Simplemente ser testigo de la violencia escolar puede dejar cicatrices en la psique

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VIERNES, 28 de septiembre de 2018 (HealthDay News) -- Para los estudiantes de escuela intermedia, ser testigos de violencia escolar puede ser igual de malo que ser víctimas de acoso, sugiere una investigación reciente.

Un equipo internacional de investigadores encontró que los jóvenes testigos podrían tener muchos de los mismos problemas más adelante que los que son víctimas directas de la violencia en la escuela. En particular, los testigos de octavo curso tienen un riesgo más alto de problemas sociales y académicos cuando están en el segundo año de la escuela secundaria.

"Está claro que los métodos de prevención e intervención deben incluir a los testigos además de las víctimas y los perpetradores, y dirigirse a todas las formas de violencia escolar", planteó el líder del estudio, Michel Janosz, director de la Facultad de Psicoeducación en la Universidad de Montreal.

Janosz dijo que unas relaciones de respaldo en la familia y en la comunidad pueden ayudar a los jóvenes a salir adelante después de haber sido expuestos a eventos traumáticos. "También previenen la desensibilización emocional a la violencia, que también contribuye a la conducta agresiva en la juventud", indicó en un comunicado de prensa de la revista.

En el estudio participaron 4,000 estudiantes de Quebec. Los investigadores deseaban saber cómo ser testigos de la violencia a los 13 años de edad afectaba a su conducta social y académica. El estudio observó el consumo de drogas, la delincuencia y el rendimiento escolar de los estudiantes, además de su bienestar emocional dos años más tarde.

Los investigadores también compararon los efectos a largo plazo de ser testigos de la violencia con los de experimentar la violencia directamente.

El estudio, publicado en una edición reciente de la revista Journal of Epidemiology and Community Health, encontró que la mayoría de los estudiantes habían observado violencia en la escuela.

Los que habían visto ataques físicos o a alguien que llevaba armas en octavo curso tenían un riesgo más alto de consumo de drogas y delincuencia más adelante, encontró el estudio. Lo mismo sucedió con los que habían sido testigos de robos y vandalismo, lo que los investigadores describieron como violencia oculta o velada.

Además, la exposición a actos menos graves, como amenazas e insultos, se asoció con un aumento en el consumo de drogas, la ansiedad social, los síntomas de depresión y una menor implicación en la escuela, anotaron los investigadores. Pero solo se observó una asociación, no un vínculo causal.

Linda Pagani, coautora del estudio, también es profesora en la Facultad de Psicoeducación. "Hubo varias moralejas. La primera es que ser testigo de la violencia escolar en el octavo curso predijo una disfunción posterior significativa en décimo curso. La segunda es que los efectos en los testigos fueron muy similares a los de ser víctimas directas de la violencia", aseguró en el comunicado de prensa.

El equipo de la investigación dijo que las intervenciones posteriores a la violencia deben fomentar la preocupación por los demás y la intolerancia ante las faltas de respeto.

"Nadie debe sentirse impotente", dijo Janosz. "Las escuelas deben buscar empoderar a los estudiantes testigos que no estén directamente implicados en la violencia escolar, en lugar de darles el mensaje de no implicarse".

Más información

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. tienen más información sobre la violencia escolar.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2018, HealthDay

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