Clamor humano en Nueva Orleáns

Los supervivientes del Katrina aún siguen abrumados por problemas de salud mental

LUNES 28 de agosto (HealthDay News/HispaniCare) -- Es una cruel paradoja para los supervivientes del huracán Katrina el hecho de que los moribundos estén a veces en mejor situación que los vivos.

Myneka Dyer, de 24 años, fue rescatada de su casa en barco cuando las aguas le llegaban hasta las rodillas en el área de Gentilly, de la aún devastada Nueva Orleáns después que la tormenta azotara este estado el pasado 29 de agosto. Dyer partió de inmediato para Houston con sus dos niños pequeños, $20 dólares y unas cuantas pastillas para aliviar el dolor del cáncer de huesos que le había sido diagnosticado cinco años atrás.

Cuando se reunió con su madre y otras familias en Texas, Dyer trató de reabastecer su suministro de analgésicos. Pero los médicos de las salas de emergencias de tres hospitales se negaron de manera reiterada a darle su medicamento, aunque su médico de Nueva Orleáns le recetaba de forma rutinaria medicamentos como Percocet y morfina.

"Pensaban que era una adicta y querían ponerme en una clínica de metadona", recuerda Dyer, quien perdió todos sus expedientes médicos en la tormenta. "Solían llamarme "viajera frecuente", porque andaba de hospital en hospital buscando analgésicos".

Aunque Dyer tenía un dispositivo para quimioterapia en la parte superior del pecho, eso no fue suficiente para convencer a los médicos del hospital. Así, que Dyer optó por tomarse una botella interdiaria de Tylenol. "El lado izquierdo me dolía hasta el punto de que quería echarme a morir", apuntó.

Con el tiempo, Dyer regresó por una breve temporada a Nueva Orleáns y los médicos del Ochsner Health System confirmaron que padecía cáncer de huesos. Ahora está de vuelta en Houston, pero esta vez en un programa de hospicio y su dolor está más o menos bajo control. Los médicos le han dado entre tres y seis meses de vida.

"Algunos días tengo dolor, pero también tengo días buenos", apuntó.

Historias como las de Dyer a menudo son la regla, pero no la excepción en Nueva Orleáns en 2006. El sistema de atención médica está en ruinas y las necesidades de salud mental, en particular, no están siendo satisfechas.

Informes anecdóticos indican que el índice de suicidio de la ciudad se ha triplicado, la depresión se ha extendido, y las agencias federales estiman que 500,000 personas necesitan atención de salud mental.

"Y todo ello está relacionado directamente con el lento ritmo de recuperación", dijo la Dra. Janet Johnson, profesora asociada de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tulane en Nueva Orleáns. "La gente sigue luchando con las aseguradoras y viviendo en caravanas o remolques en condiciones muy estresantes. En realidad tenemos una crisis continua".

"La gente tiene problemas de depresión y ansiedad, y una cantidad considerable también padece el trastorno por estrés postraumático (TEP)", agregó el Dr. Richard Weisler, profesor adjunto de psiquiatría en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. "La depresión y la ansiedad pueden llegar a ser bien profundas, así que muchas personas parecen alcanzar los niveles de una depresión mayor".

Weisler, que también es profesor asociado adjunto de psiquiatría del Centro Médico de la Universidad de Duke, es coautor de un informe reciente que aparece en el Journal of the American Medical Association en el que examina el sistema de salud mental de Nueva Orleáns.

El Artículo de Weisler, que escribió junto con otros colegas de la Universidad del Estado de Luisiana, estima que apenas 140 de 617 médicos de atención primaria han regresado a la práctica en Nueva Orleáns. Y sólo 22 del total de 196 psiquiatras que había antes del Katrina siguen ejerciendo en Nueva Orleáns, mientras que la cantidad de camas en hospitales psiquiátricos se ha reducido de manera brusca. Para el 14 de junio, sólo habían dos camas psiquiátricas en un radio de 25 millas (40 km.) de la ciudad, escribió.

Johnson apuntó que "tenemos muy pocos recursos en la ciudad, básicamente debido a que tenemos una escasez real tanto de proveedores como de camas psiquiátricas".

De acuerdo con Weisler, algunos pacientes están pasando la mayor parte de su estadía en el hospital, cualquiera que sea el problema de salud, en la sala de emergencias porque no hay suficientes camas. Y el periódico Times-Picayune informó recientemente sobre un influjo de pacientes psiquiátricos agudos a un hospital que estaba causando esperas de hasta 26 horas o más para pacientes con emergencias menores. Mientras tanto, los pacientes psiquiátricos tienen que esperar varios días para ser ingresados.

La ley de Stafford autoriza el uso de dinero federal en ayudas de corto plazo para las victimas de desastres y excluye específicamente a personas con problemas de abuso de sustancias, discapacidades del desarrollo o cualquier condición mental preexistente. "¿Quiénes son los que necesitan la mayor parte de la ayuda?" se preguntó Weisler, refiriéndose a la gente que ya se enfrenta a problemas emocionales.

Las iglesias y organizaciones no gubernamentales han saludo al frente, pero no es suficiente para satisfacer esta abrumadora necesidad.

Los resultados han sido catastróficos, en algunos casos. Algunas personas han dejado de tomar sus medicamentos y se han vuelto psicóticas. Otras han tenido confrontaciones con la policía; un hombre intentó cometer un "suicidio por disparo policial", al tratar que un policía le acribillara, dijo Johnson.

Yvonne King, una mujer de 60 años nativa de Nueva Orleáns, puede considerarse afortunada. Está recibiendo un tratamiento psiquiátrico gratuito de Johnson, pero aún así, está acumulando una pila de facturas médicas por problemas pulmonares y de la piel. Además, tiene dificultades para costearse los medicamentos.

King perdió todo lo que tenía con el Katrina, incluido su trabajo de 26 años en la administración del Hospital Charity de Nueva Orleáns y su hogar en la calle 9th Ward.

Justo después de la tormenta, cuando había sido evacuada a la casa de su hermano en Georgia, a King se le diagnosticó TEP, depresión y estrés. Lloraba todo el tiempo, no podía dormir y tenía sueños retrospectivos sobre la inundación. Estaba tomando un antidepresivo, pero cambió a otro porque su médico no podía darle muestras gratuitas. Aún así, no puede costearse la receta de pastillas para el sueño, por ello se conforma con Benadryl, porque hace que se sienta más somnolienta.


Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare

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