LUNES 3 de diciembre (HealthDay News/Dr. Tango) -- El amor no sólo hace que el mundo gire, también podría ser más ecológico.
El aumento en las tasas de divorcio implica que menos personas viven en cada vivienda, lo que hace que ocupen un mayor espacio y consuman más energía y agua, según sugiere un estudio reciente.
"La gente dice que el divorcio hace daño a los niños. Pero también tiene afecta el medio ambiente", afirmó Jianguo "Jack" Liu, autor principal del estudio y catedrático Rachel Carson de sostenibilidad de la Universidad estatal de Michigan. "Nadia lo sabía".
Liu comenzó a realizar investigaciones en reservas de pandas en China hace varios años. "En las reservas, no sólo hay pandas sino también más de 4,000 personas", apuntó. "Sorprendentemente, la cantidad de viviendas aumentó mucho más rápido que el número de personas en las últimas tres décadas, así que nos planteábamos si sucedía igual a nivel global".
Los pandas son criaturas naturalmente solitarias que viven apartadas entre sí. Los humanos, al contrario, tienden a ser más sociales. Pero cuando el vínculo social falla y la gente comienza a vivir más como los pandas, la carga sobre el medio ambiente es mayor, afirmó Liu.
"Si se aumenta la cantidad de viviendas, se necesita más terreno para construir casas, se necesita energía para cocinar los alimentos y para la calefacción en invierno", explicó Liu. "Si se necesita más terreno, se talan los bosques y los árboles para el combustible, se destruye más del hábitat del panda. Hay una conexión directa".
En China y otros lugares, un motivo importante de este aumento en la cantidad de viviendas es el divorcio, aunque otros motivos incluyen menos generaciones que comparten un techo y que la gente permanece soltera más tiempo. En los Estados Unidos, las viviendas cuya cabeza es una persona divorciada aumentaron de cinco por ciento en 1970 a quince por ciento en 2000, mientras que la proporción de viviendas de casados disminuyó de 69 a 53 por ciento en el mismo periodo. En China, casi dos millones de personas se divorciaron en 2006.
Para este estudio, que aparece en la edición de esta semana de Proceedings of the National Academy of Sciences, Liu y su equipo compararon las diferencias entre las viviendas de casados y divorciados para determinar si variaban en su consumo de tres recursos importantes, pero cada vez más limitados, la tierra (medida por la cantidad de habitaciones en la casa), la electricidad y el agua.
Algunos de los hallazgos son los siguientes:
Y al igual que con tantas cosas, el amor podría ser la solución.
"La gente puede intentar seguir casada y no divorciarse", dijo Liu. "Pero si no hay manera de que dos personas permanezcan juntas, divórciense, pero cásense nuevamente rápido o vivan con más personas".
El estudio de Liu demostró que, después de un nuevo matrimonio, el tamaño promedio de la vivienda y la cantidad de habitaciones por persona regresaba al nivel de las viviendas en que las personas habían permanecido casadas todo el tiempo.
Para la Dra. Maureen Lichtveld, presidenta del departamento de ciencias de salud ambiental de la Facultad de salud pública y medicina tropical de la Universidad de Tulane, los hallazgos son otro ejemplo de que no se puede separar a los humanos y el ambiente.
"Para encontrar soluciones sostenibles para los asuntos de salud ambiental, debemos usar un método integral y ese método integral requiere estudiar tanto el medio ambiente en el sentido tradicional de la palabra como el ambiente desde el aspecto de la salud humana", señaló.
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