¿Qué es más importante para el riesgo de obesidad, los genes o el estilo de vida?

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MIÉRCOLES, 8 de enero de 2020 (HealthDay News) -- Un nuevo estudio sugiere que la genética no es el destino cuando se trata de las probabilidades de desarrollar obesidad.

Durante años, la investigación sobre los "genes de la obesidad" ha conducido a muchos estadounidenses a creer que su ADN hace que acumular sobrepeso y hacerse obeso es inevitable.

Pero el nuevo estudio muestra que es probable que el estilo de vida diario, y no los genes, tenga un rol mucho más importante.

El estudio monitorizó los datos de más de 2,500 estadounidenses a quienes se dio seguimiento durante décadas, desde la adultez tempana en 1985 hasta 2010.

Los investigadores usaron tecnología moderna para construir una "puntuación de riesgo" genético de la obesidad para cada participante, basándose en su ADN individual. También monitorizaron los cambios en el índice de masa corporal (IMC) de cada persona con el tiempo, para medir sus niveles de peso y aptitud física.

La conclusión, según el investigador principal, el Dr. Venkatesh Murthy, es que "encontramos que la aptitud física es un mejor factor de predicción que la genética de la dirección que el IMC tomará con el tiempo".

"La genética claramente tiene cierta influencia, pero otros factores son más potentes", aseguró Murthy, profesor asociado de medicina interna y radiología en la Universidad de Michigan, en Ann Arbor.

Entonces, el IMC (una medida del peso dividido por la estatura) en la juventud parece ser el mejor factor de predicción del riesgo de obesidad a largo plazo.

Esto tuvo sentido para un experto en la gestión del peso.

"El IMC, incluso a una edad temprana, representa a la genética y al ambiente", anotó el Dr. Mitchell Roslin, jefe de cirugía para la obesidad del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York.

"Muchos creen que la genética significa el destino", señaló, pero "no, lo que se hereda es una susceptibilidad que se ve influida por la conducta".

La nueva investigación respalda la idea de que "independientemente del código genético, el mejor método de optimizar la salud es comer bien y hacer ejercicio a diario", planteó Roslin.

El equipo de Murthy encontró que, cuando se consideró una combinación de la edad, el sexo y los antecedentes de un padre con sobrepeso de un individuo, el IMC en la adultez temprana explicaba un 52.3 por ciento del IMC de la persona 25 años más tarde.

De hecho, creen que esta combinación de factores ambientales podría explicar hasta un 80 por ciento de la variación en el IMC de una persona con el tiempo.

Por el contrario, añadir la genética a la combinación explicó apenas alrededor de un 13.6 por ciento del IMC 25 años después, según el grupo de Murthy.

"Se ha prestado mucha atención a la idea de usar la información genética para comprender el riesgo de obesidad o de tener sobrepeso, y para el desarrollo potencial de medicamentos que resuelvan esos riesgos genéticos", comentó Murthy en un comunicado de prensa de la Universidad de Michigan.

"Deseábamos comprender qué añadirían los datos genéticos a la información que ya está disponible de forma rutinaria en la clínica, si es que añaden algo. Resulta que nuestro examen clínico estándar, que incluye una evaluación del IMC, en realidad tiene mucha más información para ayudar a orientar la atención del paciente", aseguró Murthy, que también es cardiólogo en el Centro Cardiovascular Frankel de Michigan Medicine.

El estudio aparece en la edición del 8 de enero de la revista JAMA Cardiology.

El ADN de una persona no es la clave de la obesidad de la mayoría de estadounidenses, concurrió el autor sénior del estudio, el Dr. Ravi Shah.

"El riesgo genético podría ser lo más importante [solo] en los individuos con causas hereditarias raras de la obesidad", indicó Shah, profesor asistente de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.

En lugar de esto, "para la mayoría de la población en riesgo de desarrollar obesidad, las recomendaciones universales como una alimentación saludable y seguir siendo activos son importantes, y deben ser revisadas con regularidad con el médico personal", indicó.

Murthy anotó que calcular el IMC es mucho más fácil y barato que los análisis genéticos, de forma que los médicos podrían tener los registros del peso/estatura de los pacientes a mano para hablar sobre su riesgo de obesidad.

El Dr. Benjamin Hirsh es director de cardiología preventiva en el Hospital Sandra Atlas Bass de Northwell Health en Manhasset, Nueva York. Al leer los nuevos hallazgos, se mostró de acuerdo en que "los hábitos de salud tienen una influencia mucho más potente en el peso corporal futuro que la genética".

Pero cambiar unos malos hábitos de salud, como la alimentación malsana y unos estilos de vida sedentaria, no es fácil de lograr, anotó Hirsh.

"La obesidad es compleja, y lamentablemente, seguiremos viendo unos niveles siempre crecientes hasta que tengamos unos métodos más robustos para lograr cambios en el estilo de vida estadounidense", añadió. "Esos métodos requerirán un cambio social a través de la influencia de los legisladores, las organizaciones de salud y las respectivas entidades administrativas".

Más información

El Instituto Nacional del Corazón los Pulmones y la Sangre de EE. UU. ofrece más información sobre un peso sano.


Artículo por HealthDay, traducido por HolaDoctor.com

© Derechos de autor 2020, HealthDay

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