Mature man wearing disposable medical face mask in car of the subway during coronavirus outbreak.
Mature man wearing disposable medical face mask in car of the subway during coronavirus outbreak.Adobe Stock

Las duras medidas contra la COVID fueron duras para la salud mental

MIÉRCOLES, 27 de abril de 2022 (HealthDay News) -- Durante el desarrollo de la pandemia, los países adoptaron distintos métodos para contener a la COVID-19. Algunos buscaban eliminar el virus, y su objetivo era cero transmisión comunitaria. Otros intentaron ralentizar la transmisión mediante una combinación de confinamientos intermitentes, cierres de los lugares de trabajo, empresas y escuelas, el distanciamiento social, el uso de las máscaras faciales, y la cancelación de las reuniones y el transporte públicos.

Los esfuerzos por ralentizar la transmisión, más que por eliminar el virus, se asociaron con una peor salud mental, según dos estudios que se publicaron en la revista The Lancet Public Health.

"A primera vista, quizá parezca que los países que buscaban la eliminación implementaron unas estrategias mucho más estrictas que otros países debido a sus prohibiciones de los viajes internacionales, que recibieron mucha publicidad", comentó en un comunicado de prensa de la revista Lara Aknin, coautora de uno de los estudios.

"Pero, en realidad, las personas dentro de esas fronteras disfrutaron de mucha más libertad y menos medidas restrictivas de contención doméstica en general que los ciudadanos de los países que intentaron mitigar", añadió Aknin, de la Universidad Simon Fraser, en Canadá.

En este estudio, los investigadores compararon 15 países que intentaron eliminar o controlar el virus.

Los países que buscaron la eliminación implementaron unas medidas tempranas y dirigidas, por ejemplo unas contundentes prohibiciones sobre el viaje internacional, pruebas y rastreo de contactos. Esto condujo a unas tasas más bajas de COVID-19, y les permitió tener unas restricciones domésticas menos estrictas.

Otros países (los que buscaron la mitigación) eligieron unas restricciones más flojas para el viaje internacional, y buscaron controlar, en lugar de eliminar, el virus, a través de unas medidas estrictas y prolongadas, que incluyeron el distanciamiento físico y los confinamientos.

Según sus respuestas a la COVID-19 de abril de 2020 a junio de 2021, los países se clasificaron como eliminadores (Australia, Japón, Singapur y Corea del Sur) o mitigadores (Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Noruega, España, Suecia y Reino Unido).

La salud mental y la valoración vital de las personas en los países mitigadores se vieron más afectadas que en los países eliminadores, según el estudio.

También encontró que las restricciones de distanciamiento físico se relacionaron más de cerca con la salud mental que los cierres de las escuelas, los lugares de trabajo, el transporte público, las cancelaciones de los eventos públicos y las restricciones de los viajes domésticos.

El estudio también encontró que los países mitigadores tuvieron unas tasas de mortalidad más altas que los países eliminadores, y las personas en los países mitigadores tenían una opinión más baja de la respuesta de su gobierno a la pandemia.

"Nuestra investigación demuestra que además de la intensidad de la pandemia en sí, el tipo de respuesta a la pandemia que se implementó hizo una diferencia en la salud mental de las personas", comentó el coautor del estudio, Rafael Goldszmidt, de la Getulio Vargas Foundation, en Brasil.

"Las estrategias de mitigación se podrían asociar con unos peores resultados de salud mental al menos en parte porque las medidas de contención, como los largos periodos de confinamiento y el distanciamiento físico, pueden impedir las conexiones sociales", comentó Goldszmidt en la declaración. "De cualquier forma, dado que unas políticas más estrictas han resultado efectivas para reducir las muertes, quizá ayuden a compensar los efectos que tienen en el sufrimiento psicosocial y las evaluaciones vitales".

El otro estudio observó a más de 20,000 personas en Australia, y encontró que los confinamientos tuvieron un efecto negativo significativo, pero relativamente pequeño, en la salud mental.

Las mujeres, en particular las de 20 a 29 años y las que vivían en pareja en hogares con hijos dependientes, tuvieron un mayor deterioro en la salud mental durante los confinamientos que los hombres de todas las edades, encontraron los investigadores.

"Este efecto del sexo podría deberse a que la carga de trabajo adicional asociada con trabajar desde casa al mismo tiempo que se tiene que cuidar y educar a los hijos aumentó unas desigualdades ya existentes en las responsabilidades del hogar y de cuidado", planteó el coautor del estudio Mark Wooden, profesor de la Universidad de Melbourne, en Australia.

Los hallazgos de ambos estudios sugieren que las medidas para contener la pandemia deben ser acompañadas por estrategias y recursos para proteger a la salud mental de las personas, según la revista.

Más información

Aprenda más sobre el salud mental y la COVID-19 en la Organización Mundial de la Salud.

Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

FUENTE: The Lancet Public Health, news release, April 21, 2022

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