.

No sorprendente que el número de estadounidenses que apuestan en la lotería aumentó durante ese mismo tiempo, de 24 por ciento de la población a 52 por ciento. Y el número de personas que apuesta en los casinos se triplicó, de 10 por ciento a 29 por ciento de la población, encontró el estudio.

Y dichas estadísticas significan problemas, argumentó Ed Looney, director ejecutivo del Concilio de Apuestas Compulsivas de Nueva Jersey, uno de los pioneros en el tratamiento de apuestas patológicas.

El porcentaje de las personas quienes se tornan adictas a apostar no ha cambiado aproximadamente 20 por ciento de quienes apuestan tienen problemas controlándose, incluyendo 5 por ciento quienes sufrirán de reveses personales y financieros severos. Pero el alza en el número de apostadores implica que ahora hay muchas más personas quienes no pueden manejar sus apuestas.

"En 1983, el año que comenzó nuestra línea caliente de apostar, tuvimos 600 llamadas de personas que deseaban ayuda", indicó Looney. "El pasado año tuvimos 20,000".

Las visitas a lugares en la Red del grupo también ha aumentado de aproximadamente 90,000 en 1997 a tanto como 75,000 al mes el año pasado.

Los jóvenes o los ancianos son particularmente vulnerables a problemas de apuestas.

"Lo vemos mucho a nivel universitario", explicó Looney, quien señaló que aproximadamente la media docena de estudios en apuestas de adolescentes encontraron que los jóvenes tienen un índice de adicción más alto que las personas mayores.

"Es debido a la falta de información", añadió. Nuestros hijos están inundados con información de apuestas, desde el juego Pick 6s-Pick 4s hasta las tarjetas de raspar de McDonalds. Pero no obtienen información del lado negativo de las apuestas.

Además impulsando el problema ha estado el crecimiento enorme de apuestas en la Internet, donde los único que necesitas para hacer una apuesta es una tarjeta de crédito. "En 1995, sólo había un portal, ahora existen más de 1,000", expresó Looney.

Las personas mayores quedan atrapadas en la trampa de las apuestas por razones diferentes.

"Muchas de estas personas no tienen nada que hacer y ocupan su tiempo yendo a los casinos", dijo Looney. "Han perdido sus parejas, se encuentran en soledad y, aunque nunca antes han apostado, les gusta la camaradería de tomar un autobús para el casino".

Alrededor de 5 millones de estadounidenses son apostadores compulsivos o patológicos, y otros 15 millones están en riesgo de caer en tal categoría, dijo Arnie Wexler, una vez jugador compulsivo quien ahora aconseja a apostadores con problemas. Sus clientes incluyen escuelas preocupadas acerca de apostadores menores de edad, corporaciones, incluso casinos que desean identificar empleados con problemas de apuestas.

"Es una enfermedad escondida", comentó Wexler de su antigua adicción, que controló al asistir a un programa de 12 pasos. "Cuando fui a buscar ayuda, debía [el equivalente a] el salario de tres años . . . pero continuaba yendo al trabajo todos los días vistiendo traje y corbata".

Es una enfermedad, según la Asociación Psiquiátrica Americana. Desde 1980, la APA ha incluido la apuesta patológica como un trastorno compulsivo. Y muchos doctores creen que también tiene componentes sicológicos.

"La apuesta patológica es una compulsión y existe alguna evidencia de que existe un sistema cerebral diferente en personas con un trastorno de apuestas", dijo el doctor David Yamins, un siquiatra en Maimonides Medical Center en Brooklyn, N.Y. "Nadie sabe si se nace con ello o si se desarrolla con el tiempo".

Cualquier que sea la fuente, indicó Yamins, la apuesta compulsiva es difícil de tratar.

"No tenemos medicamentos o tratamientos que realmente puedan afectar a muchos adictos", dijo. "La mejor forma es mediante un grupo, como en un programa de 12 pasos. Pero mucha gente no va a tratamiento. Se encuentran demasiado preocupados con su comportamiento y no lo ven como algo que pueda cambiar".

No obstante hay esperanza en el horizonte. Un estudio a comienzos de este año realizado por investigadores de la Universidad de Minesota encontraron que el medicamento naltrexone redujo el impulso de apostar en casi tres cuartas parte de los 20 participantes. El medicamento se utiliza para tratar la adicción de drogas y alcohol y se necesitan más estudios para evaluar sus beneficios potenciales para los apostadores compulsivos, indicaron los investigadores.

Qué hacer

Si crees tener un problema con apostar , hay una serie de portales que puedes visitar, incluyendo Apostadores Anónimos, El Concilio sobre Apuestas Compulsivas de Nueva Jersey, El Concilio Nacional de Apuestas Problemáticas.

La Asociación Psiquiátrica Americana también tiene una advertencia acerca de lo peligros de apostar en la Internet. (Para leer la advertencia, necesitarás Adobe Acrobat Reader, al cual puedes accesar presionando aquí.

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