Los viajes en avión podrían incrementar el riesgo de arritmias cardiacas

Un estudio de tamaño reducido sugiere que las personas de mayor edad que tienen enfermedad cardiaca son más susceptibles a problemas potenciales
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JUEVES, 4 de marzo (HealthDay News/DrTango) -- Un estudio reciente sugiere que los viajes en avión podrían incrementar el riesgo de arritmias cardiacas entre los adultos mayores que tienen antecedentes de enfermedad cardiaca.

El hallazgo surge de una evaluación de un grupo pequeño de personas, algunas de las cuales tenían antecedentes de enfermedad cardiaca, a las que se observó en un ambiente que simulaba condiciones de vuelo.

"La gente nunca piensa en el hecho de que subirse a un avión es básicamente como escalar desde el nivel del mar a una montaña de 2,500 m (8,000 pies)", señaló Eileen McNeely, autora del estudio e instructora del departamento de salud ambiental de la Facultad de salud pública de la Harvard en Boston. "Desafortunadamente, eso puede resultar en un esfuerzo muy grande para el corazón, sobre todo para los adultos mayores que tienen enfermedad cardiaca subyacente".

McNeely y su equipo tienen previsto presentar sus hallazgos el jueves en la conferencia anual Prevención y Epidemiología de la Enfermedad Cardiovascular de la American Heart Association en San Francisco.

Los autores anotaron que la causa principal de emergencias médicas durante los vuelos son los desmayos, y que sentir que se pierde el conocimiento o estar mareado se ha relacionado anteriormente con la exposición a la altitud extrema y la arritmia, incluso entre atletas de elite que por lo demás son individuos saludables.

Para evaluar cómo podrían afectar los viajes comerciales rutinarios en avión la salud cardiaca, McNeely y sus colegas reunieron a cuarenta hombres y mujeres y los pusieron en una cámara hipobárica que simulaba el ambiente atmosférico que un pasaje de un vuelo experimentaría generalmente a una altura de 2,134 metros (7,000 pies).

La edad promedio de los participantes era de 64 y a la tercera parte se le había diagnosticado anteriormente enfermedad cardiaca.

Durante dos días, se expuso a todos los participantes a dos sesiones de cinco horas en una cámara hipobárica, una que reflejaba condiciones simuladas a las de una vuelo y otra que reflejaba condiciones atmosféricas similares a las experimentadas al nivel del mar.

Durante el experimento, el equipo de investigación monitorizó los ritmos respiratorio y cardiaco, en este último para determinar específicamente si las condiciones de vuelo suscitarían latidos adicionales en alguna de las dos cámaras del corazón.

El riesgo absoluto de experimentar latidos adicionales no pareció mayor mientras los pasajeros estaban en condiciones de vuelo. Sin embargo, en situaciones en las que había ocurrido irregularidad cardiaca, los autores hallaron que el riesgo de experimentar un índice superior de dichos latidos, fue "significativamente mayor" mientras estaban en vuelo entre los pasajeros que tenían antecedentes de enfermedad cardiaca.

Un total de ocho participantes a los que se había diagnosticado enfermedad cardiaca experimentaron un ciclo de dos latidos adicionales de las cámaras inferiores mientras estaban en condiciones de vuelo simuladas, mientras que siete participantes de enfermedad cardiaca diagnosticada experimentaron un ciclo similar de tres o más latidos erráticos.

El equipo de investigación hizo un llamado a más estudios de pasajeros, con y sin afecciones cardiacas, durante un vuelo real para determinar mejor quién podría estar en más riesgo de dichas complicaciones cardiacas.

"El hecho es que volar a 2,500 metros probablemente no sería de ninguna significación para alguien joven y sano", anotó McNeely. "Pero la cantidad de personas mayores y con frecuencia debilitadas que vuelan es mucho mayor ahora que hace algunos años. Volar se ha hecho más accesible para todos. Además, muchos de los estándares que se establecieron para el transporte ahora se hicieron como resultado de investigaciones de los años cincuenta. Entonces, no tenemos mucha información sobre cómo afecta a ese grupo el transporte aéreo", agregó.

"Yo diría que podríamos sentirnos más tranquilos al saber que estamos contemplando estadísticas sobre incidentes médicos a bordo de aviones que son muy, muy poco comunes", señaló McNeely. "Además, es necesario repetir este estudio con un grupo de pacientes más grande. Aún así, podría haber algún riesgo mayor para ciertos grupos. Entonces, yo diría que para los individuos de mayor edad que tienen afecciones cardiacas o pulmonares, vale la pena hablar con el médico y quizá hasta hacerse pruebas preliminares antes de volar".

El Dr. Samuel Goldhaber, director del grupo de investigación sobre tromboembolia venosa del Hospital Brigham and Women's de Boston, estuvo de acuerdo en que aunque el estudio es "interesante", es demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas.

"Debido a que éste es un estudio pequeño de exploración, me parece que debe haber mucho seguimiento", dijo. "Sin embargo, ciertamente vale la pena explorar aún más porque no estoy seguro de que en cuanto a los vuelos comerciales haya habido un estudio como éste anteriormente".

Goldhaber agregó que "sabemos que los pacientes sufren embolia pulmonar al volar. Entonces, podemos tener la certeza de que hay un cambio fisiológico durante un viaje aéreo. Sin embargo, aún no contamos con ningún mecanismo aceptable para explicar esto. Entonces, éste es un estudio interesante".

McNeely señaló que aunque la investigación actual fue financiada en parte tanto por la Administración Federal de Aviación (Federal Aviation Administration, FAA) y The Boeing Co., "los hallazgos y conclusiones son los de los autores y no reflejan el aval de la FAA ni de Boeing".

Más información

Para más consejos de salud durante los viajes en avión, visite la Academia Estadounidense de Médicos de Familia.


Artículo por HealthDay, traducido por DrTango

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