La pobreza elimina la nutrición de la dieta familiar

Un estudio encontró que los adultos comían peor que los niños en los hogares que tenían 'inseguridad alimenticia'
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JUEVES 21 de febrero (HealthDay News/Dr. Tango) -- Los miembros de hogares pobres en que costear alimentos de alta calidad es constantemente difícil terminan consumiendo dietas nutricionalmente arriesgadas, según revelan investigadores canadienses.

El nuevo estudio es el primero en mostrar que la inseguridad alimenticia se traduce directamente en una mala nutrición. También sugiere que en tales hogares, los adultos y adolescentes, en lugar de los niños muy pequeños, son los más propensos a subsistir con dietas bajas en vitaminas, minerales, frutas, verduras, granos y carne.

"A largo plazo, se puede esperar que [la inseguridad alimenticia] precipite y complique las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, como la diabetes y la enfermedad cardiaca", advirtió la coautora del estudio Sharon Kirkpatrick, candidata doctoral del departamento de ciencias de la nutrición de la Universidad de Toronto.

Kirkpatrick y la coautora del estudio Valerie Tarasuk publicaron los hallazgos en la edición de marzo de la revista The Journal of Nutrition.

Según un informe de 2002 del U.S. Department of Agriculture, poco más del once por ciento de los hogares estadounidenses padece inseguridad alimenticia.

El estudio subraya cálculos similares de 2006, lo que sugiere que 12.6 millones de hogares de EE.UU. experimentan inseguridad alimenticia, mientras que 4.6 millones tienen un familiar o más que no obtiene alimentos. Investigaciones canadienses recientes indican que poco más del nueve por ciento de los hogares tiene inseguridad alimenticia.

Contra esas cifras, Kirkpatrick y Tarasuk se propusieron analizar los hábitos alimenticios, detallados en entrevistas llevadas a cabo por Statistics Canada entre 2004 y 2005. En la encuesta participaron 35,000 canadienses entre uno y setenta años de edad provenientes de todos los grupos socioeconómicos.

Entre los niños más pequeños, Kirkpatrick y Tarasuk encontraron que vivir en hogares que tenían inseguridad alimenticia se traducía en un menor consumo de leche, y entre los que tenían uno a tres años de edad, un menor consumo de frutas y verduras. Sin embargo, en general, este grupo pareció relativamente poco afectado por el estado de seguridad alimenticia del hogar en términos de la cantidad de calorías o micronutrientes consumidos.

Pero los adolescentes eran otra historia. Los niños entre los 14 y los 18 que vivían en ambientes que tenían inseguridad alimenticia parecían ser particularmente vulnerables a una inecuación general de micronutrientes en sus dietas, al mismo tiempo que consumían menos leche, frutas y verduras que sus pares.

Las niñas adolescentes, por su parte, también resultaban afectadas. Se encontró que las dietas de los adolescentes de ambos sexos que vivían en hogares que tenían inseguridad alimenticia eran deficientes en vitamina A, proteínas y magnesio, mientras se compensaba con una mayor ingesta de grasa, en relación con los adolescentes de hogares con seguridad alimenticia.

Los adultos en ambientes que tenían inseguridad alimenticia consumían menos proteína, grasa y fibra, y en algunos casos seguían dietas sorprendentemente insuficientes en vitaminas y minerales. Entre los hombres que tenían inseguridad alimenticia entre los 31 y los 70 años de edad y las mujeres que tenían inseguridad alimenticia entre los 51 y los 70, la ingesta total de calorías y el consumo de carne también fue menor. Y para la mayoría, los carbohidratos conformaban una mayor proporción de su dieta, a expensas del consumo de frutas y leche.

"Los malos patrones dietéticos de las personas que viven en hogares que tienen inseguridad alimenticia crean un imperativo moral para respuestas políticas que aborden las raíces de este problema, tanto en Canadá como en EE.UU.", señaló Kirkpatrick.

El Dr. Walter Willett, presidente del departamento de nutrición de la Facultad de salud pública de la Harvard, se mostró de acuerdo en que el asunto merece una mayor atención.

"El problema de la calidad de la dieta entre los grupos de bajos ingresos e inseguridad alimenticia es muy grave, porque el otro lado de la baja ingesta de minerales y vitaminas es que estos tipos de dieta de baja calidad por lo general se caracterizan por grandes cantidades de almidón y azúcares refinados", explicó. "Y lógico suponer que esta gente no se está llenando de arroz integral y quínoa [un grano orgánico]. Así que estamos hablando de calorías vacías que predisponen a la gente a tener sobrepeso y que definitivamente aumentan el riesgo de enfermedad cardiaca y diabetes. Hay que evaluar más este asunto".

Más información

Para más información sobre la seguridad alimenticia en los Estados Unidos, visite el U.S. Department of Agriculture.


Artículo por HealthDay, traducido por Dr. Tango

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